El Colegio de Médicos de Granada acogió el pasado jueves el acto “El Ébola contado por sus protagonistas” en el que testigos directos de esta tragedia que lleva azotando a África desde hace casi un año ofrecieron sus testimonios. Internivineron, entre otros, la superviviente al virus Plasencia Melgar, miembros de la Orden de San Juan de Dios, además de los presidentes de la OMC y del Colegio de Médicos de Granada, Dres. Rodríguez Sendín y Javier de Teresa
Granada, 9 de febrero 2015 (medicosypacientes.com/Comgranada)
El Colegio de Médicos de Granada acogió el pasado jueves el acto “El ébola contado por sus protagonistas”, en el que intervinieron personas cuyos testimonios y reflexiones se mantuvieron firmes pero plenos de esperanza, como un despertador de la conciencia frente a la cómoda visión de un primer mundo dormido e indolente con respecto a la tragedia que lleva azotando África desde casi hace un año.
El presidente del Colegio de Médicos de Granada, Dr. Javier de Teresa Galván, dio las gracias a los presentes, condujo el acto y realizó la introducción del mismo. Quiso reseñar la importancia que tiene poder congregar en un solo acto a personas de África que ofrecen todo lo que tienen al servicio de los demás, a personas que desde España colaboran con sus semejantes con una implicación real, y a personas que desde sus cargos y posibilidades muestran la ridícula e indolente posición de un primer mundo que podría despertar y empezar a ver más allá, ofreciendo vida en forma de solidaridad real y efectiva.
En primer lugar, habló D. Jaime Calvera, director de la revista “Mundo Negro”, quien realizó una primera visión sobre la actual epidemia de ébola en África. A continuación, realizó la presentación de la hermana Paciencia Melgar, a quien su revista ha concedido el premio “Mundo Negro a la fraternidad”, por su labor y su solidaridad tanto en África como en España.
La hermana Paciencia Melgar relató cómo llegó la enfermedad a Liberia, un país en donde los dispositivos de salud no tenían ninguna información sobre la misma, ni medios materiales o humanos para combatirla. Narró cómo el pánico pasó a ser la tónica, no sólo en la población, sino también en muchos profesionales, entre los cuales empezaron las deserciones (o la falta de atención sanitaria por no querer acercarse a los enfermos) cuando muchos de ellos contrajeron la enfermedad. Refirió cómo se produjeron los primeros casos, entre los que se centró en el espeluznante caso del hermano Patrick, médico del centro de Saint Joseph de los Hermanos de San Juan de Dios (en Monrovia, donde trabajaba la propia hermana Paciencia), que contrajo la enfermedad cuidando a los enfermos a los que los profesionales no querían acercarse, y que propagaría la enfermedad entre el resto de la comunidad religiosa del hospital, tras un primer falso negativo en los análisis. El hermano Patrick fue trasladado a la fuerza por las autoridades del país a un “centro de ébola”, donde falleció a los pocos días.
Describió cómo los hospitales, entre ellos el Saint Joseph (que era el mejor hospital de Liberia) cerraron ante la enfermedad o la deserción del personal sanitario, y cómo ella y las otras dos hermanas de la congregación enfermaron y fueron trasladadas a un “dispositivo sanitario” (por llamarlo de alguna forma) lleno de mosquitos, acostadas en exiguas camillas, sin ninguna medicina específica que pudiese ayudar frente al ébola, y sobre todo sin prácticamente ayuda ni cuidados de nadie: con un montón de personas en una sala compartida que suplicaban agua, que gritaban y lloraban en casi completa soledad. Contó su propia experiencia frente a la enfermedad, y cómo lo más importante fue la voluntad de vivir, intentar comer y beber todo lo posible y disponible y nunca darse por rendida: “si te deprimes, si dejas de luchar, estás muerta con completa seguridad; por eso el ébola requiere, ante todo, cuidado de otras personas, compañía, alguien que te aporte esperanza y ganas de vivir”.
