Carlos Herrera, médico de formación y periodista de ejercicio profesional que se ha convertido en uno de los líderes de la radio española, no olvida sus orígenes como huérfano de médico y a quienes le ayudaron a estudiar Medicina cuando murió su padre, especialista en dermatología, cuando apenas él tenía 11 años
Sevilla, 29 de diciembre de 2014 (medicosypacientes.com/T.A.)
“He tenido siempre una sensación de deuda permanente con la Fundación de Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC) y al colegio de médicos porque gracias a las ayudas que me prestaron cuando yo era un chiquillo pude estudiar la carrera de Medicina”. Así se expresa Carlos Herrera en una entrevista para la Revista OMC de diciembre que hoy recogemos en médicosypacientes.com.
Con su característico sentido del humor, cuenta en esta entrevista que “afortunadamente para la salud del país, nunca ejercí la medicina” y se ha dedicado a algo que considera “más inocuo como es esto del periodismo”. Asegura que, ahora, pasados los años, siente de corazón, un “profundo agradecimiento” y se plantea colegiarse.
En esta entrevista, Carlos Herrera habla del ejercicio de la medicina “un trabajo difícil, duro, pero inmensamente vocacional”, del nivel de atención sanitaria de los españoles que considera “extraordinario” y a los profesionales “excelentes” y cuestiona la “cantidad de microbiólogos en el mundo del periodismo” que han surgido con el Ébola que, en su opinión “producen bochorno”.
La entrevista se realizó en su Sevilla del alma, como él la siente, porque aunque nació en Cuevas del Almanzor (Almería) y vivió su infancia y adolescencia en Mataró (Barcelona), donde ejercía su padre como dermatólogo, la mayor parte de su vida ha vivido y disfrutado en la capital de Andalucía, de la que ejerce como el mejor de los embajadores de su cultura, gastronomía y tradiciones. Ello le ha valido la Medalla de Andalucía y el premio Sevillano del Año y ser Pregonero de la Semana Santa de Sevilla, galardones que aprecia por encima de cualquiera de los múltiples premios periodísticos que ha recibido a lo largo de su amplia trayectoria profesional en radio y televisión y también en prensa.
¿Qué recuerdos tienes de aquellos años, tras la muerte de tu padre?
De aquellos años, lo que recuerdo es que no fluía el dinero en casa, vamos, que no había nada, y recuerdo a mi madre que era la que tenía que salir adelante todos los meses. Yo estudiaba con dos tipos de ayudas, una beca para estudiar el bachillerato que me daba el Monte Pío, y otra ayuda que me daba la de la Fundación Patronato de Huérfanos y con la que pude estudiar en la Facultad de Medicina. No solo eran becas; eran ayudas generales que yo recuerdo con profundo agradecimiento. Sabía que tenía que sacar buenas notas o que, cuando menos, no podía meter mucho la pata, que algunas veces la metía porque no he sido el estudiante más brillante de la historia, pero, poco a poco, conseguí aprobar y, sobretodo, ahorrar el dinero justo.
La FPSOMC nació en 1917 con un objetivo único de solidaridad de los médicos con compañeros o familiares necesitados ¿Cómo lo viviste entonces?
La verdad es, ahora, esto de la solidaridad lo vemos mucho más sencillo porque está más institucionalizada y hay más conciencia, pero, entonces, cuando en el año 68 yo me quedé huérfano, no era tan fácil, tenía más merito. A mí, me llamaba mucho la atención que los colegios de médicos ayudaran a su gente, a los familiares de médicos que habían fallecido. Era de admirar el hecho de que, durante muchos años, pusieran su dinero que, al fin y al cabo, salía del bolsillo de los colegiados, y lo repartieran entre los más necesitados. Eso, creó en mí una corriente de simpatía eterna con el colegio y, por ello, he tenido siempre con la Fundación y el colegio de médicos como una sensación de deuda permanente.
