En España, más de 100.000 personas padecen esta patología, la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en nuestro país entre las personas mayores de 65 años, pero cada vez aparece a edades más tempranas. Hasta un 20 por ciento de los pacientes son diagnosticados antes de los 40 años. Tras los temblores y la rigidez, se encuentra la tristeza, la ansiedad, la frustración? Aproximadamente un tercio de los pacientes con Parkinson padece trastornos psiquiátricos, el más frecuente la depresión
Madrid, 27 de septiembre de 2008 (redacción)
La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurológico frecuente, una enfermedad lentamente progresiva, cuyos síntomas empeoran gradualmente con el tiempo. La enfermedad afecta a más de cuatro millones de personas en el mundo (unas 100.000 personas en España). Fue descrita por primera vez por el médico y paleontólogo inglés James Parkinson en 1817, cuando publicó su libro titulado ?An Essay on the Shaking Palsy? (?Ensayo sobre la parálisis agitans?), en el que dio a conocer una serie de historias clínicas basadas en sus propios pacientes.
Aunque actualmente no existe tratamiento curativo para la EP, se tienen nuevos conocimientos acerca de los factores que pueden causarla, incluidos factores genéticos y diversos factores ambientales.
La EP puede presentarse a cualquier edad, pero es más frecuente en personas de edad avanzada. Afecta algo más a los hombres que a las mujeres. La edad media de inicio de presentación de los síntomas es a los 60 años.
En muchos casos, no se conoce exactamente qué ha motivado el desarrollo de la enfermedad. Se cree que la mayor parte de los síntomas están causados por una reducción significativa de dopamina; un importante neurotransmisor, un compuesto químico que es liberado por una neurona en un espacio fuera de la célula (sinapsis), que cuando es captado por la siguiente neurona genera un impulso nervioso. Esta sustancia se sintetiza en la zona del cerebro que controla el movimiento.
La disminución en la producción de dopamina hará que el estímulo nervioso que genera el movimiento disminuya y el cuerpo pierda la habilidad de controlar su movimiento, no pudiendo evitar el temblor o la rigidez. Estos síntomas empezarán a ocurrir cuando el nivel de dopamina en el cerebro descienda por debajo del 20%.
Habitualmente el diagnóstico se basa en los datos clínicos. Un neurólogo, que es un médico especializado en trastornos del sistema nervioso, diagnosticará generalmente la enfermedad mediante la evaluación de los síntomas y la exploración física. Cuando existen dudas sobre el diagnóstico, puede plantearse la realización de un DATscan. Esta prueba consiste en visualizar el funcionamiento de una de las vías nerviosas por donde ?circula? la dopamina, la vía nigroestriada, mediante la inyección de una sustancia marcada con radioactividad que se fija a una molécula implicada en el metabolismo de la dopamina. Las personas con enfermedad de Parkinson tienen una actividad menor que las personas sin enfermedad de Parkinson desde fases muy tempranas de la enfermedad.
¿Cuáles son los síntomas?
Es importante recordar que los síntomas de la enfermedad de Parkinson (EP) pueden variar mucho de una persona a otra. Por ejemplo, un paciente puede presentar temblor, mientras que otro puede experimentar intensa rigidez y lentitud sin temblores.
En las fases iniciales de la enfermedad, a menudo los síntomas afectan primero a un lado del cuerpo. Más tarde, los síntomas pueden extenderse al otro lado. Algunos síntomas frecuentes de la EP son:
- Sacudidas o temblor de las manos, brazos, piernas, mandíbula y cara (lo que con frecuencia se define como ?temblor?).
- Rigidez e hipertonía muscular (lo que suele definirse como ?rigidez?). Ocurre en fases más avanzadas y es debida a un aumento de la resistencia de los músculos del movimiento.
- La bradicinesia hace referencia a la lentitud de movimientos o dificultad para iniciar los movimientos, como levantarse de una silla.
- La hipocinesia afecta especialmente a la cara y a los movimientos de las extremidades. El enlentecimiento muscular es progresivo y especialmente se hace evidente al caminar, al realizar giros y durante tareas en las que se necesite destreza manual. El paciente suele presentar una cara inexpresiva y va perdiendo la mímica facial (?cara de máscara?).