Tras conseguir sobrevivir, estuvo ayudando al resto de pacientes (entre ellos sus compañeras del hospital), hasta que tras la infección y repatriación del hermano Manuel García Viejo, es invitada a venir a España, donde en el Instituto Carlos III se le empiezan a realizar diferentes pruebas de investigación y comienza a donar plasma que pudiese ayudar a otros enfermos. Por ello, se le concede la nacionalidad española, y de la mano de la revista “Mundo Negro” y de la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios, comienza a exponer su vivencia por la geografía nacional y europea. “Esto es lo que he venido a contarles a ustedes, pero lo más importante que quiero decirles es que somos humanos tanto en el norte como en el sur, que los problemas del sur son también los problemas del norte y viceversa, que la peor separación no es el cierre de unas fronteras geográficas entre países, sino de las fronteras de los corazones; y que sí se puede cambiar el mundo con el amor como arma”.
Tras sus palabras, que fueron largamente aplaudidas, el presidente del Colegio de Médicos de Granada ofreció como obsequio a la hermana Paciencia una estatuilla con el fruto de la Granada, símbolo de la ciudad.
A continuación intervino el hermano José María Viadero, de la Orden de San Juan de Dios, responsable de la reapertura del hospital Saint Joseph, quien realizó una cronología del hospital desde el cierre motivado por “la tormenta” (así es como llaman los liberianos a la epidemia de ébola) hasta su reapertura. Señaló que, tras la cuasi desaparición de la comunidad de religiosos que hacía latir el corazón del hospital (por fallecimiento, o estar fuera de Liberia), la Orden de S. Juan de Dios inició los pasos para reabrir el hospital. “Nos llamaron locos, irresponsables, etc… pero allí nos necesitaban, y era nuestra casa”. Así, los hermanos Roberto y Justino, y la hermana María Ángeles, se desplazaron en agosto (en lo más álgido de “la tormenta”) y empiezan a trabajar: limpiando, desescombrando, preparando una caseta para triaje fuera de las instalaciones del hospital, etc. Allí permanecieron tres meses, y allanaron el camino para la llegada de materiales y refuerzos humanos, que eran absolutamente necesarios. Sobre todo, había que formar y preparar a todo el personal, desde los médicos y las enfermeras hasta el último auxiliar, pues todo era tremendamente peligroso, y un fallo en cualquier eslabón aniquilaría nuevamente la cadena completa.
“Es la primera vez que la Orden por sí sola no podía acometer el proyecto, y no hubiese sido posible sin la necesaria colaboración de otras organizaciones, a las que desde aquí debemos agradecer y reconocer, como Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, y un largo etc”. “Y es que la OMS ya declaró que ni ella por sí sola, ni ninguna institución por sí sola, ni ningún país por sí solo, no pueden hacer frente a una crisis de esta magnitud. La propia OMS solicitó once mil millones de dólares para hacer frente al ébola… y han recaudado cerca de los cuatro mil, por lo que con seguridad no podrán alcanzar sus objetivos. Les quiero dejar con esta idea: el ébola no está vencido. Sigue aquí. Hay que combatirlo”.
Por su parte, el Dr. Guillermo Vázquez Mata, asesor de cooperación de la Organización Médica Colegial, director de la asociación “Medicina Andaluza Solidaria” (auspiciada por el Consejo Andaluz de Colegios Médicos), y coordinador del Área de Cooperación del Colegio de Médicos de Granada, señaló en primer lugar que el Consejo Andaluz de Colegios Médicos tiene suscrito un convenio de colaboración con la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Indicó que el ébola en el medio rural africano tiene un avance más lento y controlable, pero que las condiciones de las grandes ciudades africanas (más de millón y medio de habitantes, hacinamiento, insalubridad y falta de equipamientos básicos) convierten allí al ébola en explosivo. Como los hospitales africanos no tenían medios, información o formación sobre el ébola, se propició la muerte o deserción de los profesionales. Entonces, para frenar la enfermedad, se diseñó una triple estrategia: por una parte, se crearon los “centros de ébola”, donde no se trataba ya tanto de curar a los enfermos, sino de aislarlos para evitar nuevos contagios; también se crearon los “agentes de salud”, que son locales y conocen los barrios y las familias, encargados de vigilar la aparición de nuevos contagios, negociando con las familias los traslados y los funerales; y la entrega de kits sanitarios básicos a la población.
