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Dr. Roberto Sabrido:”Paradojas sanitarias”

El doctor Roberto Sabrido plasma en este artículo de opinión una serie de paradojas que, actualmente, se dan en el ámbito sanitario. Se trata de una serie de recomendaciones que se escuchan en los diferentes foros que se dedican a la situación sanitaria de nuestro país y que, a juicio del autor, “chocan con una realidad inmutable”

 

Madrid, 13 de noviembre 2014 (medicosypacientes.com)

“Paradojas sanitarias”

Dr. Roberto Sabrido

Decía Eugenio DOrs que “en Madrid, un jueves a las siete de la tarde, o das una conferencia o te la dan”. Pues bien, actualmente no hay semana en la que no esté convocado un foro de debate o una conferencia sobre “El futuro del Sistema Nacional de Salud”. Reuniones profesionales en donde siempre se establece como conclusión prioritaria  que el sistema necesita urgentes reformas estructurales para sobrevivir. Bien es verdad, que en la mayoría de las veces, a la hora de la verdad, sólo se enumeran algunas medidas genéricas, sin profundizar en ninguna de ellas. Salvo honrosas excepciones, como por ej. los documentos de la Organización Médica Colegial.

Algunas de las medidas que se enumeran, se vienen repitiendo desde hace décadas. Se exige una mayor coordinación entre servicios sanitarios y sociales; se pide cambiar “el foco”  centrándolo más en la prevención de la enfermedad y en la promoción de la salud que en la asistencia.

A estas propuestas habituales se añade, actualmente, la atención a la cronicidad, cuestión que se presenta, al mismo tiempo, como una gran amenaza pero, también, como la gran solución a todos los males si se ataja bien. En muchos Foros, este puchero llena de medidas  se condimenta con la propuesta de modificar el actual régimen estatutario del personal sanitario – que yo creo que lo que pretende es llevar la pérdida de derechos que supone la reforma laboral del actual gobierno a los profesionales sanitarios públicos – y al final se sazona con “preciosas” palabras como el empoderamiento de los pacientes y la mejora de la experiencia clínica de éstos, los llamados pacientes expertos. Y como remate se refina este caldo con la apuesta por las nuevas tecnologías.

Sin embargo, desde mi humilde punto de vista, todas estas recomendaciones chocan con una realidad inmutable que hace inviable su aplicación y en las que nadie parece querer entrar.

Me explicaré. Se habla (y yo lo comparto), que la buena coordinación sociosanitaria debe basarse en integrar carteras de servicios y protocolos para que los profesionales de ambos sistemas trabajen más coordinadamente. Pero casi nadie explica, cómo se integrarán protocolos y carteras de servicios de sistemas que tienen una financiación totalmente diferente. Esto podría significar que en un itinerario asistencial de un paciente crónico unos servicios los tenga que pagar y otros no. ¿Tal circunstancia, no tendría como consecuencia la expulsión de esos itinerarios asistenciales a los que menos recursos tienen? .Creo, por lo tanto, que para seguir avanzando en esa coordinación sociosanitaria habría que resolver primero la integración de la financiación de ambos sistemas. ¡Eso sí, espero que no sea introduciendo más repagos en el SNS!

También se dice (e igualmente lo comparto) que hay que enfocar más las actuaciones hacia la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. El problema es que esto se afirma con rotundidad y se hace exactamente lo contrario. Como lo demuestra el hecho de que las partidas presupuestarias destinadas a estos menesteres en las CCAAs han disminuido porcentualmente todavía mucho más que las partidas dedicadas a asistencia sanitaria (una disminución en torno al 35%, cuando en la asistencia es del 11%).

Pero lo que considero que es un salto triple mortal y medio del lenguaje, es hablar del empoderamiento del paciente y del paciente experto. En estos momentos estamos asistiendo a un retroceso importante en los servicios no asistenciales de atención al paciente.

Pacientes que no saben si están inscritos o no en las listas de espera (cada vez más largas), ni saben cuál es su situación en las mismas.

Pacientes (ni los demás tampoco) que no pueden acceder a datos de funcionamiento de su servicio de salud, de su hospital o de su centro de salud y sin este conocimiento previo es imposible tomar libremente decisiones sobre dónde quieren que se les preste  la atención y de qué tipo.

Pacientes a los que los profesionales cada vez dedican menos tiempo (donde queda lo de: ¡al menos 10 minutos!), al haber reducido brutalmente su número, con la excusa de la crisis, y por la inexistencia de sustituciones por vacaciones o baja laboral.

Pacientes que pueden llegar a tardar 10 días para ser atendidos en su centro de salud (salvo casos urgentes) y que sufren retrasos de hasta un año y medio en la realización de una prueba diagnóstica.

Pacientes que no saben qué ocurre con sus reclamaciones y a los que se deriva a la asistencia privada (muchas veces en contra de su voluntad) y donde les atienden unos profesionales  a los que ya no vuelven a ver en su vida ¿Y a pesar de esto queremos que se empoderen (habrá que explicarles que esta palabra no es un insulto) y que se hagan pacientes expertos?

Para reformar estructuralmente un edificio hay que comprobar que los cimientos siguen firmes. Y una vez que estemos convencidos de su solidez, podremos acometer reformas. En caso contrario, lo que hay que hacer primero es sanearlos, a no ser, claro, que lo que realmente queramos sea destruir los actuales cimientos y así construir un nuevo edificio. ¡Eso sí procurando que las fachadas se parezcan, a ver si así hay ingenuos que no se dan cuenta del cambio!

 

 

 

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