- Problemas de equilibrio y de coordinación que suelen ser características tardías de la enfermedad.
También se pueden producir otros síntomas no relacionados con el movimiento, que se conocen como síntomas no motores, como: ansiedad, depresión, irritabilidad, lentitud de pensamiento o problemas de memoria, hormigueo, dolor, intranquilidad, fatiga, sudoración, sialorrea, cambios de la temperatura corporal y estreñimiento, entre otros.
Cuando a una persona se le diagnostica la EP, la impresión que recibe puede ser de haber caído en una fatalidad insuperable. Puede sentir conflictos emocionales que van desde dudar o negar el diagnóstico a caer en una sensación de vulnerabilidad, ansiedad, tristeza o depresión. Sin embargo, a pesar de que la EP carece de una cura radical, sí que hoy día se dispone de tratamientos eficaces para controlar los síntomas, mediante los que se evita o dilata al máximo la progresión hasta estadios avanzados.
Tratamiento
Aunque un diagnóstico de EP representa un cambio de vida, el hecho de disponer de medicamentos para tratar eficazmente los síntomas (y que la enfermedad progrese lentamente) constituye una esperanza.
Los afectados por la enfermedad de Parkinson disponen de un amplio abanico de tratamientos a su disposición (farmacológicos, quirúrgicos, complementarios, etc.). No obstante, ninguno de ellos remite el curso de dicha enfermedad, son únicamente sintomáticos.
En el último año se han presentado nuevos tratamientos farmacológicos, como la infusión duodenal de levodopa o los parches transdérmicos de rotigotina, basados en técnicas novedosas de administración del principio activo, a través de una bomba de infusión continua o a través de la piel, respectivamente. Éstos, junto a los ya existentes, han permitido ampliar las posibilidades de tratamiento del Párkinson en diferentes fases de su evolución, obteniendo mejoras significativas de la calidad de vida del afectado.
Nuevas líneas de investigación
Uno de los grandes descubrimientos que se han realizado en torno a la enfermedad es, sin duda, el de las bases genéticas de la enfermedad. En la actualidad, se conocen varios genes que están relacionados con esta patología neurodegenerativa. ?La EP es hereditaria en aproximadamente el 10 por ciento de los casos?, afirma el doctor Francisco Grandas Pérez, miembro del Comité Científico del Congreso, neurólogo del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid y director de la nueva Unidad de Parkinson y Trastornos del Movimiento del Hospital Beata María Ana de Madrid.
?En la actualidad se están llevando a cabo nuevas líneas de investigación con la finalidad ?de desarrollar terapias capaces de modificar la progresión del proceso degenerativo?, indica el doctor Grandas.
Aunque estos tratamientos se encuentran en fase experimental, se está desarrollando una línea paralela de investigación en torno a la terapia celular, que ?pretende restaurar el daño neuropatológico, implantando células capaces de sintetizar y liberar dopamina y de establecer contactos sinápticos con las células del entorno?, afirma el experto, quien además señala que también se está investigando en el campo de la terapia génica, mediante ?el implante en el cerebro de vectores virales que incorporan a las células del paciente secuencias de ADN, que codifican la expresión de factores de crecimiento de las células dopaminérgicas?.
Terapias alternativas
Las terapias complementarias pueden ayudar física y emocionalmente con la EP. La fisioterapia, la logopedia, la terapia ocupacional, el yoga, el tai chi, la musicoterapia y la acupuntura, como complemento a los fármacos, ayuda al paciente a mejorar su calidad de vida.
Depresión
La depresión está presente en el 40% aproximadamente de los pacientes con EP. Generalmente es una parte integral o intrínseca de la enfermedad de Parkinson, sin relación con el grado o la duración de los síntomas físicos. Los síntomas de depresión pueden incluir no poder dormir, problemas de concentración, pérdida/aumento de peso, ansiedad o irritabilidad y crisis de angustia.
Un psicólogo o psiquiatra proporcionará asesoramiento individual o familiar sobre maneras de adaptación a los cambios que la enfermedad produce en su vida. Pasos simples como cambiar su medicación pueden ser de ayuda. Algunas clases de antidepresivos se pueden tomar junto con los tratamientos para la EP para ayudar a aliviar los síntomas depresivos.