El profesor Joan Monés, miembro de la Comisión Central de Deontología de la OMC, reflexiona sobre el capítulo del Código Deontológico dedicado a la docencia. Dicho capítulo intenta reflejar de forma sucinta y sencilla pero inequívoca, que los médicos docentes deben trasmitir además de conocimientos científicos y técnicos, también sobre ética, deontología y comunicación con el paciente
Madrid, 12 de junio 2013 (medicosypacientes.com)
«Sobre docencia médica»
Dr. Joan Monés Xiol
Profesor Emérito de Medicina y Bioética de la Universidad Autónoma de Barcelona
Comisión Central de Deontología de la OMC
El Código de Deontología Médica (CDM) en este capítulo intenta reflejar de forma sucinta y sencilla pero inequívoca, que los médicos docentes deben trasmitir a los estudiantes de Medicina y a los médicos en formación para ser especialistas, además de conocimientos científicos y técnicos, también conocimientos sobre ética, deontología y comunicación con el paciente.
El estudiante de Medicina
Son varios los caminos que llevan a un adolescente a elegir ser médico. Sobre una indudable base vocacional hay otros condicionantes diferentes en cada sujeto. Una vez dado este paso se inicia el camino de la formación que surge también de la observación de la actitud de los docentes ante el ejercicio de su actividad, en la que se debe incluir la formación ética. Las habilidades inherentes a la profesión médica y la necesidad de buena comunicación con el paciente, llevan años para desarrollarse adecuadamente y esta realidad debe ser explicada para evitar la frustración del aprendiz.
La docencia ética como parte de la docencia médica
La preocupación en el aprendizaje de las materias básicas y clínicas lleva al estudiante de medicina a concluir que la ética y bioética son rellenos, de poca utilidad en la práctica profesional. Es una posición errónea y por ello es preciso transmitirles que todo acto médico, lleva implícito un componente ético. Afortunadamenteen los últimos años se está constatando que los alumnos de Medicina traen incorporadas actitudes positivas en aspectos relacionados con el humanismo y que cada vez más, tienen y sienten el sentido social de su futura profesión.
La docencia en los centros sanitarios
Una de las actividades de la acción profesional del médico es contribuir en la enseñanza tanto de los estudiantes de medicina como de otros médicos en fase de especialización Médicos Internos y Residentes (MIR), formación continuada de colegas, etc. En la formación las enseñanzas técnicas se deben acompañar de las éticas y deontológicas y sobre todo con el ejemplo del docente. Es la «conducta ética» lo que debe enseñar. En el terreno de la ética, no se trata tan solo de exponer una teoría o una hipótesis, sino de demostrar una buena relación con el paciente, a partir del modelo del propio docente.
El MIR debería empezar a realizar un procedimiento diagnóstico o terapéutico tras conocer bien la teoría, haberlo visto practicar y si posible, haber realizado prácticas de simulación y/o previamente procedimientos de menor complejidad. Este aspecto está contemplado en el Artículo 63.5 del CDM: «Los responsables de la docencia clínica velarán para que los procesos de enseñanza y aprendizaje se desarrollen minimizando las molestias que pudieran suponer para los pacientes».
El paciente como «docente»
Es necesario que los ciudadanos conozcan bien la imprescindible necesidad de docencia en los centros sanitarios, ya que a veces puede provocar incomodidades a pacientes. Sin embargo, la gran mayoría de pacientes lo aceptan sin problemas e incluso algunos se sienten participantes directos y necesarios de la docencia, asumiéndolo como un servicio a la sociedad (paciente como «docente») e incluso beneficiarse, ya que su participación en el aprendizaje, implica una mayor atención a su caso, el que le atienda más de una persona, el que se comente, etc.
Los MIR son licenciados en Medicina y se tienen que responsabilizar de acciones de «medicina general» sobre todo en urgencias. Pero, no es menos cierto que la ausencia de tutela adecuada, es no tan sólo una cuestión técnica sino también ética. Es por tanto necesario que la firma del alta realizada por el médico adjunto totalmente formado, no sea un trámite burocrático, sino la plasmación de un control tutelar real y efectivo.
¿Y si un paciente se niega a ser tratado por un MIR? Los pacientes son colaboradores y aceptan, de manera implícita o explícita su participación. Pero, se puede producir la excepción y un paciente exigir que su asistencia sea realizada exclusivamente por médicos adjuntos. La pregunta es: ¿los pacientes tienen derecho a que el centro sanitario acepte su negativa? Es probable que el desconocimiento de lo que representa el sistema de formación MIRy las garantías de supervisión que conlleva, pueda estar en el origen del rechazo. La explicación por parte del médico docente de que el procedimiento en que va a participar el MIR es acorde con su nivel de formación y que está capacitado, aunque tenga una limitada experiencia, puede hacer cambiar la primitiva negativa. El médico docente puede argumentar que el proceso de aprendizaje implica si cabe un mayor control y por tanto un plus de más garantías.
Si persiste la negativa en procedimientos que sólo se hacen por motivos de aprendizaje (por ejemplo, una segunda exploración ginecológica) hay que aceptar la negativa. Ahora bien en procedimientos necesarios para una correcta asistencia, es deontológicamente adecuado hacer ver al paciente que su negativa vulnera el «principio de justicia», en la obligación de repartir la justa distribución de los recursos sanitarios y su negativa esta injustificada. Sin embargo, aceptando el básico artículo 5.3 del CDM»la principal lealtad del médico es la que debe a su paciente y la salud de este debe anteponerse a cualquier otra conveniencia…»se podría admitir la negativa del paciente como excepción por el potencial riesgo para su salud generado por la tensión en la relación médico-paciente, si se persistiera en que la atención fuera realizada por el MIR.