"Por más vueltas que le demos, el R.D. de el Real Decreto por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte de los enfermeros, reafirma lo que ya estaba reglamentado", según el Dr. Antonio Fernández-Pro que analiza en este artículo de Diario Médico, el contexto de la nueva normativa
“Por más vueltas que le demos”
Dr. Antonio Fernández-Pro, presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y representante nacional de médicos de Administraciones Públicas de OMC. Artículo publicado en Diario Médico
Cuando las funciones profesionales se politizan sucede lo que sucede. El conflicto entre los profesionales de la Medicina y los de la Enfermería no debió desencadenarse por ningún motivo. Los presidentes de ambos consejos nacionales tenían diálogo y podían ponerse de acuerdo como para llevar adelante un compromiso que no invadiera competencias ni desmereciera a nadie. ¿Y quién era el organismo idóneo para motivar un consenso entre ambas partes? ¿Quién tenía la potestad de legislar al tiempo de contemporizar? El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que, a tenor de lo publicado, parece ser que no consigue conformar a las partes.
Veamos los hechos. A mediados de septiembre, el Ministerio citó a la Comisión de Seguimiento de la Mesa Estatal de Enfermería. Supuestamente la reunión era para analizar la situación de todos los temas pendientes, sobre todo definir el decreto de prescripción enfermera que llevaba desde hace tiempo gestionándose. Desde la foto de la Moncloa, en la que están los foros de las profesiones médica y enfermera junto al Ejecutivo (julio de 2013), a día de hoy poco se ha movido y los médicos decidimos denunciar y dar por roto el Pacto con el Gobierno por sus reiterados incumplimientos.
En este contexto, Enfermería pidió la publicación de un decreto de prescripción que les permitiera emitir recetas de medicamentos; argumentaron que es práctica en Andalucía, Cataluña y País Vasco. Además, aseguraron que cuentan con programas de formación que se pueden impartir en los diferentes centros formativos.
Tras muchas palabras en el camino, el Consejo de Ministros, a propuesta del titular de Sanidad, aprobó el Proyecto de Real Decreto por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte de los enfermeros, que por lo visto no conforma a dicho colectivo. Según dicen, el ministro hizo caso omiso de las exigencias; entre la profesión médica el decreto es considerado acertado. No obstante, a pesar de la divergencia, el Ministerio declara que “ha sido aprobado con el consenso de todos”.
Es cierto que hace tiempo que no hay acuerdo entre médicos y enfermeros, hablando de prescripción, pero creo que el Ministerio ha logrado acentuarlo. Los médicos somos del parecer de que hay conflictos que distraen el esfuerzo y desunen las profesiones como puede ser pretender modificar la prescripción cuando ya hay una ley que especifica cuáles son las funciones de cada parte y habiendo otros asuntos más acuciantes para legislar. No es bueno que existan desavenencias entre los sectores de la salud, pero la radicalización de una diferencia nos parece, cuanto menos, poco adecuada.
Competencias
Médicos y enfermeros tienen perfectamente claras cuáles son sus funciones y actividades, llevamos años trabajando codo con codo y en perfecta sintonía, imprescindible para la atención sanitaria de calidad que el ciudadano merece. Es un error plantear este tema como una pugna de cualificaciones. La prescripción únicamente puede ser del que diagnostica, llegando a ella después de una secuencia lógica y reflexiva. No obstante, se puede estudiar con detenimiento si en casos concretos o durante el seguimiento y control de un paciente se pueden compartir ciertas competencias, pero de ninguna manera las que son atributo de cada profesión.
A los médicos lo que hoy nos preocupa es la precariedad laboral, que la plantilla se haya reducido casi a la mitad, que la atención primaria siga tan o más postergada que nunca, la urgencia de concretar un Pacto por la Sanidad, la financiación del Sistema Nacional de Salud, las disposiciones sobre desarrollo profesional, la derogación de parches como la no asistencia a inmigrantes irregulares, darle impulso a la ampliación de empleo médico, salida a los MIR, resolver las listas de espera, disponer de leyes sobre paliativos, de apoyo real a la incapacidad, de interrupción del embarazo, solucionar la burocracia e inoperancia…
En resumen, los riesgos de quiebra económica y hasta moral de una sanidad pública que hasta hace pocos años ha sido universal, equitativa y al servicio del ciudadano. Se deben impulsar medidas que mejoren la eficiencia, aumenten la calidad, y no esperar que el buen servicio dependa únicamente del esfuerzo personal de los facultativos. Y, por qué no, incrementar la dignidad profesional de las personas que más cerca que nadie están de los pacientes y a su cabecera.
Mucho ruido y pocas nueces
Cuando el Consejo de Ministros aprobó el real decreto de prescripción enfermera, sonaron los truenos del sector médicosanitario. De nuevo el Ministerio lograba estimular un conflicto en vez de promover un consenso. Todo ello nada tiene que ver con la cualificación de los profesionales de Enfermería: el quid es el intento de autorizarles legalmente ciertas prácticas que son prerrogativa de los médicos, por formación académica y curricular. De no ser así, puede resultar un grave riesgo para los pacientes… Es un hecho que ambas profesiones se complementan, pero ejercen tareas específicas que constituyen la función de sus actividades.
Al final, mucho ruido y pocas nueces. El nuevo marco legal aprobado deja las cosas prácticamente como estaban: el real decreto mantiene que es responsabilidad del médico el diagnóstico, la indicación del tratamiento y la prescripción; es el único capacitado para prescribir fármacos sujetos a receta, junto con odontólogos y podólogos. Se trata de un decreto ley que ha tenido un proceso similar a la Ley de Garantías del año 2006. Respecto a los enfermeros, podrán recomendar de manera autónoma fármacos que no requieren receta.
Digamos que, por más vueltas que le demos, reafirma lo que ya estaba reglamentado.