El Dr. Juan Manuel Garrote aborda en este artículo para Médicos y Pacientes la importancia de la formación en Gestión Clínica para mejorar el Sistema Nacional de Salud, así como para que sean los profesionales sanitarios los que lideren los cambios del sistema, y aplaude la iniciativa formativa de la Fundación para la Formación de la OMC en este sentido
Madrid, 13 de septiembre de 2013 (medicosypacientes.com)
La importancia del profesional en la Gestión Clínica
Desde los años 50 del siglo pasado, en los países europeos desarrollados se ha ido variando el sistema de prestación de servicios sanitarios, y se ha ido organizando desde la individualidad en el ejercicio de la medicina, en la cual se ofertaba al paciente consultorios privados atendidos por un solo médico o clínicas con unas pocas camas para hospitalización de pocos días, a mayor complejidad en esta atención. Con el advenimiento en España del aseguramiento colectivo o la seguridad social en los años 60, se comenzaron a construir ambulatorios, en los cuales se combinaban la medicina general y algunas especialidades y por otro lado hospitales, que fueron cada vez más grandes y con más camas, en los cuales, los pacientes con mucha frecuencia ingresaban más tiempo de una semana. Posteriormente los ambulatorios se han ido convirtiendo en centros de salud en los cuales, en general, las únicas especialidades que existen son medicina familiar y pediatría y por otro, los macro hospitales se están tendiendo a atomizar e intentando que las estancias sean muy cortas o casi inexistentes.
Todos estos cambios organizativos en los servicios de salud y centros sanitarios, han ido acompañados de un incremento importantísimo de, recursos técnicos, de inmuebles y de recursos humanos, lo que conlleva un incremento enorme en el coste de estos recursos. A medida que el sistema sanitario se ha ido haciendo más complejo, el médico se ha ido alejando del control de la organización de este sistema; al principio, fueron los gestores públicos (más en hospitales, aunque también en atención primaria) los que preferían no tener involucrados a los médicos en la organización del sistema y se les tenía en cuenta como meros consultores, ya fuera de tecnología o de implantación de algún servicio, pero al final los médicos se fueron enajenando de las decisiones que no tuvieran que ver con el estricto desarrollo de la atención al paciente y en su entorno cercano.
Todo este desarrollo, en el que se invierte un porcentaje de los recursos públicos, ha dejado insatisfechos a todos los actores de este gran teatro que es la sanidad pública española. La Administración Pública comprende que un sistema tan complejo y con alto coste, no obtiene los resultados óptimos que debería tener, aunque sean buenos. Los médicos se sienten poco o casi nada partícipes de las modificaciones que hay que hacer para mejorar el sistema, percibiendo los cambios como una amenaza. Los pacientes se sienten poco representados dentro de la atención a su salud. A ello hay que añadir que los equipos sanitarios se han convertido en multidisciplinares, encontrando hasta siete profesiones o trabajadores distintos dentro de un equipo e salud.
En la búsqueda de soluciones a este problema, se han intentado múltiples iniciativas y desde los años 80, han ido apareciendo los modelos gerenciales, las Fundaciones, las EBAS (entidades de base asociativa)…. con desiguales resultados.
Quizás el problema de no encontrar un sistema adecuado de optimización de los recursos, radique, en el alejamiento de los centros de decisión y de los centros de actuación; es decir el alejamiento de la gerencia o gerentes, de los médicos y sanitarios en general. En este contexto se han comenzado a impulsar las Unidades de Gestión Clínica, existiendo a lo largo del país algunas experiencias piloto con desiguales resultados. Lo que si se ha comprobado hasta ahora es que: es importante la mayor implicación del médico y el equipo sanitario en la gestión de su entorno profesional. Sin la participación directa en esta Gestión el sistema sanitario público no mejorará adecuadamente. Que los desequilibrios entre las diferentes actividades de los médicos deben ser equilibrados desde el entorno inmediato es decir: la carga de trabajo de los médicos deben ser gestionada por los propios médicos. Que la cercanía al control de los recursos posibilita la modificación de las desviaciones de efectividad en menos tiempo: es decir: los problemas que surgen dentro del entorno sanitario se resuelven con mayor celeridad si el profesional partícipe de ese recurso está cerca de él y es consciente del desvío y de su solución con mayor antelación. Que el paciente encontrará mejor recogidas sus necesidades si existe más proximidad a los centros de decisión,, es decir, si su médico tiene capacidad de influir en el sistema.
A todo este entramado, en el cual hay un punto en común de acuerdo: el sistema sanitario necesita una mejora, y esa mejora es posible, existe una carencia: la casi nula formación de Gestión de los médicos clínicos y por ello hay que saludar la iniciativa de la Fundación para la Formación de la OMC, en realizar un curso de aproximación a la Gestión Clínica; pues no hay que asimilar la gestión clínica a la macro o meso gestión de los recursos, es decir ni la de los gerentes, ni en muchos casos la de los coordinadores, directores de centros o jefes de servicios, sino a la micro gestión diaria de cada profesional en su entorno inmediato. Además hay que añadir una particularidad, una vez comenzado este proceso de implantación de unidades de gestión clínica y en un contexto de equipo multidisciplinar, liderará este equipo el profesional mejor preparado, independientemente o no ,del que consuma más recursos y los médicos debemos, creo yo, asumir ese liderazgo que nos permitirá dirigir la navegación de este barco.
Más información sobre el curso de Gestión Clínica de la OMC aquí
Entrevista con el Dr. José Ramón Repullo sobre Gestión Clínica , aquí
Juan Manuel Garrote Díaz
Coordinador Médico de Comunicación de la OMC