A pesar de tener un impacto directo en su práctica diaria, muchos médicos, según la autora de este artículo, Inés Giménez, “no están familiarizados con los debates internacionales sobre políticas de drogas y con la interacción entre la salud pública y la fiscalización de estupefacientes”. Es por ello que con este trabajo, su autora pretende ofrecer algunas claves al respecto
Madrid, 17 de febrero 2015 (medicosypacientes.com)
“La voz de los médicos en los debates internacionales sobre políticas de drogas”
Inés Giménez Delgado: Oficial de comunicaciones de International Doctors for Healthier Drug Policies (IDHDP) y del Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC).
A pesar de tener un impacto directo en su práctica diaria, muchos médicos no están familiarizados con los debates internacionales sobre políticas de drogas y con la interacción entre la salud pública y la fiscalización de estupefacientes. Este artículo ofrece algunas claves al respecto.
International Doctors for Healthier Drug Policies-IDHDP (en español, Médicos del mundo por políticas de drogas más saludables) fue creado en 2009 por un grupo de doctores en Bangkok, Tailandia, con el fin de articularse como la voz de los médicos en los debates internacionales de la política de drogas, salvar las distancias existentes entre la práctica y la política y recordar que el control de drogas no ha de ser un objetivo en sí mismo, sino una herramienta para mejorar la salud pública.
Una de las constataciones de IDHDP es que el paradigma prohibicionista presente en la Declaración Política y Plan de Acción sobre el problema mundial de las drogas, no funciona en las consultas, ya que muchas personas con usos problemáticos de substancias esquivan los servicios de salud para no ser multados o arrestados. Además las trabas burocráticas a la hora de recetar algunos medicamentos esenciales controlados restringe el acceso a intervenciones en la cronicidad, tratamientos del dolor y cuidados paliativos en muchos países, y limita la expansión de programas de reducción de daños, que se han probado efectivos en la reducción de enfermedades de transmisión sanguínea.
Convenciones de drogas, indicadores y salud pública
En las últimas décadas, y siguiendo una interpretación rígida de las convenciones sobre drogas de la ONU de 1961, 1971 y 1988, muchos estados han enfrentado el uso y posesión de drogas como un tema de derecho penal, aplicando sentencias de cárcel, tratamiento forzado, libertad vigilada, mecanismos de monitoreo o, incluso, penas corporales. Siguiendo los paradigma prohibicionistas, el éxito de una política de drogas se cifra en indicadores estructurales (número de arrestos, de hectáreas de droga erradicadas, toneladas de droga decomisadas, etc.) en vez de en indicadores basados en resultados que incluyan preceptos de salud y seguridad humana, como acceso a servicios de tratamiento, tasas de enfermedades infecciosas y transmitidas vía sanguínea, tasas y tratamiento enfermedades oportunistas entre personas con sistemas inmunitarios debilitados, niveles de corrupción, etc. La Oficina de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD) y la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), los órganos de control de drogas de la ONU, también han enfocado el problema de las drogas como un asunto de seguridad, y a menudo han olvidado que el objetivo de las convenciones internacionales de drogas es también garantizar el acceso a medicamentos esenciales para usos médicos.
Acceso a medicamentos esenciales
De hecho, varios de los medicamentos que se encuentran en la lista de medicamentos esenciales de la OMS son también sustancias controladas bajo los tratados internacionales de drogas, principalmente por su potencial ¨desviación para usos ilícitos¨. Tal y como señala la OMS, muchos de estos medicamentos son indispensables para el tratamiento de la dependencia de opioides, y la prevención del VIH; el tratamiento del dolor, de la cronicidad y cuidados paliativos; la anestesia y usos quirúrgicos, o incluso atención obstétrica de emergencia y tratamientos neurológicos y psiquiátricos. Las implementación de las políticas actuales a menudo resulta en la restricción del acceso a estos medicamentos.
Por ejemplo, los medicamentos a base de opioides (morfina, metadona, tramadol, oxicodona o codeína, entre otros) se encuentran restringidos en aquellos países que, por prejuicio o por incapacidad, no reportan sus necesidades médicas de estas substancias a los organismos de control de drogas. Así, el 83% de la población mundial consume tan solo el 8% de opioides, cuyos usos médicos se concentran en Europa y, muy especialmente, Estados Unidos. Las implicaciones prácticas para el sector médico de la clasificación de sustancias son extensivas a otros medicamentos, como la ketamina, un anestésico de uso habitual en las salas quirúrgicas de países de medios y bajos ingresos y cuya clasificación (y por tanto restricción) se discutirá este mes de marzo en la Comisión de Estupefacientes en Viena este año, a petición de China y a pesar de las recomendaciones del Comité de Expertos sobre Dependencias de la OMS, que ha estudiado el tema en tres ocasiones (2006, 2012 y 2014) y aconsejado no clasificar la sustancia pues esto generaría severos impactos de salud pública en zonas rurales de países del ¨tercer mundo, pudiendo llevar a los medicos a la decisio?n imposible de no practicar una intervención quirúrgica o de hacerlo mientras los pacientes mantienen conciencia total¨.
Reduccion de daños
Otro de los temas en los que las políticas de drogas han de avanzar en muchas regiones del mundo para estar en armonía con los paradigmas de salud pública, están los programas de reducción de daños. Entre los programas que se han mostrado efectivos para mejorar los indicadores de salud de la población, logrando reducir el número de contagios de VIH, Hepatitis C y tuberculosis, así como el número de muertes por sobredosis, están los programas de intercambio de de agujas y jeringuillas, las terapias de sustitución de opioides, las salas de consumo supervisado de drogas y el acceso a naloxona. Estos programas también han permitido el establecimiento de relaciones de confianza con los pacientes, un trato más digno y una mejora de salud paulatina y estabilidad emocional que genera las condiciones para la rehabilitación. A pesar de su eficacia probada, en muchos países no están disponibles y en otros, como Rusia, están severamente penalizados.
Un debate a nivel internacional
Sobre todos estos temas vivimos un momento emocionante, ya que en abril de 2016 se celebrará en Nueva York una Sesión Especial de la Asamblea de Naciones Unidas (UNGASS) solicitada, de manera urgente, por Colombia, Guatemala y México en 2012, que vieron como la aplicación de las políticas de drogas actuales en sus países estaba causando más dolor, muertes y daños que los que trataba de paliar. El tema de salud será uno de los ejes fundamentales en este encuentro de alto nivel, y por ello la voz de los médicos no puede faltar. Como lo indica la Dra. Kkuat Thi Hai Oanh, de Supporting Community Development Initiatives (Vietnam) “Nuestro cometido como doctores es salvar vidas, mientras atendemos a los pacientes uno a uno, nuestro deber es tambien ver la situación en su conjunto. Una mala política de drogas puede arruinar muchas vidas, pero una buena puede salvarlas. No podemos permitirnos desaprovechar la oportunidad presentada por la UNGASS 2016.”
En este marco, el IDHDP está haciendo un llamado a médicos de alrededor del mundo a subscribirse a la organización, de manera que pueda canalizar sus peticiones, y hacer fluir la información desde la esfera de la política internacional a los hospitales, consultorios y centros de salud, y viceversa. Actualmente, IDHDP cuenta con más de 800 miembros en 80 países del mundo, y su membresía va en aumento. Les invitamos a conocer más sobre estos debates y a unirse a la organización. Si tienen preguntas concretas, no duden en contactar.