Con este trabajo se da «el primer paso» del desarrollo de terapias para retrasar o detener enfermedades relacionadas con el sobrepeso
Madrid, 24 de marzo 2009 (Europa Press)
Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha realizado el primer análisis comparativo de expresión de proteínas entre los dos tejidos adiposos del cuerpo humano, la grasa subcutánea y la grasa omental, aquella que se acumula bajo el peritoneo (membrana que recubre el abdomen) y que, según los últimos estudios, tiene mayor relación con la obesidad abdominal y con diversas enfermedades metabólicas que aparecen debido al exceso de peso, según un artículo publicado en la revista ‘Journal of Proteome Research’.
Este trabajo ha sido dirigido por la investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols de Madrid Belén Peral, quien explica que la identificación de las citadas proteínas podría dar pie al desarrollo de terapias para retrasar o incluso para detener la aparición de enfermedades asociadas al sobrepeso, «incluidas las enfermedades cardiovasculares o la diabetes de tipo 2».
Sin embargo, añade, este primer análisis proteómico constituye «el primer paso de un largo camino». Más allá de las diferencias en la expresión de sus proteínas, ambos tejidos se distinguen con el tacto, ya que mientras que la grasa subcutánea se acumula justo debajo de la piel y resulta blanda, la grasa omental aparece bajo los músculos del abdomen y por encima del estómago y los intestinos. Esta posición hace que la zona donde es frecuente su acumulación, la conocida barriga cervecera, sea dura al tacto.
El tejido adiposo omental es fuente de energía de los órganos vitales. Al contrario que la grasa subcutánea, la omental tiene acceso directo al hígado a través de la vena porta. «Por eso, en personas obesas, se produce un goteo de ácidos grasos al hígado, lo que interfiere con el metabolismo de dicho órgano. Si el fenómeno se agrava pueden aparecer distintas complicaciones metabólicas, como son la intolerancia a la glucosa, niveles excesivos de triglicéridos, así como niveles elevados de insulina», explica la investigadora.
Junto a las diferencias ya conocidas, el estudio reafirma la existencia de desigualdades bioquímicas, metabólicas e incluso celulares entre ambos depósitos grasos. Asimismo, revela que la grasa omental es más activa a nivel metabólico que la grasa subcutánea, dado que algunas de las proteínas intervienen de forma distinta en el metabolismo de la glucosa, en el transporte y metabolismo de los lípidos, en la síntesis y el ensamblaje de proteínas, así como «moléculas implicadas en la respuesta al estrés celular y en los procesos inflamatorios», comenta Peral.
Los autores destacan otro resultado del estudio: el hallazgo, gracias a estudios deinmunohistoquímica, de proteínas que se expresan únicamente en el tejido adiposoomental. Se trata de citoqueratinas epiteliales que se localizan en las células delmesotelio de la grasa omental.
Estas células mesoteliales rodean, como si de una bolsa se tratase, a grupos de adipocitos –las células del tejido graso– y podrían ejercer un estrés mecánico sobre los adipocitos hipertrofiados cuando hay un exceso de peso. Esta complicación provocaría, según propone la investigación, que los adipocitos activen la expresión de un grupo de proteínas implicadas en responder y resolver dicho estrés.