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La enfermedad mental desde el enfoque de la Protección Social

 

El avance acaecido en la última década en la promulgación de los derechos de las personas con discapacidad, ha llevado a un cambio en la conceptualización clásica de la enfermedad mental

 

Madrid, 11 de julio de 2014 (medicosypacientes.com)

Los factores contextuales asumen un papel crucial para entender el funcionamiento del individuo. El énfasis en las capacidades y el respeto a la autonomía individual marcan las bases de las intervenciones en este ámbito.

Términos como Diversidad, Accesibilidad, Integralidad, Atención Centrada en la Persona o Inclusión Social fundamentan los nuevos modelos de atención. Pero no hay que obviar que, en el caso de los trastornos psicóticos, llevarlos a cabo supone un reto.

En numerables ocasiones nos encontramos con familias que desconocen las distintas opciones que nos presentan los nuevos modelos de atención integral.

Más allá del diagnóstico y de la actuación de los equipos de salud mental, conviene tener presente la necesidad de solicitar los reconocimientos oficiales de la situación de la persona.

Una persona con un diagnóstico de Esquizofrenia, que presente una marcada restricción en la realización de las actividades de la vida cotidiana, podría tener reconocida una discapacidad grave. Esto le daría acceso prestaciones económicas, recursos o ventajas fiscales.

En la misma línea, se tendría que valorar la situación de dependencia ya que actualmente, el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), regula el acceso a los servicios públicos como teleasistencia, ayuda a domicilio, centros o residencias, y a prestaciones económicas, bien sea vinculadas a servicios, para cuidados en el medio familiar o de asistencia personal.

En ambos casos, conviene acceder a los servicios sociales correspondientes para iniciar los trámites oportunos.

Puede darse el caso de que la persona tenga limitada su capacidad para adoptar decisiones adecuadas en la esfera personal o en la administración de sus bienes. En estos casos, debería estudiarse la conveniencia de implantar medidas de protección, como la declaración de la incapacidad jurídica. No obstante, es importante aclarar que la deficiencia física o psíquica no es, en sí misma, un criterio de valoración para determinar que una persona deba de ser incapacitada. Ésta debería producirse únicamente cuando sea necesaria para el bien del individuo y restringida a aquellas áreas donde verdaderamente precisa ayuda.

Hay que diferenciar claramente la incapacidad civil de la incapacidad laboral. Esta última se refiere exclusivamente a la capacidad para desarrollar una actividad profesional y se declara a través de una resolución administrativa del INSS.

Trasversal a cualquier proceso de intervención, es necesario potenciar un entorno facilitador.

Las personas con trastorno mental apenas utilizan ningún producto de apoyo, a pesar de que puedan presentar dificultades para la realización de las actividades cotidianas.

Las agendas, las aplicaciones móviles, pastilleros con alarma, dispositivos que facilitan la secuenciación de las actividades, electrodomésticos con apagado automático, localizadores, etc., son algunos de los productos que permiten el desenvolvimiento de la persona en su vida ordinaria y fomentan su autonomía.

También habrá que tener en cuenta la importancia de facilitar la accesibilidad y adaptaciones en el hogar, ya que muchos de estos enfermos presentan dificultades en la movilidad causadas principalmente por los efectos secundarios de la medicación.

Por otro lado, participar en actividades de ocio normalizadas, donde los intereses de la persona se tengan en cuenta y se respecte la individualidad, es clave para el diseño de los programas de rehabilitación según los nuevos paradigmas.

Así mismo, la valoración de las capacidades para el empleo y el apoyo desde los programas de inserción laboral, son facilitadores que se deben tener en cuenta.

En todo este recorrido la familia es un factor clave para la evolución de la enfermedad. Actúa como elemento facilitador en la medida que mejora la adherencia al tratamiento y potencia hábitos saludables de vida. En ocasiones, también puede suponer un elemento obstaculizador, cuando la dinámica familiar no genera un ambiente estable.

No hay que olvidar que las familias soportan una carga excesiva que condiciona su relación con el entorno. Por ello, los programas y servicios deben de contemplar el apoyo a los familiares, desde la comprensión de su situación específica hasta el aprendizaje de herramientas y estilos de afrontamiento que permitan disminuir el estrés.

Queda mucho camino para conseguir romper los estereotipos existentes. De ahí la necesidad de dar a conocer el esfuerzo que cada día, estas personas y sus familias, realizan para poder ejercer sus obligaciones y derechos como ciudadanos.

En este sentido, cabe mencionar el trabajo del movimiento asociativo, que a través de sus programas y actuaciones, dan apoyo a enfermos y sus familias en distintas áreas (necesidades sociales, vivienda, empleo, justicia, educación, etc.)

Por último, señalar cómo la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada por la ONU en el 2006, marcó un camino para hacer más visibles a este conjunto de ciudadanos con plenos de derechos.

Reflexionar sobre la individualidad de cada persona y su participación plena en la comunidad, es el gran reto que se plantea para el adecuado desarrollo de las personas con enfermedad mental o en situación de dependencia.

La Fundación Patronato de Huérfanos y Protección Social de Médicos Príncipe de Asturias pone a disposición de sus socios protectores (los médicos colegiados) y sus familias el Programa de Protección Social, que además de ayudas y prestaciones contempla servicios como el de Atención Social. Este Servicio de Atención Social tiene como principal objetivo proporcionar una respuesta integral a las necesidades de información, valoración y/o atención que puedan presentarse ante determinadas problemáticas personales o familiares.

Si desea ampliar esta información puede ponerse en contacto con el Servicio de Atención Social a través del teléfono 900 22 21 21, o en la web de la Fundación (www.fphomc.es).

FPSOMC

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