Los trastornos mentales afectan a aproximadamente un millón de niños y adolescentes en España, siendo la ansiedad, la depresión o los trastornos por déficit de atención e hiperactividad los más prevalentes, seguido de otros trastornos del neurodesarrollo, trastornos relacionados con la alimentación o los del espectro autista
Madrid, 23 de junio de 2015 (medicosypacientes.com/EP)
De ellos, llama la atención que, “en los últimos años, están aumentando el número de casos de autismo, probablemente porque la detección es mucho mejor y porque con el avance de la Pediatra y la medicina hay una mayor supervivencia en niños que, por problemas del preparto, postpartos o parto temprano, va a desarrollar un trastorno del espectro autista”, según el psiquiatra Óscar Herreros, quien participa en el 16 Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil u Adolescente (ESCAP), que se celebra hasta el 24 de junio en Madrid.
Pese a que todos los datos señalan que, al menos, uno de cada cinco niños padecerá a lo largo de su vida un problema de desarrollo emocional o de conducta, la atención en España sigue siendo deficiente.
“En la mayor parte de España la intervención en Unidades Específicas de psiquiatría infantojuvenil o no existían o eran muy dependientes de la psiquiatría en el adulto y, por tanto, tenían poca especificidad; eso a lo largo de los años ha ido mejorando pero no en gran medida, y no es porque no existan grandes profesionales sino porque no hay una apuesta clara del Sistema Nacional de Salud (SNS) por el desarrollo de Unidades Específicas y dar trabajo a los profesionales”.
Si acaso, explica, en los últimos 20 años “los trastornos mentales han pasado de ser algo que estaba en manos de la psicología, porque se trataba de niños y los tratamientos farmacológicos eran tabú, a la situación actual con una conciencia más clara en la comunidad médica y científica de que, efectivamente, hay trastornos mentales en la infancia y de la envergadura y gravedad del adulto, y los tratamientos tienen que ser coherentes con esa gravedad”.
Según explica Herreros, los tratamiento farmacológicos son importantes para un buen tratamiento, sobre todo partiendo de la base de que “los trastornos mentales en general son enfermedades que tienden a debutar en los primeros años de la vida del adulto o últimos de la adolescencia”.
En este sentido, recuerda que la mitad de los trastornos aparecen por primera vez antes de los 14 años y más del 70% comienzan antes de los 18 años. “Muchas esquizofrenias y trastornos bipolares cuando escarbas en la historia clínica del paciente, se encuentra que con 12, 15, 17 años tenía síntomas, señalas de alarma de que algo le ocurría”, destaca.
Por eso, destaca que prevenir las causas de estos trastornos en una fase temprana es fundamental no sólo para que su calidad de vida durante la infancia y la adolescencia sea óptima, sino sobre todo para su vida futura.
Lamentablemente, el infradiagnóstico o el retraso del diagnóstico en España, así como la falta de un tratamiento adecuado a cada trastorno, preocupa a este experto que lamenta que el mapa en España muestre grandes diferencias en la atención dependiendo de la comunidad autónoma.
“En el SNS hay una franca carencia de recursos en lo referente a la psiquiátrica infantil. Hay áreas que están mejor atendidas y trastadas, donde se puede trabajar más directamente con el paciente, son sobre todo son las áreas metropolitanas; sin embargo en las zonas rurales o con menos recursos el acceso al tratamiento es difícil”, añade.
De cara al futuro, hay que ser conscientes de que los trastornos psiquiátricos en niños y adolescentes requieren un abordaje especializado, principalmente porque se trata de personas en fase de desarrollo que deben ser tratadas con especial atención y cuidado, de forma diferente a como se enfocan las terapias y tratamientos con adultos.
Objetivo: Atención Interdisciplinar
Por su parte, la doctora Josefina Castro-Fornieles, destaca que hay que “reducir la brecha” que existe entre la investigación y la práctica clínica.”Hay un reconocimiento internacional progresivo de la importancia de la investigación en psiquiatría infantil y adolescente, dado que en estas edades es posible estudiar los diferentes trastornos sin que influyan los años de evolución o tratamientos sucesivos. Sin embargo, existe una amplia brecha entre la práctica habitual y la investigación. El objetivo final de la investigación en psicología infantil y adolescente es mejorar la práctica clínica, y eso requiere el aumento de la relación entre las perspectivas clínicas y de investigación”, afirma.
En su opinión, se debe abordar la psiquiatría infantil y adolescente de manera interdisciplinar, con aportaciones de la pediatría, psicología, enfermería, departamentos de atención a la infancia, justicia juvenil, etc. “La investigación debe incorporar diferentes disciplinas como la neuropsicología del desarrollo, genética, neuroimagen, la neurobiología, la psicoterapia, la epidemiología y la prevención”, añade.
En salud mental infantil y adolescente es necesario abordar los trastornos de manera interdisciplinar y con la participación de diferentes profesionales, ya que “se enriquecerán sus conocimientos, en colaboración con diferentes grupos de trabajo, con el fin de abordar los factores ambientales, entorno familiar, problemas de aprendizaje, enfermedades crónicas, y así sucesivamente”.