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Dr. Antonio Ares Camerino: «Cicatrices»

El Dr. Antonio Ares Camerino, vicesecretario del Colegio Oficial de Médicos de la Provincia de Cádiz, reflexiona en este artículo sobre  "las cicatrices" de la pamdemia de COVID-19 en la salud mental de la población, especialmente en los adolescentes

“No pedí la vez. Poco a poco me estaba adaptando a las maneras de los jubilados. En la mano llevaba mi tarjeta sanitaria. No sabría precisar lo que me faltaba, pero mi pastillero estaba en las últimas. En la cola, a las puertas de la farmacia, se agolpaba una ristra de personas canosas. El contrapunto a tanta edad lo ponían dos chicas jóvenes. El color de sus impávidos rostros, sus intrépidos peinados y sus estrafalarias indumentarias, justificaban enseguida su pertenencia a la pertinaz pastillería. La lentitud en el progreso de la espera era más que manifiesta. Sólo me quedaba restringir la parsimonia mirando a un lado y a otro. De reojo intenté escudriñar a la compañía de la pausa impuesta. Una señora, de estrenada peluquería, hacía juegos malabares con su andador de última generación. La boina del señor del jersey de cuello vuelto de color verde mitigaba lo sureño con un contrapunto norteño. Su conversación ilustrada versaba sobre la brisa del levante que se nos venía encima. Una octogenaria, con su carro de la compra tuneado, en versión 3.0, amagaba con colarse. Sus ansias superaban a su turno. Pero ahí estaba el calvo reivindicativo, de pequeño bolso cruzado, que le alentó al retroceso. Mis ojos se fueron directamente a las cicatrices que vi en los antebrazos de la más joven de la fila. En su intención había querido remedar, con medidas exactas, los trastes de una guitarra española. Las autolesiones se completaban con dispersas quemaduras de cigarrillos. Todas estaban en el lado izquierdo. No había dudas, era diestra. A su lado,  la que se intuía que era su hermana mayor, tampoco parecía gozar de buena salud mental. Su rostro plano y la caída del labio inferior de su boca la transportaban a la categoría de sobremedicada. Dicen que en los andares y en la cadencia al hablar se denota la ansiada estabilidad. El balanceo del compás bracero en la marcha y el manejo silábico de las palabras denotan el tratamiento. Los detalles de sus maneras me hicieron sólo vislumbrar cuanto sufrimiento cabía en esas dos almas jóvenes”.

Los datos numéricos de la pandemia de la Covid-19 en nuestro país son desoladores. Más de 100.000 personas fallecidas (según datos extra oficiales podrían alcanzar cerca del doble), cerca de 13 millones de personas contagiadas y una crisis económica sin precedentes que ha empobrecido, si cabe aún más, a las personas más vulnerables.

Ante tanto dolor y sufrimiento hemos podido comprobar como ese Sistema Sanitario, que para todos era la joya de la corona de nuestro estado del bienestar, se está convirtiendo en una simple baratija que empieza a ser muy golosa para el sector privado. A su vez hemos constatado que, una de la triada de la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud Mental está tan en precario que casi podemos hablar de una atención tardía, pobre y sin medios materiales ni humanos suficientes. En este orden de cosas los más perjudicados los grupos más frágiles, las personas jóvenes y que están en edad provecta.

A lo largo de los últimos años y, en especial, desde el inicio de la pandemia por COVID-19, la salud mental de los niños y adolescentes en España se ha deteriorado. Antes de la pandemia ya se estimaba que en torno al 10% de los niños y al 20% de los adolescentes sufría trastornos mentales, con consecuencias que se pueden prolongar a lo largo de toda su vida. En la actualidad, los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Así lo ha constatado el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia. No sólo ha aumentado el número de pacientes jóvenes, sino que los casos son cada vez más graves, requieren un mayor número de hospitalizaciones y se producen en edades más tempranas.

Los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen en la adolescencia la hacen de especial vulnerabilidad. Si le añadimos la exposición a la pobreza, a los malos tratos o la violencia, la adolescencia  se convierte en una etapa crítica para la salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder a una atención de salud mental son factores fundamentales para su salud y bienestar durante esos años y la edad adulta.

Según la OMS estas enfermedades siguen en gran medida sin recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos.

Las enfermedades mentales en la adolescencia producen exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización, dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala salud física y violaciones de derechos humanos. En la adolescencia se desarrollan hábitos sociales y emocionales importantes para la salud mental. Adoptar patrones de sueño saludables; hacer ejercicio regularmente; desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas, y aprender a gestionar las emociones. Y sobre todo contar con un entorno favorable y de protección en la familia, la escuela y la comunidad en general.

Trastornos emocionales como la ansiedad o la depresión dificultan una vida escolar normalizada. El retraimiento social puede exacerbar el aislamiento y la soledad. La depresión puede llevar al suicidio.Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los adolescentes jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno disocial (con síntomas de comportamiento destructivo o desafiante) son cada vez más frecuentes. Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud. Los trastornos con síntomas de psicosis suelen aparecen a finales de la adolescencia o a principios de la edad adulta. El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores.

Durante la adolescencia se inician algunos de los comportamientos de conductas de riesgo para las enfermedades mentales, como el consumo de sustancias o las prácticas sexuales de riesgo.

Las autolesiones no suicidas (ALNS) en la adolescencia han aumentado hasta llegar a una prevalencia de casi el 20%, con una reincidencia en más de un 80% de casos. Se definen como el daño autoinflingido en la superficie corporal con el fin de ocasionar placer de forma repetitiva, sin un claro deseo suicida. Estas conductas autolesivas son socialmente inaceptables pero no sancionadas. Incluyen todos los comportamientos como cortarse, morderse, rascarse, quemarse, pegarse contra objetos, arrancarse el pelo, entre otros.

La promoción de la salud mental de los adolescentes debe ir orientadas a fortalecer sus capacidades para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia para gestionar situaciones difíciles o adversas, y promover entornos y redes sociales favorables.

Las administraciones sanitarias deben priorizar las necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud mental. Su lentitud puede convertir los problemas puntales en enfermedades mentales crónicas. En el caso de la salud mental de los adolescentes es clave evitar la institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y Adolescente.

Es necesario que nuestro Sistema Sanitario  provea de los recursos suficientes en psiquiatría y psicología clínica para poder tratar de manera adecuada los trastornos emocionales a nuestros adolescentes.

¡Que sus únicas cicatrices sean las de caricias y besos!

BIBLIOGRAFÍA

https://www.aeped.es/noticias/pandemia

Ospina Gutiérrez ML, Ulloa Rodríguez MF, Ruiz Moreno LM. Autolesiones no suicidas en adolescentes: prevención y detección en la atención primaria. Medicina Familia SEMERGEN. Vol. 45 nº8 (pag 546-551).

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescent-mental-health

* Las tribunas y artículos publicados en medicosypacientes.com no representan posturas o posicionamientos oficiales del CGCOM

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