En la antesala de las elecciones que se celebran este año, el Dr. Minué reflexiona en su blog “El Gerente de Mediado”, sobre la oportunidad que se presenta en los próximos meses a los profesionales de Atención primaria están hartos, para decir basta ya sobre su situación, y de poner sobre la mesa sus propuestas para evitar su definitivo deterioro. En este sentido hace un llamamiento a la responsabilidad de Sociedades Científicas y Colegios profesionales
Madrid, 7 de enero 2015 (medicosypacientes.com)
“2015: ahora o nunca”
Dr. Sergio Minué, médico, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada. Blog “El Gerente de Mediado”
http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2015/01/2015-ahora-o-nunca.html
No hay nada más cansino que empezar el año llorando por la leche derramada. Por esa Atención Primaría que debió ser y se perdió por el camino. Llevamos demasiado tiempo lamentándonos como plañideras desde la comodidad del sofá. El análisis de situación ya está hecho: no hay más que remitirse a lo que llevan años escribiendo Juan Gervas, Rafa Bravo, Vicente Baos, Juan Simó, Salvador Casado, Javier Padilla o tantos otros colegas para verlo.
Pasan los años y la atención primaria se va desvaneciendo como el recuerdo de los sueños de un adolescente: disminución constante e indisimulada de presupuestos, cierre de centros y consultorios, reducción continuada de salarios, desaparición del concepto de “sustitución”, explotación generalizada de eventuales, indiferencia ante la sangría que supone la emigración obligada de tantos profesionales para los que aquí no hay futuro.
Los clásicos atributos de Barbara Starfield que hacen a la atención primaria imprescindible en un sistema sanitario, y que llevamos años repitiendo como una letanía (accesibilidad, longitudinalidad, integralidad, coordinación) van pervirtiéndose y abandonándose sin que hagamos el más mínimo esfuerzo por evitarlo.
Entramos en 2015 donde, como comentaba Rafa del Pino en su comentario al último post, ” nos espera un año multielectoral de desmedidos ladridos o de bolsillos rebosantes de confeti”. La práctica totalidad de las comunidades autónomas (de cuyas decisiones dependerá la resucitación cardiopulmonar o la muerte definitiva de la Atención primaria), tendrán elecciones durante este año.
Tristemente, los políticos españoles solo son relativamente sensibles a las demandas sociales en los meses que anteceden a una consulta electoral. El resto del tiempo desprecian cualquier opinión, propuesta o reivindicación que no se alinee con sus propios intereses. Ignoran las peticiones de reformas, negociaciones o acuerdos, en especial si tienen mayorías absolutas, ya sea directas o consolidadas con pactos de gobierno. Pero en los meses previos aparece una grieta en la muralla de sordera de la que se rodean. Surge el miedo a la exposición pública de sus vergüenzas, a sus incumplimientos electorales flagrantes, a sus recortes indiscriminados y salvajes, a sus políticas de deterioro y menoscabo del sistema sanitario público. Y ahí se abre una brecha, una pequeña ventana de oportunidad, que se cerrará tan pronto como se constituyan los nuevos gobiernos, cuando volverá a cerrarse la muralla, redoblándose la dotación de la guardia para evitar cualquier asalto.
Durante los escasos meses que restan hasta las respectivas elecciones, prodigarán sus halagos a la atención primaria, dirán una vez más que ellos siempre han sido sus más firmes defensores, hasta es posible que vuelvan a sacar algún viejo conejo de la chistera, como aquella lastimosa estrategia AP XXI del año 2006.
Parafraseando a Allan Moore en V de Vendetta, “La Atención primaria no debería temer a sus gobernantes; son los gobernantes los que deberían temer a la Atención primaria”.
Esta es una buena oportunidad, tal vez la última, de demostrar a todos los partidos políticos de este país de que los profesionales de Atención primaria están hartos, de que no se va a dar un paso atrás para evitar su deterioro irreparable. De que cuestiones como la recuperación de la verdadera autonomía profesional (no la que ellos proponen), la mejora de las condiciones de trabajo (incluidas las retributivas) o la apertura de procesos regulares, transparentes y racionales de ofertas de trabajo estable para tantos profesionales explotados y maltratados es sencillamente innegociable.
La responsabilidad que tienen en ello las sociedades científicas de atención primaria, los colegios profesionales o los sindicatos es enorme. Pero también lo es la que tenemos cada uno de nosotros para decir basta ya.
Podemos no hacerlo por supuesto, pero entonces deberemos dejar de lamentarnos de lo que hemos contribuido a perder.