A raíz de recientes informaciones sobre el proyecto de Ley francesa relativa al derecho a morir dignamente, el presidente de la Comisión Central de Deontología de la OMC, el Dr. Gómez Sancho, reflexiona en este artículo sobre la escasa aunque clara distancia entre sedación paliativa y eutanasia, al tiempo que expresa su preocupación por que aumente riesgo de prácticas de eutanasia “camufladas como sedaciones”
Las Palmas, 17 de diciembre 2014 (medicosypacientes.com)
“Acerca del proyecto de ley de muerte digna en Francia”
Dr. Marcos Gómez Sancho. Presidente de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial
La normalización de la sedación paliativa hace ya varios años, supuso un avance muy importante en la atención a aquellos pacientes que presentaban uno o varios síntomas refractarios a los tratamientos disponibles y que le provocaban un intenso sufrimiento al final de su vida. En estas circunstancias, el único tratamiento del que dispone el médico para ayudar a su paciente es la disminución de su consciencia. Como es lógico, al tratarse de un tratamiento médico, la sedación paliativa tiene sus indicaciones que, evidentemente, tiene que dictar el médico.
La separación entre la sedación paliativa y la eutanasia es una línea absoluta-mente clara, nítida y diáfana, pero muy fina y fácil de traspasar y que da la im-presión de que se está traspasando cada vez con mayor frecuencia. Cada vez se oye menos hablar de eutanasia y más de sedación, incluso por aquellas personas y asociaciones que tradicionalmente más promueven la legalización de la eutanasia.
En la noticia publicada el día 12 de diciembre por el diario El País sobre el proyecto de ley francesa sobre el derecho a morir dignamente, se puede leer lo siguiente:
La nueva legislación partirá del informe parlamentario recibido duran-te la mañana por el mandatario, un texto de consenso que descarta la eutanasia, pero incorpora la sedación terminal.
En este párrafo ya se puede vislumbrar la posible intercambiabilidad de ambos términos. Siendo así, parece más fácil hablar y proponer la sedación (un término muy bien aceptado como tratamiento) que la eutanasia que, además de ilegal, tiene muchos detractores.
Pero ya no cabe ninguna duda al leer otro párrafo de la misma noticia:
La principal novedad del informe elaborado por el diputado conserva-dor de la Unión por un Movimiento Popular, Jean Leonetti, autor tam-bién de la anterior ley, y el socialista Alain Claeys, es la incorporación de la “sedación profunda y continua”. Hollande la define como un “tra-tamiento que conduce a una alteración profunda de la vigilancia hasta el fallecimiento” y que se aplicará a “pacientes con enfermedades graves e incurables que piden no sufrir ni alargar inútilmente su vida”.
Ante este texto cabe preguntarse, ¿por qué la sedación tiene que ser profunda?, ¿por qué continua y hasta el fallecimiento? ¿por qué tienen que exponerse en una ley los detalles de un tratamiento? La experiencia dice que para aliviar el sufrimiento de nuestro paciente, a veces es suficiente con una sedación más superficial y que, con frecuencia, se aplica de forma transitoria.
Pero lo que realmente es mucho más inquietante es que la sedación, además de profunda y continua, la pueda solicitar el propio enfermo, algo absolutamente inaudito y que no sucede con ningún otro tratamiento, que siempre debe indicar el médico.
Si la ley se redacta finalmente en los términos expresados en las noticias, el riesgo de que se puedan practicar eutanasias camufladas como sedaciones, es muy elevado y muy preocupante. El presidente francés lo sabe y por ello “teme una movilización similar a la provocada por la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo…”. Si en su proyecto la ley no fuese tan suma-mente turbia y sospechosa, no sería de esperar ninguna movilización en su contra.
La fina línea que separa sedación y eutanasia desaparecería por ley.