Pero lo peor es la tragedia paralela que significó el cierre de los hospitales generales, convirtiendo a cualquier enfermedad en posiblemente letal: entonces, lo que no mataba el ébola, podía matarlo un parto mínimamente complicado, unas diarreas infantiles, etc. “Por eso la Orden de S. Juan de Dios quería abrir cuanto antes el Saint Joseph, un centro materno-infantil en medio de una gran epidemia de ébola; donde se tuvieron que redifinir todos los protocolos, entrenar al personal y reacondicionar las instalaciones en un tiempo récord; pero la voluntad y los valores de la Orden de no abandonar a su suerte a la población, y la capacidad técnica y el esfuerzo de los hermanos locales han obrado lo que parecía un milagro y una locura: reabrir el Saint Joseph”.
Seguidamente, el Dr. Vázquez Mata recibió de manos del presidente de la Organización Médica Colegial uno de los premios de esta institución a la trayectoria profesional médica, que le debería haber sido entregado en el mes de octubre en Madrid (allí los entregó la entonces ministra de Sanidad, Ana Mato), pero que el Dr. Vázquez Mata no pudo recibir por estar en Monrovia colaborando precisamente en la apertura del Saint Joseph.
Pte OMC: “No está en manos de los médicos
curar la pobreza pero sí denunciarla”
Cerró el acto el presidente de la Organización Médica Colegial, el Dr. Juan José Rodríguez Sendín, quien empezó definiendo a la pobreza como “la peor enfermedad”, pues atrae como la miel a las moscas a las demás (tuberculosis, malaria, SIDA, desnutrición , gastroenteritis.., pero por si no fuera suficiente los pobres no tienen recursos sanitarios ni para prevenirlas ni para tratarlos (alimentos, agua potable, vacunas, medicamentos, dispositivos sanitarios o recursos humanos…). Y si a la pobreza se une la falta de educación, preparación, desnutrición y profesionales sanitarios -que además también son aniquilados por la propia enfermedad-, y le añadimos guerras, el escenario pasa a ser dantesco”. “Y algo pasa en nuestras sociedades desarrolladas, pues salvo en los honrosos casos de algunas organizaciones entre ellas las aquí presentes y cooperantes, sabiendo que la solución o la mitigación de la pobreza pasa por las matemáticas para cuantificar necesidades (dinero, recursos), por la solidaridad para suplirlas y políticas internacionales (para evitar conflictos y no promoverlos) , se dan anécdotas como la recogida de un montón de firmas a favor de una mascota -sin desmerecer a los animales, a los que quiero y respeto como quiero- y ninguna firma para exigir a los gobiernos ayudas absolutamente necesarias para los países afectados y para frenar la enfermedad y que habían sido cuantificadas por la OMS.
“Con lo que ocurre no deberíamos mantenernos de brazos cruzados, como lo hicimos cuando el mundo desarrollado solo comenzó a preocuparse con especial interés por medicamentos contra el VIH precisamente cuando Rock Hudson reconoció su enfermedad, después de miles y miles de muertes en África y de pensar que era solo una enfermedad de negros, drogadictos, prostitutas y homosexuales. O que estemos despreocupados por una vieja enfermedad como la tuberculosis que afecta y mueren millones de seres humanos y a pesar de que en España haya de 7.000 a 10.000 casos nuevos año en especial en el colectivo de inmigrantes (30%). Todos los males del mundo afectan especialmente a África. Un continente que enferma y muere a gritos sin importarle a nadie sus problemas que en buena parte el mundo desarrollado les provoca. Solo se les presta atención cuando alguno de sus problemas nos molesta o puede llegar a nosotros”. Señaló que “no está en manos de los médicos “curar la pobreza”, pero sí denunciarla, y denunciar la profunda injusticia que supone, la desigualdad, dolor y muerte que provoca y de la que es también consecuencia”.
Y por ello, anunció el primer Congreso Nacional de Cooperación Sanitaria, por iniciativa del Colegio de Médicos de Granada y de la Fundación Red de Colegios Médicos Solidarios de la Organización Médica Colegial y que tendrá lugar en Granada en noviembre de este año, que pretende ser un Foro de debate, de denuncia, información y de formación de todos los actores sanitarios implicados, “empezando por nosotros, los propios médicos”, además de ser también un homenaje a todos los cooperantes médicos que tanto aportan con su esfuerzo, valores y sacrificio.