Es evidente que, gracias a ellos, yo pude estudiar y, gracias a que pude estudiar, aunque a trancas y barrancas, fui aprobando de aquella manera y, a buen seguro, estoy ahora aquí por todas esas ayudas.
¿Estudiaste medicina por tradición familiar? ¿qué recuerdas de aquellos años de la Facultad?
En aquellos años, vivíamos en Mataró, donde mi padre obtuvo una plaza de dermatólogo y allí fue donde falleció. El estaba colegiado en el Colegio de Médicos de Barcelona. Yo no sabía exactamente bien lo que quería hacer; a mí, la dermatología no me gustaba, pero la medicina si y estudié Medicina porque en mi casa no se hubiera contemplado otra cosa.
Reconozco que los estudios de Medicina me aportaron mucho, pero entendí que lo mejor era dedicarme al periodismo que era lo que me gustaba y jamás me colegié. Pero, ahora que lo pienso, lo tenía que haber hecho, porque eso de tener un número de colegiado…Me estás dando ideas; me parece que me voy a colegiar.
Lo que sí es cierto es que la Medicina me gusta, es una disciplina además enormemente humanista. El médico, catedrático y polígrafo José de Letamendi decía aquello de que “del médico que no sabe más que Medicina, ten por cierto que ni Medicina sabe”. Yo no puedo estar más de acuerdo porque siempre he considerado esta profesión esférica, completa, humana, absoluta, técnica y científicamente, y para comprobarlo, solo tenemos que fijarnos en el progreso de la Medicina.
Pero aquello pasó. Ahora, para ejercer la medicina, yo tendría que volver a estudiar la carrera otra vez porque, aunque la clínica sigue siendo más o menos parecida, han cambiado prácticamente todas las técnicas, especialmente la quirúrgica.
¿Porqué te pasaste al mundo de la comunicación?
En primero de Medicina ya hacía pinitos en la radio, era lo que me entusiasmaba y, aunque estaba convencido de que mi dedicación iba a ser esta que ejerzo, decidí acabar la carrera porque las cosas que se empiezan, hay que acabarlas.
Cuando aprobé la última asignatura ?algo que me costó la misma vida-, tuve que entrevistar al catedrático veinte veces para demostrarle que me gustaba más al periodismo que la Medicina y aquí estoy. Ahora me dedico a esto más inocuo como es el periodismo!.
¿Cómo ves la profesión médica, la más valorada por los ciudadanos?
Hay que considerar que no es fácil estudiar la carrera de Medicina. Además, si quieres especializarte, tienes que superar una prueba selectiva para ser Médico Interno Residente que solo consiguen el 25-30% de los que se presentan, con la circunstancia añadida de que, el que quiere ser pediatra en Santander lo que te toca, por nota, en el caso de haber aprobado, es ser cardiólogo en Valencia. Y dice, bueno, voy a ser cardiólogo en Valencia, pero ser cardiólogo en Valencia es estar cinco años de Residente cobrando una cantidad mínima. Por todo esto, no es ningún regalo ser un médico; se puede llegar a ser una estrella de la cirugía siendo un gran cirujano, pero eso cuesta muchos años de trabajo y se lo ganan bien ganado. Creo que todo esto explica la valoración de los ciudadanos.
Sin embargo, hay otras profesiones, meramente oficios, que están mucho más recompensados, sin tener la responsabilidad que tiene la profesión médica, en la que un error humano, puede llegar a provocar la muerte de una persona. Y donde, además, el médico está sometido a una presión intervencionista no sólo por la autoridad sino también por los pacientes que es, a veces, incomprensible.
Desde la atalaya de la radio, desde la que pulsas la opinión de políticos y ciudadanos ¿cuál es tu percepción de la Sanidad en España con la crisis y los recortes?
