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Dr. Alberto Berguer: Colegiación obligatoria

El Dr. Alberto Berguer habla sobre colegiación obligatoria en un artículo de opinión publicado en Acta Sanitaria. El ex presidente de la OMC pone de manifiesto que, a pesar de la evolución y la consolidación de sindicatos médicos y corporaciones, sigue existiendo un ámbito totalmente diferente, el de la colegiación, que debe mantenerse al margen

 

Madrid, 13 de noviembre de 2013 (medicosypacientes.com)

Colegiación Obligatoria

Si un profesional médico ha de estar colegiado obligatoriamente, es un tema que está en el candelero, desde el siglo XIX y que recomenzó en la nueva etapa democrática, en los años setenta. Los opositores a la existencia de dichas instituciones alegaron que eran preconstitucionales, obsoletas y que estuvieron casi toda su historia supeditados a los deseos del poder político en el franquismo y, como consecuencia de ello, dirigidos por médicos ultraconservadores y no representativos de la realidad profesional. Las posturas más radicales vinieron de la izquierda del momento, lideradas por los grupos políticos de ese signo, que utilizaron para ello a algunos profesionales médicos que compartían su criterio.

En ese momento de la historia, los profesionales en general y los médicos en particular no tenían en general una mentalidad asociativa como no fueran sus organismos científicos y mucho menos un criterio sindical. En principio comenzaron a reunirse en sus centros de trabajo, fundamentalmente en los hospitales, para abordar los problemas y las reivindicaciones del momento. Pronto necesitaron contactar con los médicos de los demás hospitales, para poder intercambiar opiniones, establecer líneas de actuación y elegir a quienes de ellos debían de vehicular sus propuestas. Esos movimientos, asamblearios de principio y que se fueron estructurando posteriormente, comenzaron a reunirse en los colegios de médicos, solicitando reuniones a unas juntas directivas que a veces se oponían a los movimientos de base, a los que no estaban acostumbradas. Las directivas colegiales más reaccionarias se opusieron, sobre todo en los colegios pequeños, aunque pronto las asambleas de los hospitales los obligaron a consentirlos. Los directivos colegiales de las provincias mayores y con varios hospitales, aunque con las mismas reticencias, tuvieron que aceptar a esos movimientos de base dentro de sus espacios físicos y comenzar a negociar, tanto la formación de una representación paralela, como la incorporación de la misma a la estructura colegial. Así nacieron las históricas Mesas de Hospitales, que supusieron el germen que democratizaría a la larga esas instituciones.

Lo que se dice en pocas palabras, no fue una tarea fácil; fueron años de negociaciones, enfrentamientos ideológicos y políticos de unos y otros y posteriormente de luchas por el poder. Las juntas directivas colegiales fueron asumiendo la realidad del ejercicio profesional y articulando unas representaciones acordes con los problemas de cada uno de los colectivos médicos; nacieron las vocalías de Atención Primaria, Hospitalaria, médicos en formación, ejercicio liberal, jubilados, médicos en paro, etc.

La huelga de hospitales de mil novecientos setenta y siete, que había sido precedida por una de los médicos residentes dentro del franquismo y que les dio los derechos laborales que tienen hoy, fue la segunda huelga de profesionales en España y la primera de médicos de plantilla. Articulado como movimiento asambleario de principio y utilizando las instalaciones del Colegio de Médicos de Madrid, trascendió al Consejo General y fue sin duda lo que dio lugar al comienzo de la transformación de ese organismo. Muchos somos los que hemos luchado en esos frentes durante años, hemos conseguido la democratización de esas estructuras y que las instituciones colegiales adquirieran su solidez organizativa y la seriedad en sus competencias y objetivos. Incluso dentro del ámbito puramente médico no han dejado de existir enfrentamientos, sobre todo en principio, con el sindicalismo médico, deslindando terrenos de actuación que muchas veces se imbricaban y sobre todo porque en su nacimiento el sindicalismo médico fue más representativo de los médicos de Atención Primaria que de los Hospitales, con lo que ello suponía entonces de formas de entender y ejercer la profesión, así como de las reivindicaciones de unos y otros, teniendo en cuenta que los ambulatorios no estaban jerarquizados. Fueron etapas también convulsas, que hubo que ir superando, enfrentándose, negociando, cediendo, buscando puntos de encuentro y acercándonos unos a los otros.

En esa época también el nuevo sindicalismo dejó la clandestinidad y brotó con fuerza en las Centrales Sindicales, y la democracia hizo que los trabajadores, viendo sus ideologías y reivindicaciones, se afiliaran a unos u otros. Se tardó un tiempo hasta que, al margen de las Centrales Sindicales, nacieron nuevos sindicatos más específicos, donde los profesionales se encontraron más representados en sus cometidos y mucho menos ideologizados. Las grandes centrales sindicales, aprovechando el momento político propicio para ello, se apoderaron de las infraestructuras del sindicalismo vertical y ello les facilitó su crecimiento.

El tema de la colegiación no tuvo gran trascendencia en las otras profesiones, sin duda porque la presión hacia el Poder Político, para inducir cambios, quien la ejercía fundamentalmente eran los sindicatos del sector público junto con los del sector privado, que aglutinaban grandes cantidades de trabajadores; entiéndase la metalurgia, el carbón, la construcción, la banca, etc. Pero en el sector público los sanitarios, como asalariados públicos, eran cuantitativamente los más numerosos, pero sindicalmente no suponían competencia, en las llamadas mesas sectoriales, en que se aglutinó la representación. Los colectivos de médicos y enfermería pronto no se vieron representados sindicalmente y fueron articulando sus propias representaciones sindicales, pero paralelamente conservaron sus colegios profesionales, lo que sin duda a nivel sanitario se consideró un inconveniente para los intereses de las Centrales Sindicales.

Los cometidos de la Organización Médica Colegial, como corporación de derecho público y por tanto supeditada en sus Estatutos y su Código Ético y Deontológico, a la sanción de los poderes del Estado, suponen al tiempo de la representación de la profesión, una garantía para los pacientes y ello ha de obligar a todo el colectivo médico. No se trata de un asociacionismo médico en relación con intereses concretos, como son los sindicales o los científicos como son de las sociedades médicas. Tal es la importancia que se le da a los colegios, que no es infrecuente que candidaturas sindicales profesionales se presenten a las elecciones de los colegios, intentando copar sus juntas directivas; eso no es grave, únicamente habla de la importancia que se le da a esa representación conjuntamente.

Hoy en día la representación de los colegios es democrática al igual que los sindicatos médicos o de enfermería y, para quienes vivimos esa época histórica, ambos tienen un gran valor; sus cometidos están bien diferenciados, pero en momentos críticos se han articulado simbiosis, que les han dado fuerza, no solo con sus representados ante los poderes públicos, sino ante intenciones de minusvalorar el poder de esos colectivos por determinadas fuerzas sindicales. La colegiación obligatoria es algo que a sectores de la izquierda más radical no les agrada; voces, eso sí, que abogan por la no obligatoriedad de la colegiación, sobre todo porque difícilmente van a poder imponer sus criterios ideológicos sobre la organización colegial.

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