El pasado lunes 28 de junio, fue el día internacional LGTBI+; con motivo de este día, Médicos y Pacientes entrevista al Dr. Antonio Uría, quien afirma que los pilares son "la educación, la visibilización de las diversas realidades, la lucha contra los discursos de odio de cualquier clase así como la aprobación de leyes que permitan acceder a la población LGTBIQ+".
Antonio Uría de los Ojos es médico especialista en psiquiatría, especializado en LGTBIQ+, tiene un Máster en psicoterapia analítica grupal y otro en psicoterapia perspectiva integradora. En la actualidad, trabaja en la Clínica de Salud Mental menteAmente y en un Hospital de Día de la Comunidad de Madrid.
Ante un/a paciente que acude a un especialista en psiquiatría para pedir ayuda ante un caso de homosexualidad o transexualidad, ¿qué es lo primero que debe hacerse desde el punto de vista sanitario? Es decir, ¿cuál es la prioridad? ¿qué aspectos son los más importantes que se deben tener en cuenta ante un caso?
Lo primero que tendríamos que hacer es explorar si el paciente que acude a consulta precisa de intervención por parte de profesionales de Salud Mental ya que ni la homosexualidad ni la transexualidad (ni nada de lo que se enmarca en las siglas LGTBIQ+) son patologías o trastornos. Se debería realizar una buena historia clínica con una exploración psicopatológica básica que nos permita conocer si hay clínica en la que habría que intervenir. Muchas veces acuden a consultas personas LGTBIQ+ sin ninguna clínica que demandan intervención debido al malestar que se genera por el rechazo o el temor al rechazo de los otros.
En estos casos que no necesitan tratamiento corremos el riesgo de psiquiatrizar o patologizar lo que no es, y es importante aclararlo con aquel que consulta. Es básico y fundamental a su vez el poder escuchar y acompañar a la persona, validar sus emociones y vivencias.
En el caso de que detectemos clínica que requiera intervención por parte de Salud Mental, la cual normalmente se enmarca en clínica ansiosa, del estado del ánimo o la aparición de ideas de muerte o de autolisis; valorar si precisa tratamiento farmacológico pero principalmente abordar desde un punto de vista psicoterapéutico.
Considero importante a la hora de intervenir, el hecho de que el propio profesional que interviene tenga presente que su propio género, sexo, orientación, identidad, etc., influye en lo que le dice o cómo le dice al otro. Tener presente esto creo que evita respuestas cargadas de juicios o prejuicios que pueden dañar al otro.
En el caso de los menores de edad, ¿qué recomendaciones se dan a los padres y familiares? ¿Cómo se ayuda a las familias a gestionarlo para que el menor no sufra o sufra lo menos posible? Y, lo más importante, ¿qué ayudas se le pueden brindar al menor?
Aunque en la actualidad no trabajo con menores de edad, podríamos decir que las intervenciones no distarían mucho de lo que se podría realizar con el adulto y su entorno. La labor con los padres es la de educar; acompañar en la tarea aceptar e integrar la realidad de la diversidad y de lo sentido por el menor.
En cuanto al menor, se trata de realizar un acompañamiento en el proceso de descubrirse a sí mismo, con respeto y validando lo sentido y las emociones que puedan surgir en el proceso.
Considero fundamental la labor que se puede realizar en el ámbito educativo, donde la educación en diversidad es fundamental para que los menores LGTBIQ+ no sientan rechazo ni por parte de sus compañeros ni por parte de la institución educativa, ya que es aquí donde generalmente se genera el malestar además de en el entorno familiar. Esto es extensible a otras instituciones, incluidas las sanitarias, medios de comunicación, redes sociales, etc.
¿Cómo se trabaja con el entorno del paciente para que no sienta rechazo?
Como he comentado, es básica la educación en diversidad del entorno del paciente. Muchas veces se trabaja con los familiares desde la perspectiva del duelo. Se trata de acompañar en la aceptación de que aquello que uno imaginaba del otro no tiene por qué ser lo sentido por este. Es habitual que los padres proyecten en sus hijos imágenes de lo que les gustaría que estos fueran, que normalmente incluye cuestiones que se relacionan con lo que los padres no han sido o no han tenido.
¿De qué herramientas disponemos en España para estos casos? ¿Cómo piensa que se pueden dar a conocer estas herramientas para que quienes las necesiten sepan a quién y a dónde acudir?
Desgraciademente, apenas disponemos en nuestro país de recursos especializados, sin embargo hay multitud de asociaciones LGTBIQ+ que trabajan de manera fabulosa en el acompañamiento de personas que lo necesitan.
Los recursos de Salud Mental son además muy escasos en nuestro país teniendo en cuenta la elevada demanda existente más aún a raíz de la pandemia y la aparición de una polarización en la sociedad que sustenta discursos de odio muy peligrosos para las minorías.
¿Cree que parte de los problemas a nivel psicológico a los que se enfrentan los pacientes es por la homofobia y la transfobia existente en la sociedad? ¿Cómo podemos combatirlas?
Podríamos decir que sin odio no habría malestar psicológico. Con los discursos de odio que escuchamos en los últimos años se ha incrementado los problemas de Salud Mental de personas LGTBIQ+ que en su día a día sufren multitud de situaciones de odio y rechazo.
Por desgracia, esto lo vemos en mayor medida en la población transexual, donde cuestiones tan básicas como la asistencia sanitaria, la búsqueda de empleo, el acceso a una vivienda, etc. se ven dificultades o imposibilitadas por el mero hecho de ser transexual.
Esto se podría combatir como se ha comentado con la educación, la visibilización de las diversas realidades, la lucha contra los discursos de odio de cualquier clase así como la aprobación de leyes que permitan acceder a la población LGTBIQ+ en igualdad de condiciones a cuestiones básicas o leyes que permitan transitar sin intervención de terceros hacia lo que uno siente o decide ser.
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