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Dr. Caballero, MSF: “Los campos de refugiados no son la mejor manera de gestionar una crisis humanitaria”

Unos 275.000 refugiados viven en el mayor campo de refugiados del mundo en Dadaab, Kenia, expuestos a hambrunas, epidemias y con carencias de servicios básicos. Esta situación se ha visto agradaba con la decisión del Gobierno de cerrar este campo, obligándoles a retornar a zonas de conflicto en Somalia, un país desgarrado por la guerra y con un sistema de salud totalmente insuficiente. Para el Dr. Pascual Caballero, pediatra de Médicos sin Fronteras, “los campos de refugiados no son la mejor manera de gestionar una crisis humanitaria”

El Dr. Pascual Caballero, pediatra de Médicos sin Fronteras participará en el II Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC), este jueves y viernes, 26 y 27 de enero en Santander, para hablar de la realidad de la atención sanitaria en el mayor campo de refugiados del mundo Dadaab, Kenia.

 
Según cuenta en esta entrevista, en los campamentos de refugiados los servicios sanitarios se organizan para prevenir, minimizar y paliar los numerosos problemas que la carencia de servicios básicos genera en la población somalí.
 
Este encuentro, organizado por la Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC (FCOMCI) y el Colegio de Médicos de Cantabria, supone para el experto una oportunidad de “testimoniar ante el colectivo médico y la ciudadanía española la realidad de poblaciones totalmente abandonadas a su suerte tras guerras y catástrofes naturales”.
 
-¿Cómo es la situación actual en Dadaab, Kenia, el mayor campo de refugiados del mundo?
 
El Gobierno de Kenia ha decidido de manera unilateral el cierre definitivo de los campamentos en Mayo de 2017, aduciendo motivos de seguridad nacional; con esta circunstancia, 275.000 refugiados se ven forzados a retornar a zonas de conflicto en Somalia, un país desgarrado por la guerra y con un mínimo acceso a la vital asistencia médica y humanitaria.
 
¿Y la de la población infantil?  
 
Los niños, son el colectivo más numeroso y a la vez más vulnerable, junto a las mujeres embarazadas y los ancianos. Enviarlos a Somalia supondría exponerles a inseguridad alimentaria, ausencia de vacunas, violencia física y sexual, con un sistema de salud totalmente insuficiente para cubrir sus necesidades. 
 
-¿Cómo es la atención sanitaria de los refugiados?
 
La ONU declaró recientemente que cinco millones de personas están en riesgo de hambruna en Somalia. La vacunación contra enfermedades prevenibles es muy deficitaria, un indicio que revela un sistema de salud desgarrado durante más de dos décadas de guerra y donde incluso la atención médica básica es prácticamente inexistente.
 
Las mujeres embarazadas, sus hijos, las personas con enfermedades crónicas, los pacientes que reciben atención en salud mental, todos están en riesgo ante un posible regreso a zonas de conflicto.
 
En los campamentos de refugiados los servicios sanitarios se organizan para prevenir, minimizar y paliar los numerosos problemas que la carencia de servicios básicos genera en la población somalí. 

-¿Cuáles son las necesidades sanitarias más frecuentes? ¿Y las enfermedades más comunes?
 
A lo largo de 25 años, Dadaab ha sufrido diversas emergencias: crisis de malnutrición, sequías e inundaciones, epidemias (sarampión, cólera, Fiebre del Rift Valley, hepatitis), casos de poliomielitis importados de Somalia, y recientemente un aumento de los casos de violencia sexual. 
 
De manera continua la población presenta malnutrición crónica y aguda, anemias y enfermedades carenciales, infecciones respiratorias (neumonías), 
 
diarrea y otros cuadros gastrointestinales, parasitosis intestinales y cutáneas, patología de la embarazada y el parto (pre-eclampsia, hemorragias, distocias), tuberculosis, HIV, problemas de salud mental, y enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, epilepsia y asma. 
 
-¿Cuál es la intervención que está haciendo MSF en el terreno? ¿Qué apoyos recibe por parte de ONG o instituciones locales para mejorar la situación de las personas desplazadas?
 
En los campamentos de refugiados de Dadaab (Kenia) el personal de Médicos Sin Fronteras está trabajando en un hospital de 100 camas dentro del campo de Dagahaley y en dos puestos de salud, proporcionando consultas médicas para pacientes externos y servicios de salud mental, cirugías, planificación familiar, atención prenatal, diabetes, hipertensión, VIH y tuberculosis.
 
