José Ramón Núñez, hasta hace escasas semanas coordinador de Trasplantes y director del Banco de Tejidos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, se ha convertido en el primer clínico español que dirige el Programa de Donación y Trasplantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Confiesa en esta entrevista concedida a Diario Médico que una de sus prioridades es combatir el tráfico de órganos a nivel mundial
Madrid, 18 de diciembre 2012 (medicosypacientes.com)
José Ramón Núñez, hasta hace escasas semanas coordinador de Trasplantes y director del Banco de Tejidos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, se ha convertido en el primer clínico español que dirige el Programa de Donación y Trasplantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestra su orgullo de pertenecer a un sistema sanitario, el español, cuyo modelo de trasplantes, el gestionado por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), es referente mundial en cuanto a liderazgo absoluto en número de donaciones y órganos trasplantados, manteniendo una total equidad y transparencia.
–¿Qué primeras directrices pondrá en marcha teniendo en cuenta que la OMS, órgano independiente ligado a Naciones Unidas, no tiene carácter ejecutivo?
-La OMS es un órgano asesor y colaborador en el sentido de que ofrece recomendaciones y ayuda a determinados países encaminadas a desarrollar programas ajustados a la logística e idiosincrasia, incluso cultural, de cada país, porque no es lo mismo realizar un trasplante de riñón, por ejemplo, en Nueva York que en Pakistán, facilitando además soporte en forma de formación de personal cualificado. El objetivo es que los países sean capaces de llegar a la autosuficiencia, que es la filosofía global de la OMS, en cuanto a órganos para suministrar a sus ciudadanos y que sean trasplantados. Lo esencial de esto es que evita el terrible problema que es el tráfico de órganos.
-¿La lucha contra el tráfico de órganos es uno de sus objetivos prioritarios?
-Desde luego. Pero hay que ser realistas: no se podrá luchar contra este fenómeno si no se ofrecen armas para hacerlo: ayuda o soporte legal. En todos los países occidentales la venta de órganos está perfectamente regulada. Pero, una vez más, hace unos dos años, España dio un paso más allá en la diferenciación: en el Código Penal no sólo es delito la venta de un órgano sino que además está penado, hasta con 12 años de cárcel, recibir un órgano procedente del tráfico de órganos. Normalmente, ocurre en países como China o Pakistán, entre otros, donde los receptores extranjeros pagan por un trasplante sin conocer el origen del órgano. Es una forma de compromiso internacional: ningún español va a incurrir en este hecho fuera de España porque está penado.
-¿Cuál es la situación actual del mercado negro de órganos?
-Cada año se trasplantan en el mundo entre 80.000 y 100.000 personas de diferentes órganos. De ellos, un 10 por ciento, lo que supone entre 8.000 y 10.000 trasplantes, proceden del tráfico de órganos, que no es más que la venta de un órgano por necesidad, por auténtica miseria. Por ejemplo, en Pakistán hay hospitales que realizan trasplantes con una aceptable garantía médica y en los que los pakistaníes venden su riñón por 2.000 dólares (con los que mantiene a su familia durante un año), y que se convierten en 70.000 u 80.000 dólares para el ciudadano que recibe el órgano. Los países ricos se aprovechan de esa circunstancia. Hay que luchar contra ello.
-¿Qué es más urgente: asesorar a los países ricos o centrarse en los más pobres?
-Por ejemplo, países muy ricos de Oriente Medio, como Arabia Saudí, Dubai, Emiratos o Kuwait, no se preocupan de tener un programa de trasplantes sino que mandan a sus ciudadanos a que se trasplanten en países vecinos como Pakistán, muy pobre, y pagan la factura. Hay que transmitirles un esfuerzo de concienciación de que eso no se puede hacer y ayudarles a montar su propio programa. Es una labor de la OMS.
–España, Francia e Italia acaban de consolidar la Alianza del Sur, un espacio público para la donación de riñón en cadena. ¿La OMS tendrá algún papel?
-Hay que llegar a la autosuficiencia y, si ésta no la puedes conseguir en tu país, pues es importante realizar alianzas entre iguales: trasplante público y gratuito. Este último concepto es otro de los grandes problemas porque no ocurre lo mismo en otros países del mundo. Por ejemplo, en México la donación es gratuita, pero el trasplante se realiza en centros privados y pagando por ello. Claro, ¿quién tiene opción de ser trasplantado? El que tiene dinero para pagarlo, por lo que la población percibe que si careces de recursos nunca podrás ser trasplantado, aunque done mis órganos…
-¿Por qué los países del norte de Europa tienen modelos basados más en la gestión privada? ¿Son equitativos?
-Sí lo son, pero lo que tiene que ser absolutamente equitativo es lo que se llama la distribución de los órganos en el sentido de que los pacientes en lista de espera tienen el mismo acceso, siguiendo criterios estrictamente médicos, a un órgano, independientemente de quién vaya a pagar el gasto, que no va a ser el enfermo, desde luego, fenómeno que, por otra parte, sí se produce en Estados Unidos. Tampoco hay que olvidar que la medicación inmunosupresora si no se financia se acompaña de un elevado riesgo de pérdida del órgano, lo que ocurre en muchos países.
-¿El ideal es tender a la globalización?
-La OMS tiende a la globalización, pero siempre teniendo en cuenta matices de índole muy diversa de cada uno de los países. Por ejemplo, en China no se cree en la muerte cefálica, por lo que ayudará a potenciar las donaciones en parada cardíaca, hecho aceptado cultural y socialmente. Poco a poco se irán dando pasos en aspectos legislativos y médicos, asesorando que la muerte cerebral es igual a la cardiaca, aumentando las donaciones y eliminando el estigma de las donaciones de las ejecuciones de prisioneros, hecho cierto y reconocido, pero que ha empezado a cambiar por la aplicación de un programa de trasplante serio y respaldado por la OMS.
-¿Las peculiaridades de cada país son el principal obstáculo para implantar programas de calidad?
-En trasplantes hay que atender a la realidad de país y a cada región de cada país. En África, por ejemplo, puede resultar impensable hablar de programas de trasplante cuando la población muere de hambre, por VIH o en el parto, pero sí se han puesto en marcha focal points para concretar ciertas medidas. No obstante, si los conceptos de equidad y de no tráfico de órganos de la OMS se van cumpliendo, conseguiremos puntos concretos, adaptados y consensuados.
-Cuando termine su labor en la OMS, ¿qué le gustaría haber conseguido?
-En la OMS puedo estar un máximo de siete años y medio más. Luego te jubilan obligatoriamente. Es difícil marcarse unos objetivos, pero los mínimos son conseguir, o al menos avanzar, en la autosuficiencia y sobre todo, reducir, porque será complejo eliminar, el tráfico de órganos en un 5 por ciento.
(Se adjunta texto de la entrevista íntegra publicada en Diario Médico)