La incontinencia en el adulto es un problema de salud que genera vergüenza y rechazo por quien lo padece, de tal forma que condiciona enormemente su vida social e, incluso, su vida personal. Su frecuencia es muy alta, aumentando con la edad, y afectando fundamentalmente a mujeres. Respecto al tratamiento suele ser muy eficaz en la mayoría de las veces, dependiendo también de la voluntad de esfuerzo del paciente
Madrid, 1 de octubre 2012 (medicosypacientes.com)
Denominamos incontinencia urinaria a la pérdida involuntaria de orina. Si bien en un artículo anterior nos referíamos a la incontinencia en el niño, que popularmente se conoce como enuresis y/o enuresis nocturna, apuntábamos también la existencia en la clasificación de dos incontinencias más: la del adulto y la del mayor, y en esta ocasión nos referiremos a la incontinencia del adulto.
La incontinencia en el adulto es un problema de salud que genera vergüenza y rechazo por quien lo padece, de tal forma que condiciona enormemente su vida social, e incluso su vida personal. El problema se agrava, pues derivado de este rechazo personal, no se acude al médico, y los pacientes suelen llegar a la consulta cuando conocen los buenos resultados del tratamiento por un amigo, o porque en una exploración rutinaria el médico lo ha detectado: ¿Se le escapa el pis?
Su frecuencia es muy alta, aumentando con la edad, y afectando fundamentalmente a mujeres; y esto es así por varios motivos: la uretra de las mujeres es más corta, su complejo perineal es abierto -a diferencia del de los hombres-, y las agresiones fisiológicas que padecen las mujeres en el embarazo o el parto modifican sobremanera esta estructura muscular. A todas estas características mencionadas se les une la sensación que tienen las mujeres de que se enfrentan a una situación irresoluble.
Al abordar el problema de la incontinencia, debemos saber de cual de sus tres tipos estamos hablando: de incontinencia de esfuerzo, incontinencia de urgencia o de stress, o incontinencia mixta.
Denominamos incontinencia de esfuerzo, a la emisión involuntaria de orina al toser, al reír, al hacer ejercicio físico… es decir, cuando se provoca una presión pélvica. Esta incontinencia es muy frecuente en mujeres de mediana edad.
Llamamos incontinencia de urgencia cuando el deseo de orinar se convierte de inmediato en urgencia miccional, y con gran frecuencia la ropa interior se ha mojado cuando llegamos al aseo. Este problema suele afectar solamente al músculo detrusor de la vejiga, y aunque es frecuente en los varones, la incidencia es más alta entre las mujeres.
La incontinencia urinaria mixta es quizás la más frecuente, y es una combinación de las dos definidas anteriormente.
Aunque más arriba he mencionado algunos problemas anatómicos que condicionan la aparición de la incontinencia, hay que señalar otras complicaciones de suma importancia, y que agravan este proceso: la Diabetes Mellitus y el declive hormonal brutal que provoca la menopausia, con frecuencia añadido a un incremento de peso, con un aumento de presión sobre la vejiga, provocan una mayor incidencia de incontinencia de esfuerzo.
El tratamiento suele ser muy eficaz, dependiendo de la voluntad de esfuerzo de la paciente. En las incontinencias de esfuerzo y mixta, los ejercicios y reforzamiento eléctrico dan unos resultados espectaculares. Los más conocidos son los ejercicios de Kegel –http://es.wikipedia.org/wiki/Ejercicios_de_Kegel-, que pretenden reforzar la musculatura perineal; su éxito consiste no solamente en hacerlo bien, sino además en realizarlo muchas veces (al menos 200 diarias); otros ejercicios como el inflado de globos, el levantamiento de rodillas sobre el cuerpo estando tumbado boca arriba, o el mantenerse en cuclillas, fortalecen también la musculatura implicada. Recientemente una fisioterapeuta segoviana ha publicado un estudio sobre la eficacia de estos tratamientos en su consulta –La incontinencia urinaria: ese problema callado. Gloria Martínez. Becas de Investigación Caja Segovia-, con unos resultados excelentes.
Los tratamientos fisioterápicos ayudan a reconocer la sensibilidad del periné, combinándolos con la contención progresiva de peso con los huevos vaginales, y el reforzamiento de la musculatura pélvica con estímulos eléctricos. Cuando todas estas medidas no dan el resultado apetecido se puede recurrir a la cirugía.
Hay que tener en cuenta que algunos medicamentos fomentan la incontinencia en personas predispuestas, y así los diuréticos y otros antihipertensivos pueden incrementar este malestar.
En los varones de edad media la incontinencia urinaria es poco frecuente, a no ser que sea derivada de un efecto secundario de la cirugía, fundamentalmente prostática. Los modernos abordamientos de la próstata, así como el precoz diagnóstico y los ejercicios de fortalecimiento antes y después de la intervención, hacen que haya disminuido este problema.
No existe tratamiento médico para la incontinencia de esfuerzo, sí en cambio para la de urgencia, muy efectivos en la vejiga neurógena.
El diagnóstico es fundamental para encaminar el tratamiento, por lo que ante una incontinencia urinaria, el primer paso y de forma precoz, es acudir al médico, que tratará el problema o derivará al profesional más adecuado.
Para más información consultar http://www.aeu.es/apincontinencia.aspx
Dr. Juan Manuel Garrote Díaz
Médico de Familia