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Dr. Landa García: «Mercado de órganos en Irán»

El autor de este artículo, el Dr. José Ignacio Landa, expone el peculiar sistema de donaciones de órganos implantado en Irán, único país del mundo que ofrece a sus ciudadanos una forma legal de vender sus riñones a través de una fundación gubernamental. Parte de su análisis para  advertir de la alarma que despierta dicho modelo y para ofrecer su visión del panorama a nivel internacional

 

Dr.José Ignacio Landa García, cirujano general y del Aparato Digestivo. Miembro del Consejo Asesor del CGCOM

 
A finales del pasado octubre “Los Ángeles Times” publicó un artículo de  Shashank Bengali su corresponsal en el sur de Asia, sobre la venta de riñones en Irán: “Venta de riñones: Irán tiene un mercado legal de órganos, pero el sistema no siempre funciona”. 
 
Irán es el único país del mundo que ofrece a sus ciudadanos una forma legal de vender sus riñones a través de una fundación gubernamental que registra a los compradores y a los vendedores, les realiza el estudio clínico y establece un precio fijo por el órgano. Utilizan el término «donaciones pagadas» que suaviza algo el propósito real de venta de órganos. Los clérigos musulmanes chiitas de Irán respaldan las “donaciones pagadas”.
 
Las autoridades iraníes dicen que “su sistema de “donantes pagados”, les da a las personas pobres una forma relativamente segura de ganar dinero y salvar vidas, manteniendo bajos los costos de la cirugía y reduciendo los tiempos de espera de los trasplantes”. Un anuncio para que las personas pobres puedan ganar dinero, que ofrece unas consideraciones morales y éticas inaceptables en el mundo de los trasplantes de órganos.
 
Más llamativa aún es la referencia a Nasser Simforoosh, famoso urólogo iraní, líder de opinión y profesor en una Universidad de Teheran (Shahid Beheshti University of Medical Sciences), que dice textualmente que “las personas necesitadas que donan sus órganos en lugar de hacer algo ilegal para cubrir sus deudas, como robar o hacer contrabando, primero están salvando una vida». «Esto no es explotación. El resultado final es bueno para el receptor y el donante”. Lo que viene a decir este urólogo, es que en Irán las personas que contraen deudas no tienen porque delinquir, ya que tienen la oportunidad de vender un riñón. Dos opciones donde elegir. Pero quizás pueda haber alguna otra manera de afrontar las deudas en Irán.
 
Pero el mercado/sistema de “donaciones pagadas” propugnado por el gobierno iraní no  siempre funciona, como recoge el artículo de “Los Ángeles Times”. Y esto es debido, a que hay donantes, que necesitan más dinero que el que pueden recibir oficialmente y,  anuncian por diferentes medios la venta de su riñón a un precio mayor. Así, pueden encontrarse anuncios en árboles y paredes cerca de los hospitales. También, las autoridades iraníes han detectado ciudadanos de otros países, especialmente de Arabia Saudí,  que acuden a Irán para someterse a un trasplante porque el precio es bajo y la lista de espera corta. Para las autoridades de Irán es ilegal que se vendan los órganos en una especie de  mercado libre de oferta y demanda fuera de su control y también es ilegal que se trasplanten ciudadanos no iraníes.
 
Hace más de diez años que ya publicaban lo barato que era el trasplante de riñón en Irán comparado con otros países (De media cinco veces menos que en el mundo occidental): 9.200 dólares, incluyendo un año de medicación inmunosupresora que suponía más del 65% del presupuesto y 1.100 dólares de la compra del riñón. Probablemente es la primera publicación en la historia de los trasplantes en la que  se reconoce el pago a los donantes. Este bajo coste permitía que personas de bajo nivel socioeconómico pudieran someterse a un trasplante, según concluían en su publicación (The cost of kidney transplantation en Iran. Transplantation Proceedings 2007; 39(4):927-9). Curiosa conclusión en un país que hoy día tiene una renta per cápita que no llega a los 5.000 dólares y un coeficiente de GINI de 0.388.
 
La única referencia “institucional” a este mercado de riñones la hemos encontrado recientemente, en febrero del año pasado, en la  “Declaración de la Cumbre de la Pontificia Academia de las Ciencias sobre Tráfico de Órganos y Turismo de Trasplante” publicada por “The Pontifical Academy of Sciences”. Dice textualmente que Irán es conocido porque su gobierno esponsoriza la venta de órganos humanos. Pero sorprende que no lo condene expresamente. Solo recoge entre sus recomendaciones que “las naciones y todas las culturas reconocen el tráfico de humanos, incluyendo el uso de órganos de prisioneros ejecutados, el pago a donantes o a familiares de donantes cadavéricos, como crímenes que deben ser condenados a nivel mundial y legalmente a nivel nacional e internacional”. Creo que el mercado de órganos iraní se merecía una condena más expresa.
 
