Al hilo del caso de difteria en la localidad gironense de Olot, el Dr. Sánchez Marcos reflesiona en este artículo sobre la necesidad de legislar para proteger la salud de las familias y del resto de la población, defendiendo la vacunación como un hecho solidario, responsable y obligatorio
Madrid, 11 de junio 2015 (medicosypacientes.com)
Algún día los expertos en Salud Pública tendrían que analizar el daño inconmensurable que los “grupos antivacunas” están haciendo a la sociedad en general y en todo el mundo con sus peligrosas declaraciones en contra de la medicina basada en la evidencia científica, y que no cuentan con un solo fundamento.
Desde que se hiciera público el caso de Difteria en Olot, se ha criminalizado en todos los medios de comunicación a sus padres por el hecho de haber decidido “libremente”, aunque sin criterio alguno, no vacunar a sus hijos. Y desde luego que no seré yo quien les quite ni un ápice de responsabilidad, porque como decía hace unos días, la vacunación es un derecho de los niños y no de los padres, que en ningún caso pueden vulnerar.
Ahora, pasados los primeros momentos, han decidido vacunar a su otra hija, vacunarse ellos mismos y vacunar a los abuelos, al tiempo que en su defensa, aluden que fueron “engañados” por los peligrosos “grupos antivacunas” para llegar a tomar esa decisión que ha puesto en peligro la vida de sus hijos y la de todos aquellos que han podido contagiarse de la enfermedad.
Pero ¿son los únicos responsables de esta situación? No, en absoluto, porque desde luego que todos aquellos que defienden el derecho a no vacunar a sus hijos, son también responsables y deberían serlo también ante la justicia por poner en serio peligro la salud de todos. Pero también lo son nuestros gobernantes por tres razones que al menos en mi opinión son fundamentales: La primera es la gran timidez a la hora de legislar.
El 4 de octubre de 2011, se publicaba la nueva Ley General de Salud Pública que tanto prometía, y que es la que en estos momentos no permite la obligatoriedad del Cumplimiento del Calendario de Vacunación Infantil.
La segunda razón se basa en la falta de cumplimiento de esa misma ley y otras como la de “Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud” de 2003, que recogen la necesidad de contar con “único calendario de vacunación” igual para todo el territorio nacional, que aunque aprobado recientemente sigue sin cumplirse en algunas comunidades autónomas. Y la tercera raya en lo absurdo, al contemplar como nuestros gobernantes siguen permitiendo que algunos continúen poniendo en peligro la salud de nuestros hijos y la de todos con sus atrevidas declaraciones que no cuentan con un solo fundamento científico.
Ahora y tras los estudios epidemiológicos que se han realizado, lo que demuestra la eficacia de nuestro Sistema Sanitario Público, sabemos que hay 8 niños que son portadores del bacilo de la Difteria, pero que no han desarrollado la enfermedad gracias a que están vacunados. Pero…¿quién contagió a quién? ¿Fue el niño que está ingresado quien pudo contagiar a sus compañeros de campamento, o quizá pudo ser uno de ellos el que transmitió la enfermedad al que no estaba vacunado?
Aunque también existe la posibilidad de que alguna otra persona “portadora” contagiara el bacilo a cualquiera de estos niños y sólo enfermó el que no estaba protegido, porque no estaba vacunado. Estas reflexiones deberían hacer pensar a todos sobre la necesidad de legislar para proteger la salud de nuestros hijos y del resto de la población, porque la vacunación debe ser un hecho solidario, responsable y obligatorio.