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«Cuando se habla de atención sanitaria, estamos hablando de personas»

En el acto de inauguración del Congreso Nacional de Médicos Titulares, el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Isacio Siguero, se refirió a la necesidad de acercamiento entre médicos y pacientes que demanda la sociedad actual, a la importancia de la autorregulación en esta profesión y al papel de los Colegios de Médicos como garantes de la atención sanitaria de calidad que deben recibir todos los pacientes

Madrid, 7 noviembre 2008 (medicosypacientes.com)

Isacio Siguero Zurdo
Presidente del Consejo
General de Colegios
Oficiales de Médicos

Ayer se inauguró en Córdoba el Congreso nacional de Médicos Titulares, una categoría profesional creada hace 150 años a fin de agrupar a los médicos que dependían del Ministerio de Sanidad como funcionarios pero que desarrollaban tareas asistenciales y que, con el traspaso de competencias a las Comunidades Autónomas, han visto como quedaban agrupados en 17 modelos distintos.

En el acto de inauguración, el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Isacio Siguero, se refirió a la necesidad de acercamiento entre médicos y pacientes que demanda la sociedad actual, a la importancia de la autorregulación en esta profesión y al papel de los Colegios de Médicos como garantes de la atención sanitaria de calidad que deben recibir todos los pacientes.

Ofrecemos a continuación su intervención:

La celebración de este Congreso Nacional de Médicos Titulares ?150 años de historia? no podía encontrar sede más apropiada que la ciudad de Córdoba, en donde es imposible abstraerse a la influencia que el binomio Medicina-Cultura árabe tuvo en nuestro país y en nuestra profesión. Y en esa Medicina, los principios éticos y religiosos, junto con los usos y costumbres de la sociedad y la cultura estaban íntimamente ligados. Prueba de ello es el dicho ?solo hay dos ciencias: la teología (salvación del alma) y la medicina (salvación del cuerpo)? que guiaba a la medicina árabe en la que se armonizaban dos saberes: los relativos a la creencia en un único Dios creador del hombre y los procedentes de la cultura griega que mostraban al hombre como un conjunto de órganos y funciones.

La ciudad de Córdoba, a través de su historia y su relación con la Medicina, nos recuerda esa unión, que desde siempre ha existido, entre la ciencia y la ética, entre el médico y el paciente, entendido este último como un ser humano al que es preciso conocer y ayudar. De hecho, la medicina islámica tenía un profundo sentido de compasión fraternal y se consideraba la ética como imprescindible, llegando a afirmar que sólo un hombre de buenas costumbres podía ser buen médico.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos hemos reclamado reiteradamente la necesidad de un retorno al humanismo en Medicina, algo que hemos calificado como ?la asignatura pendiente?. No podemos olvidar que el objeto fundamental de la Medicina es el hombre enfermo y en consecuencia el conocimiento del hombre constituye la base del saber médico.

Es importante que desde las propias Facultades de Medicina se transmitan a los alumnos las características esenciales de lo que representa ser médico en la sociedad e incorporar a los planes de estudio los nuevos conceptos del profesionalismo médico. El futuro médico deberá conocer la íntima relación entre ética, equidad y salud, y aprender las obligaciones que imponen la autorregulación profesional y el sentido especial que deben alcanzar en su ejercicio profesional las cuestiones fundamentales para el ser humano.

Existe la tendencia, en nuestra sociedad, de ofertar cada vez más y mejores servicios sanitarios, y el ciudadano asume esa oferta como un hecho exigible toda vez que va en beneficio del bien más preciado, que es la salud. Sin embargo, si esa ampliación de la oferta no se acompaña de los correspondientes recursos técnicos y humanos, la consecuencia será la insatisfacción del ciudadano.

El ejercicio profesional está supeditado no sólo a los conocimientos y habilidades médicas sino también a otros aspectos de la práctica profesional relacionados con el entorno y la gestión del conocimiento y de la información. Por ello, la práctica clínica debe ser la más efectiva para cada paciente, prestada en el momento oportuno y con el mejor coste posible, considerando las preferencias de los pacientes y de la sociedad.

Y en este entorno, los médicos cuentan con unas instituciones de ayuda y representación cuyo papel es insustituible y cuya independencia de poderes políticos o económicos garantiza la equidad: los Colegios de Médicos. Los Colegios Oficiales de Médicos son los garantes, ante su propia profesión y ante la sociedad, de la calidad profesional de los profesionales y de los servicios que prestan a los ciudadanos.

Ante el debate, reabierto ahora, sobre si la colegiación debe ser o no obligatoria, la pregunta que debemos plantearnos es si queremos un modelo de Colegios de Médicos como el actual, capaz de hacer cumplir unas normas y compromisos profesionales a todos los médicos, tal como sucede en los países más avanzados, o si por el contrario sólo queremos unos Colegios de élite que estarían a la disposición de algún pequeño colectivo privado, que accedería a ellos de forma voluntaria.

La obligatoriedad de la colegiación es una medida que garantiza a todas las personas aquello que ?de no ser así- sólo estaría garantizado para unos pocos. Desde luego, cuando ?como sucede en el campo de la salud de las personas- hablamos de derechos o de bienes fundamentales, estos deben garantizarse por igual a todos y no solo a determinados grupos.

Dadas las características y el objeto de la profesión médica, sólo los propios médicos están en condiciones de evaluar la calidad humana y profesional de la asistencia médica. Sólo los propios médicos pueden evaluar a otros médicos con el criterio y la fuerza moral exigible. En consecuencia, la sociedad debe saber que esta autorregulación profesional es más justa y eficaz que el sistema judicial, al que por cierto no sustituye sino que complementa.

Tenemos que seguir luchando por una profesión fuerte, con el reconocimiento social y profesional que siempre la ha distinguido, y esto es así porque el paciente ?que es nuestra razón de ser- tiene derecho a exigir la máxima calidad en la atención sanitaria que se le dispense, porque ?no lo olvidemos- no estamos hablando de mercancías o de servicios comerciales, sino de atención sanitaria y, sobre todo, de personas.

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