Afortunadamente, más clara y definitoria fue la ya considerada clásica “Declaración de Estambul” sobre el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes de 2008,  con la participación de la práctica totalidad del mundo de los trasplantes, que  recogía claramente que “el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes violan los principios de igualdad, justicia y respeto de la dignidad humana y deberían prohibirse”. “Puesto que los donantes con menos recursos económicos o más vulnerables (incluye personas analfabetas, inmigrantes indocumentados, presos y refugiados políticos) son el blanco de la comercialización de trasplantes, se produce inexorablemente una injusticia y debería prohibirse”. 
 
El llamado “Modelo Iraní” de trasplante de riñón crea alarma, aunque se trate de un país fuera de las normas éticas convencionales.  Hoy día ofrecen a los donantes un “regalo altruista” de 300  dólares por parte del gobierno, con un año de cobertura médica gratuita y un suplemento económico de 3.000  dólares por parte del receptor (“Paid Living Donation and Growth of Deceased Donor Programs”. Transplantation. 2016; 100(6):1165-9).
 
Pero más nos alarma un creciente movimiento en nuestro mundo occidental,  inducido por la presión de las listas de espera para trasplante. Prefiero pensar que esta es la única razón. En junio de 2014, la Sociedad Estadounidense de Trasplantes y la Sociedad Estadounidense de Cirujanos de Trasplante planteaban que “deberíamos trabajar juntos para explorar oportunidades de cambiar o modificar las donaciones de órganos y sentar las bases para los próximos pasos a seguir con expertos en economía, derecho y ética,  el Congreso, las agencias responsables de la política de salud de los EE UU y el público estadounidense «.
 
Con esta filosofía podemos leer en el American Journal of Transplantation (A Cost-Benefit Analysis of Government Compensation of Kidney Donors.American Journal of Transplantation 2016; 16: 877–88) una pionera propuesta para que el gobierno (no particulares) compensen a los donantes vivos de riñón con 45.000 dólares y a las familias de los donantes fallecidos con 10.000 dólares. “Tal compensación sería considerada una expresión de agradecimiento por la sociedad para alguien que le ha dado el regalo de la vida a otro”.  No parece lejos del “Modelo Iraní” ofreciendo una “compensación”. Proponen los autores de este estudio, que se incluya una póliza de seguro para los donantes vivos contra cualquier problema de salud que pueda desarrollarse en el futuro como resultado de la donación, incluidas la discapacidad y la muerte. 
 
Argumentan sus autores que podrían evitarse de 5.000 a 10.000 muertes prematuras al año en EEUU y que mejorarían la calidad de vida de 100.000 pacientes sometidos a diálisis y además, los beneficios superarían ampliamente a los costos. Llamativo artículo que plantea importantes consideraciones éticas y que intenta abrir “la caja de Pandora”. 
 
Desde 2010 funciona en nuestro país el modelo del donante “Buen Samaritano”,  en el que un donante anónimo altruista ofrece uno de sus riñones a una pareja donante y receptor que están en lista de  espera al ser incompatible el trasplante entre ellos. El donante de esta primera pareja ofrece su riñón a otra pareja de donante / receptor también en lista de espera y cuyo receptor es compatible. Se inicia así una cadena, que puede incluir a varias parejas que termina con el trasplante de un receptor en lista de espera.
 
Recientemente y en base a este modelo del “Buen Samaritano”, una empresa privada norteamericana, “Global Kidney Exchange”, con un modelo avalado por el Premio Nobel (2012) de Economía Alvin Roth, está intentando extender una nueva práctica economicista para el tráfico de órganos. Consiste en ofrecer a ciudadanos de países con pocos recursos la posibilidad de trasplantarse el riñón, siempre que acudan a EEUU con una pareja donante. Otra pareja receptor / donante con suficientes recursos económicos espera el riñón y,  ofrece el riñón de su donante al receptor que acude de ese país sin recursos. Además, parece ser que al “trasplantado pobre” le ofrecen diez años de inmunosupresión gratis.
 
Afortunadamente el Comité de Trasplantes del Consejo de Europa, cuya Presidente actual es la española Beatriz Domínguez-Gil, impulsado por nuestra Organización Nacional de Trasplante (ONT) ha condenado unánimemente este modelo que intenta abusar una vez más de los más desfavorecidos con intereses economicistas. ¿Cuánto aguantará la caja de Pandora sin abrirse? 
 
 
 
 
 
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