La Red Española de Investigación en Patología Infecciosa (REIPI) describe por primera vez la incidencia de esta enfermedad en los pacientes trasplantados. Generalmente la infección latente en los receptores se reactiva con la inmunosupresión. El órgano trasplantado de mayor riesgo es el pulmón
Madrid, 14 de enero 2010 (medicosypacientes.com)
Las personas que reciben un trasplante tienen 25 veces más riesgo de sufrir tuberculosis que la población general, según el primer estudio sobre la incidencia de esta patología en pacientes trasplantados, y publicado en la prestigiosa revista Clinical Infectious Diseases.
Un equipo dirigido por el Dr. Julián Torre-Cisneros, del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) analizó los datos de 4.388 receptores de órganos sólidos (cohorte RESITRA) en 16 centros de trasplante de la Red Española para la Investigación en Patología Infecciosa (REIPI).
Entre todos los participantes se confirmaron 21 casos de tuberculosis, lo que supone una frecuencia del 0,48%. Así, la incidencia global de la enfermedad fue de unos 500 casos por cien mil trasplantes/año mientras que, en la población general, la cifra se sitúa en unos 20 casos por cien mil habitantes por año.
Ello supone que el riesgo de sufrir tuberculosis de la población trasplantada es varias veces superior que el de la población general.
La mayor parte de los casos de tuberculosis pudieron ser eficazmente tratados y evolucionaron correctamente a pesar de la inmunosupresión. Ello permite enfatizar que esta infección es potencialmente tratable en el contexto del trasplante cuando se diagnostica rápidamente. No obstante, el estudio ha servido para subrayar que un 9,5% de los pacientes fallecieron a causa de la infección. Por tanto, tal y como señalan los autores de la investigación, ?la mortalidad atribuible a la enfermedad sigue siendo alta y es necesario centrar los esfuerzos en prevenirla adecuadamente?.
El trabajo de REIPI revela que existen dos factores que aumentan el riesgo de padecer tuberculosis entre los trasplantados: la edad del paciente (?a mayor edad mayor riesgo?) y que el órgano que se trasplante sea un pulmón.
Ante este problema, es necesario enfatizar la necesidad de detectar la tuberculosis latente en los potenciales receptores de un trasplante, de forma que se oferte un tratamiento profiláctico que evite la reactivación de la enfermedad cuando el paciente recibe fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo.
Seria necesario también avanzar en el diagnostico de la infección latente en los donantes de trasplantes de alto riesgo como el pulmón.
Detección de la tuberculosis latente
Actualmente el estudio de la infección latente se realiza mediante el test cutáneo de la tuberculina. Consiste en la inserción en la piel (con un leve pinchazo) de un derivado proteínico purificado de la micobacteria causante de la enfermedad (Mycobacterium tuberculosis). Cuando alguien ha estado expuesto al germen, el sistema inmunológico reconoce inmediatamente el material inyectado y se produce una reacción cutánea local que se valora a las 48 horas de la inyección. Este estudio ha puesto de manifiesto que es necesario incrementar el estudio de la infección latente tuberculosa en candidatos a trasplante pues sólo se había realizado en el 40% de los casos. Además la realización de test de tuberculina en donantes cadavéricos es impracticable.
Los autores ponen de manifiesto que es necesario desarrollar pruebas rápidas que permitan una fácil valoración de la infección latente tuberculosa en receptores y donantes. La solución pasaría por desarrollar un marcador que pudiera detectarse mediante un análisis de sangre. Según explica el Dr. Torre-Cisneros, ya existen algunos test que cumplen estas características como el Quantiferon ? TB Gold test (Cellestis) cuya utilidad debería ser investigada en este contexto.
Otro de los aspectos más interesantes del estudio se refiere a la posibilidad de prevenir la enfermedad. El test de la tuberculina puede ser negativo en pacientes con infección latente que están inmunosuprimidos o que tienen enfermedades crónicas que motivan el trasplante. Además cuando se detecto infección latente en este estudio sólo se indico tratamiento profiláctico al 43.5% de los pacientes. Ello es debido a que la profilaxis actualmente disponible es tóxica para el hígado y debe indicarse por periodos prolongados. Los autores insisten en la necesidad de hacer profilaxis a la vez de investigar nuevos fármacos cada vez más tolerables.
Otro asunto que preocupa a los especialistas, y que queda de manifiesto en el estudio español publicado en Clinical Infectious Diseases es la dificultad del tratamiento de la tuberculosis en pacientes trasplantados. Ello es debido a las interacciones entre los fármacos empleados para tratar la infección y los empleados para evitar el rechazo.
Según explica el Dr. de la Torre-Cisneros, uno de los fármacos que se utilizan en el tratamiento de primera línea de la tuberculosis, la rifampicina, reduce los niveles de inmunosupresores en suero. ?Ha habido mucha discusión en torno a la utilización de este medicamento?, explica el Dr. Torre-Cisneros. ?Parece que los datos actuales indican que se puede usar, pero con ciertas precauciones. Se trata de un tratamiento complicado, porque a veces no se pueden mantener niveles suficientes de los principales fármacos inmunosupresores al usar rifampicina, con el consiguiente riesgo de rechazo?.
El estudio español ha tenido una importante repercusión en todo el mundo. Precisamente a raíz de su publicación, y basándose en los datos de esta investigación, un grupo de especialistas dirigidos por el Dr. José María Aguado del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y pertenecientes al Grupo de Estudio de Infección en Pacientes Trasplantados (GESITRA) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) han realizado un documento de consenso sobre el manejo de la Tuberculosis en pacientes trasplantados que ha sido publicada en otro número de la misma y prestigiosa revista Clinical Infectious Diseases. Se trata de un ejemplo de cómo la investigación cooperativa puede proporcionar evidencias científicas que rápidamente pasan a la mejora del cuidado de los pacientes, uno de los principales objetivos de REIPI.
?Ambos documentos se ha extendido a todo el mundo y han sido ampliamente aceptados por la comunidad científica mundial?, comentan los investigadores.