No cabe duda de que la formación continuada es fundamental en Medicina. De ahí que el médico haya estado desde siempre muy motivado por su mejora permanente y ha sido un consumidor habitual de actividades relacionadas con la misma. Ante esta premisa, el decano de la Facultad de Medicina de Las Palmas, el profesor Rodríguez de Castro, insiste en la necesidad de velar por la misma, al tiempo que rechaza su improvisación o su condicionamiento a intereses ajenos a su razón de ser
Madrid, 1 de junio 2012 (medicosypacientes.com)
-¿Cuáles son los principales signos de la repercusión de la crisis en la Formación Médica Continuada?
–La cualificación que se exige a los médicos es cada vez mayor. Medicina es la carrera universitaria más larga y la que captura a nuestros jóvenes más capaces Pero, por otra parte, el capital humano se vuelve obsoleto con rapidez. La fecha de caducidad de las destrezas y conocimientos del médico se adelanta cada vez más a medida que el cambio tecnológico se acelera y el cuerpo de doctrina se ensancha. Por eso, la necesidad de formación continuada es más evidente en Medicina que en otras profesiones. Es por esto que el médico ha estado desde siempre muy motivado por su mejora permanente y ha sido un consumidor habitual de actividades de Formación Médica Continuada (FMC). Este compromiso ético con la calidad de la profesión médica y las nuevas tecnologías y el acceso a la información que éstas suponen, han atenuado, de momento, el efecto de la crisis sobre el Desarrollo Profesional Continuo (DPC) y su constituyente formativo, la FMC.
-Desde su punto de vista, ¿qué responsabilidad han de asumir, en estos momentos, Colegios de Médicos y Sociedades Científicas en esta materia?
-La FMC siempre ha supuesto un elemento prioritario de la actividad de las Sociedades Científicas. La mayoría de ellas tienen sus propios programas y me atrevería a decir que, en la actualidad, son los principales proveedores de FMC en nuestro país. En cualquier caso, tanto las Sociedades Científicas como los Colegios de Médicos deben ir más allá de ser meros proveedores o intermediarios de actividades de FMC, o agentes acreditadores de las mismas. Efectivamente, las nuevas demandas sociales exigen que tanto las Administraciones como las organizaciones profesionales, se comprometan a rendir cuentas y a actuar de forma conjunta y responsable, con el último objetivo de conseguir el mejor estado de salud y de bienestar de la población.
-Un aspecto siempre a debatir en este tema es el de la financiación de la Formación Médica Continuada a cargo de la Industria, de las Administraciones como empleadores, del propio interesado, o a través de los Colegios de Médicos como intermediarios entre los docentes y discentes ¿se debería cambiar el escenario aprovechando la situación? ¿cuál es su opinión al respecto?
-Aquí, lo importante es subrayar que la FMC no debe improvisarse o realizarse condicionada por intereses ajenos a lo que debe ser su razón de ser. Las actividades de FMC son una parte del DPC que debe estructurarse, planificarse, diseñarse, sistematizarse, acreditarse y evaluarse en ese contexto. Por consiguiente, es importante asegurar que no queden sin cubrir áreas importantes por falta de recursos o patrocinadores, y aquí, tanto los Colegios Profesionales como las Sociedades Científicas y la Administración deben ser garantes de que así sea.
-¿Cree que el proceso de Certificación de la Formación Médica Continuada establecido actualmente es el adecuado? ¿piensa que habría que revisarlo?
-El objetivo de la FMC es la mejora de la actuación del médico. Sin embargo, no es fácil establecer una relación inequivoca entre actividades de FMC y cambios en la conducta profesional. En este sentido, lo importante es que el médico sea capaz de reflejar lo que ha aprendido y aplicarlo a la práctica clínica en un contexto de diálogo con sus colegas y con revisiones periódicas de los resultados de su DPC. Lo que se persigue con ello es identificar áreas de mejora, es decir, tareas en las que el médico debe invertir más esfuerzos formativos. Para lograrlo, cada médico debería tener un registro de su DPC que sentaría así las bases de la autorregulación responsable. Es evidente que se debe asegurar de alguna forma que las actividades que forman parte del DPC tienen los requisitos de calidad adecuados. Por consiguiente, debe existir un sistema de acreditación de actividades y de reconocimiento oficial de proveedores de las mismas.
A mi juicio se debería avanzar hacia la homologación internacional de los créditos de FMC y, en general, de las actividades que formen parte del DPC. Se han dado pasos en esta dirección, aunque en España, con el “desmantelamiento” del Sistema Español de Acreditación de la FMC (SEAFORMEC), parece que caminamos justamente en dirección contraria.
-¿De qué herramientas dispone el profesional para poder llevar a cabo un adecuado programa formativo, se resentirán también con la crisis?
-El mantenimiento de la competencia profesional es una necesidad ineludible en el ejercicio de la profesión y constituye un deber ético. A pesar de que los médicos están muy familiarizados con el aprendizaje continuo, se debe facilitar el soporte necesario y una oferta educativa variada para que puedan elegir el recurso formativo que mejor se adapte a su situación o a sus necesidades: programas educativos orientados a satisfacer las necesidades propias de su ámbito de especialidad o subespecialidad, acceso a tecnologias de la información, un tiempo suficiente para la formación, soporte de otros colegas y de las organizaciones profesionales para difundir la cultura del aprendizaje, una estructura de soporte adecuada y, naturalmente, recursos económicos para poder llevar adelante todo ello.
-¿Se le facilitan estas herramientas desde sus puestos de trabajo?
-Obviamente, además de la buena disposición de los profesionales, es importante el ambiente laboral del médico. Es trascendental que la propia tarea que el médico desempeña sea una fuente de aprendizaje. Para que el trabajo sea la fuente de mejora profesional se requiere que las organizaciones empleadoras, -los servicios públicos de salud en la mayoría de los casos-, permitan una organización de las tareas que faciliten el proceso reflexivo e integrador del médico sobre su práctica cotidiana y el aprendizaje a partir de la misma. Esta es la parte más débil del contexto en que se desarrolla en la actualidad la FMC en nuestro país, donde es difícil que la Administración, y menos en un contexto de recortes como el que estamos viviendo en la actualidad, facilite actividades de aprendizaje en pequeños grupos, conferencias clínicas, sesiones de “feedback” a partir de casos clínicos concretos y con los colegas de trabajo, el análisis de incidentes críticos, modernos programas de “e-learning”, etc., todo ello, conviene recordarlo una vez más, encaminado a mantener y mejorar la salud del a población que atendemos y a estimular la cultura de la calidad y la seguridad.