Los que, como yo, hemos tenido la fortuna de viajar por el mundo, de utilizar servicios médicos en otros países, puedo decirte que el nivel de la Sanidad española es muy bueno, y el nivel de protección del ciudadano español es extraordinario y, además, contamos con excelentes profesionales. En cuanto a la investigación, tal vez, está más desarrollada la norteamericana singularmente, pero sin embargo, no lo está la asistencia y la protección del individuo.
Yo creo que el nivel de asistencia de nuestra Sanidad pública y el nivel de nuestra capacidad técnica médica y asistencial en España es absolutamente excelente aunque eso no quiere decir que mañana vayamos a la Sanidad pública y tengamos que esperar media hora, o nos citen dentro de un mes para hacernos un T.A.C.; eso es otra cosa; eso es administración, organización. Pero el T.A.C. saldrá bien y quien nos va a hacer el T.A.C. es un gran profesional y, desde luego, si tenemos un problema de salud, se van a desvivir por nosotros.
¿Tú vas a la Sanidad pública o a la privada?
A la pública. Luego tengo un seguro asistencial que, a veces, me es más fácil ir al lado de casa donde también trabajan estupendos médicos.
La verdad es que tengo la suerte de que voy poco al médico. Sólo, de vez en cuando, voy a hacerme un chequeo anual, veo que las cosas están bien y ya lo dejo.
En esta situación de dificultad, anualmente más de 3.500 médicos se van fuera de España porque aquí no hay trabajo. ¿Cuál es su opinión?
En mi época pasó algo parecido. La serie que hizo furor en los años 70, “Centro Médico”, con el famoso Dr. Gannon disparó las vocaciones de cirujanos en las facultades de Medicina; en clase, éramos, sin exagerar unos 250 estudiantes Y, ahora, ha vuelto a suceder que hay excedentes y los médicos españoles han encontrado hueco en la Sanidad sueca, en la Sanidad noruega, en la Sanidad británica y, especialmente, en la portuguesa, que es la más cercana y donde, curiosamente, están mejor retribuidos que en la Sanidad española. Aquellos que se han ido han tenido que hacer un gran esfuerzo para readaptarse a su trabajo, entre otras cosas, porque tienes que preguntarle a un tío en sueco qué es lo que le duele. Es un poco complicado porque no nos lo traemos aprendido de casa, pero está mejor pagado. A mí, me gustaría saber cuántos de los médicos que se han ido quieren volver.
Ante esta situación, ¿Qué consejo le dirías a un joven que empieza a estudiar Médicina?
Este es un trabajo indudablemente duro, difícil, pero inmensamente vocacional. En Medicina, nunca puedes esperar que solo con el esfuerzo vayas a llegar a ser un buen médico. Es necesario un desarrollo posterior para ejercer bien la profesión, encontrar un trabajo que, en estos tiempos, no es fácil, y que este sea justamente recompensado.
Desde luego, es una cuestión vocacional porque todos los días hay que seguir estudiando. Yo me acuerdo de mi padre y conozco grandes médicos sevillanos, algunos con 65 años, que los sábados los dedican a estudiar, a repasar; a estudiar nuevas técnicas que se imponen. Es algo sorprendente, fascinante y, desde luego, digno de aplauso.
¿Cómo has percibido el tratamiento informativo en situaciones sanitarias tan complicadas como la del Ébola?
He de decir que con un poquito de bochorno porque han surgido una cantidad de microbiólogos en el mundo del periodismo que a mí me sorprenden. Yo, que estudié microbiología, histología, biología y, la verdad, he tenido que repasar algunos conceptos para saber exactamente de qué estábamos hablando y, mientras, veía y escuchaba a algunos que no han abierto nunca un libro de microbiología, hablar con una soltura en que me alucinaba.
Además, creo que, como en muchos otros casos, ha habido frivolidad en el tratamiento de éste tipo de información. Las informaciones médicas, yo las cuido muy mucho por mi formación y, antes de hablar de cosas que más o menos sé o no recuerdo, procuro estudiármelas muy a fondo y creo que, desgraciadamente, no se ha hecho lo mismo por los compañeros de profesión.