En total, durante 2015, nuestros equipos realizaron 182.351 consultas para pacientes externos e ingresaron a 11.560 pacientes en el hospital (estadísticas globales de 2016 en recuento y análisis). Además nos coordinamos con otras organizaciones para asegurar el acceso al agua potable, garantizar saneamiento, proveer vacunas, prevenir y tratar la malnutrición, vigilar la aparición de posibles epidemias, ofrecer refugio y utensilios básicos para la supervivencia, y en definitiva ofrecer la mejor asistencia médica posible en un contexto semidesértico tan difícil y aislado como es la frontera Kenia-Somalia.
 
A nivel externo, hemos publicado el informe ‘De Dadaab a Somalia: empujados hacia el peligro’ y en el que instamos al Gobierno de Kenia y al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con el apoyo de los países donantes, a considerar con urgencia otras alternativas de reasentamiento de los refugiados somalíes.
 
-¿Cuál es la labor de los médicos cooperantes? ¿Cree que es necesario formar a este colectivo que trabaja en los campos de refugiados para el diagnóstico adecuado?
 
En cualquier centro de atención sanitaria, incluso aquellos en países desarrollados con espectaculares avances tecnológicos, los resultados están íntimamente ligados a la capacidad de los recursos humanos. En un contexto como Dadaab, con carencias en medios diagnósticos y recursos terapéuticos limitados, esta dependencia del escaso personal médico y paramédico es aún mayor, por lo que su formación es fundamental para ofrecer la mejor respuesta posible a la gran diversidad y severidad de enfermedades que los refugiados presentan, muchísimas veces de forma ambulatoria, y sin posibilidades de revisión frecuente.
 
-¿Cómo está siendo la respuesta por parte de las instituciones locales, de las autoridades y de la población?
 
Los campos de refugiados no son la mejor manera de gestionar una crisis humanitaria que se prolonga ya 25 años, pero la decisión unilateral del gobierno keniata de cerrarlos ahora sin ofrecer otras soluciones duraderas empuja a los refugiados a volver de nuevo a una zona de conflicto, donde la atención médica se encuentra peligrosamente ausente.
 
El 86% de los refugiados encuestados recientemente en Dadaab no quiere volver a Somalia. El temor de las personas en torno a la inseguridad que se vive en ese país es elevado, y la mayoría – hombres y mujeres – asegura que el riesgo de violencia sexual es muy alto.
 
Esta decisión de forzar el regreso a Somalia es otra mancha en la protección de los refugiados a nivel mundial, donde de nuevo vemos el fracaso total en la prestación de refugio seguro para las personas que están peligro.
 
-¿Qué medidas consideran que se podía realizar para poner fin esta situación? 
 
Deben evaluarse de forma urgente soluciones a largo plazo, como la instalación de campos más pequeños en Kenia, el aumento del reasentamiento en terceros países, o la integración de los refugiados en las comunidades kenianas.
 
Además, desde MSF estamos haciendo un llamamiento a la comunidad internacional para compartir la responsabilidad con el Gobierno de Kenia. La financiación de los países donantes debe ser destinada a proporcionar asistencia sostenible en el país de refugio, no para apoyar lo que será un regreso forzoso a una zona de guerra.
 
-¿En qué medida cree que la celebración de Congresos de Cooperación como éste en el que participa sirve para alzar la voz y denunciar estas situaciones? ¿Qué papel juegan los profesionales sanitarios en este asunto?
 
Desde Médicos Sin Fronteras queremos agradecer a la OMC la posibilidad que nos ofrece de ser la voz de los que no tienen voz, y poder testimoniar ante el colectivo médico y la ciudadanía española la realidad de poblaciones totalmente abandonadas a su suerte tras guerras y catástrofes naturales. 
 
Además de prestar asistencia médica, los profesionales sanitarios debemos testimoniar y denunciar estas lamentables situaciones para promover reacciones globales de la sociedad civil y recordar la responsabilidad de gobiernos y entidades internacionales capaces de evitar, minimizar incluso detener los conflictos armados que originan flujos migratorios, así como para responder adecuadamente a corto y largo plazo a las necesidades de las poblaciones desplazadas.
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