El consumo de antibióticos sin la prescripción de un médico aumenta el riesgo de las interacciones entre medicamentos y reduce su eficacia, según ha recordado el doctor Pedro Hidalgo, coordinador del Observatorio de la Prescripción, órgano consultivo de la Organización Médica Colegial (OMC). Y es que un 12 por ciento de las farmacias en España podrían estar vendiendo antibióticos sin la obligatoria receta médica, lo cual es calificado por el doctor Hidalgo como una «irresponsabilidad e ilegalidad que aún haya farmacias que, como explicaba un reciente informe de la OCU, sigan en España indicando y dispensando un antibiótico, rompiendo así con su compromiso de agente sanitario para el paciente y la confianza que debe haber con el médico»
Madrid, 17 de abril 2012 (medicosypacientes.com/E.P.)
El consumo de antibióticos sin la prescripción de un médico aumenta el riesgo de las interacciones entre medicamentos y reduce su eficacia, según ha recordado el doctor Pedro Hidalgo, coordinador del Observatorio de la Prescripción, órgano consultivo de la Organización Médica Colegial (OMC).
Y es que un 12 por ciento de las farmacias en España podrían estar vendiendo antibióticos sin la obligatoria receta médica, lo cual es calificado por el doctor Hidalgo como una «irresponsabilidad e ilegalidad que aún haya farmacias que, como explicaba un reciente informe de la OCU, sigan en España indicando y dispensando un antibiótico, rompiendo así con su compromiso de agente sanitario para el paciente y la confianza que debe haber con el médico».
Esta situación imposibilita que su consumo quede reflejado en la historia clínica del paciente, «y nos encontramos en urgencias con efectos adversos y con problemas a veces graves pero que no podemos achacar a que no está reflejado en dicha historia clínica», ha añadido.
En la actualidad, señalan desde la OCU, la situación ha mejorado bastante si se tiene en cuenta que un estudio anterior, realizado hace 9 años, mostraba que más de la mitad de las farmacias (55%) dispensaba en aquel momento fármacos sin receta.
No obstante, «teniendo en cuenta que la prescripción es siempre el final de un acto terapéutico», el doctor Hidalgo considera que, para la organización médica a la que pertenece, “un 12 por ciento de ventas de antibiótico sin receta sigue siendo un gran porcentaje».
«A nosotros –añade al respecto- este tipo de documentos nos alarma porque podemos hablar de los datos como un problema de salud pública. Hablamos del mal uso y del abuso”, al tiempo que está convencido de que este tipo de actitud promueve “que se repita”, lo que, a la larga, a su criterio, «rompe con las campañas educativas sobre el uso racional del medicamento que se están haciendo desde hace años por parte del Ministerio de Sanidad”.
Por otra parte, penaliza el que el 83 por ciento de los casos el farmacéutico no preguntará al paciente si era alérgico a alguno de los componentes y excipientes; que sólo en un 7 por ciento de las farmacias visitadas se ofreciera consejos y asesoramiento sobre la afección; y que en el 79 por ciento de ellas no se diera ‘ticket’ de compra, a no ser que se pidiera expresamente.
El doctor Hidalgo se muestra en contra de la prescripción farmacéutica aunque no del consejo farmacéutico, una particularidad de estos profesionales valorada notablemente porque ayudan a derivar al médico muchos pacientes. A su juicio, «el que dispensa no prescribe y el que prescribe no dispensa. Los lindes que la profesión no debe permitir que se cuecen las Facultades».
«Para nosotros la prescripción es la responsabilidad del médico, se prescribe después de hacer la historia clínica y diagnosticar al paciente. Los médicos nos comprometemos con la receta, es un compromiso terapéutico que se produce después de hablar confidencialmente con el paciente», según ha detallado.
«Moscas con cañonazos”
«En Europa se consume un exceso de antibióticos», denuncia Hidalgo, que lamenta que España se encuentre entre los países que más consumen, en gran medida no por el médico sino por una venta no racional. Por este motivo, la resistencia bacteriana a los distintos grupos de antibióticos es mayor en aquellos países, como España, donde con más frecuencia se emplean.
«Desde Europa que nos señala como generadores de resistencias o de consumo abusivo. Y es porque la venta libre está existiendo», advierte. De ahí la importancia de restringir su consumo a los casos estrictamente necesarios; evitar la automedicación; y, una vez recetado, seguir el tratamiento hasta el final.
En España, las farmacias de Valencia, Pamplona, Murcia y Barcelona, es donde se podrían estar vendiendo antibióticos sin la obligatoria receta médica, según el informe de la OCU. «El rizo del rizo indicarle y dispensarle un antibiótico; es matar moscas con cañonazos», añade.
Los médicos, explica, tienen especial «cuidado y preocupación» con las interacciones medicamentosas que existen en un gran número de pacientes, pero sobre todo en los enfermos crónicos: asmáticos, diabéticos, hipertensos, alérgicos, etc. «Porque una serie de fármacos que entre sí pueden generar una interacción que ocasión un gran número de consultas e ingresos en Urgencias», advierte.
«El médico conoce los grupos terapéuticos que son antagónicos o que pueden tener interacciones dañinas. Los pacientes no son farmacéuticos ni médicos», repite, al tiempo que enfatiza la «complejidad» de la farmacoterapia. Por tanto, el mayor consejo que puede dar es acudir siempre a la consulta del médico. «Ante la duda no dudes, consulta con tu medico», tal como ha indicado.
Los datos del estudio de la OCU apuntan a que en la mayoría de las farmacias visitadas de Cáceres, Santander, Valladolid, Pamplona, Málaga y Bilbao se ofreció un antiinflamatorio, que precisa receta médica por su dosis. Además, en este estudio, se detectó que se dispensaban antiinflamatorios en dosis que sólo se pueden vender con la preceptiva receta médica. Y por supuesto, no es de recibo la elevada frecuencia con la que se olvida preguntar al consumidor sobre posibles alergias.
Entre las principales conclusiones también cabe destacar que en un 15 por ciento de las visitas, la persona que atiende no está identificada, a pesar de que la legislación lo obliga expresamente; hasta en un 23 por ciento de los casos, el farmacéutico no pregunto al cliente por posibles síntomas, y en, al menos, un 50 por ciento el interés no sobrepaso un par de preguntas.