El periodista, escritor y alpinista Sebastián Alvaro, creador del documental de aventura “Al Filo de lo Imposible”, participará en el I Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC) para hablar del proyecto humanitario que ha llevado a cabo en la aldea de Hushé, en Pakistán. En esta entrevista para Médicos y Pacientes, asegura que “el compromiso del mundo occidental con la ayuda humanitaria es apenas una gota de agua de todo lo que queda aún por hacer”
Madrid, 10 de noviembre de 2015 (medicosypacientes.com/T.A.)
El periodista, escritor y alpinista Sebastián Alvaro, creador del documental de aventura “Al Filo de lo Imposible”, participará en el I Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC) para hablar del proyecto humanitario que ha llevado a cabo en la aldea de Hushé, en Pakistán. En esta entrevista para Médicos y Pacientes, asegura que “el compromiso del mundo occidental con la ayuda humanitaria es apenas una gota de agua de todo lo que queda aún por hacer”.
Sebastián Alvaro, participará como conferenciante en este Congreso, organizado a través de la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI) y el Colegio de Médicos de Granada, que se celebrará en esta ciudad del 26 al 28 de noviembre. En esta entrevista, cuenta cómo se gestó el proyecto y los resultados del mismo desde que se puso en marcha en 2001.
Con más de 200 expediciones de aventuras a sus espaldas, entre ellas, la ascensión de las catorce cumbres que superan los ocho mil metros de altura en todo el mundo, travesías al Polo Norte y Polo Sur o exploraciones de lugares tan inhóspitos como el cañon del Yarlung Tsangpo, la Antártida o Tierra de Fuego, decidió ayudar a un aldea de 1.500 habitantes, Hushé, situada a los pies del Karakorum, en Pakistán, que no tenía servicios sanitarios y educativos y donde sus habitantes se morían de enfermedades infecciosas que en el mundo occidental se curan con un antibiótico.
Agradecido por la “fortaleza, lealtad y valentía” de estos porteadores en sus expediciones, decidió comprometerse con su salud y su educación. Hoy, cuenta la satisfacción que le produce ayudar a esta “gente que más lo necesita y más se lo merece” y lo ha hecho a través de un proyecto de cooperación global, cuyos frutos, 14 años después de ponerlo en marcha, son 7 dispensarios médicos que atienden a unas 4.000 personas de Hushé y Kande y otras ocho aldeas dispersas por el valle, además de, resultado del proyecto educativo con el que ha conseguido escolarizar al 93% de los niños y niñas de la aldea.
Entrevista completa
– 34 años escalando en el Karakorum, ayudado por los porteadores de la aldea de Hushé, y en 2001 decide llevar a cabo un proyecto educativo y sanitario en este lugar ¿Cómo surgió la idea?
– Fue un largo proceso que me llevó a involucrarme cada vez más con las personas que habitan en el norte de Pakistán, fundamental en la región del Baltistán, en donde se encuentran las montañas más altas y abruptas de la Tierra, y también unas aldeas pobres y necesitadas en donde nacen los mejores porteadores del mundo. Conocí a estos hombres rudos por mis expediciones y, muy pronto, me sorprendieron por su fortaleza, lealtad y valentía. Así que, de forma natural, comencé a ayudarles, a comprometerme con su salud y su educación. Al principio, eran acciones y ayudas puntuales, pero en el 2001 decidí emprender, junto a la ONG Sarabastall, un proyecto de Ayuda y Cooperación global en la aldea de Hushé, que más tarde estamos extendiendo a todo el valle.
-¿Quién está en la ONG Sarabastall? ¿Y cómo se subvenciona este proyecto?
– Aquella ONG, nacida en Caspe, se transformó en una Fundación para tratar de estar a la altura del importante proyecto que estábamos abordando. Somos un grupo de personas no muy numeroso que tiene su raíz en gente solidaria de esta comarca aragonesa, de participantes de expediciones de Al Filo de lo Imposible y otros profesionales de la sanidad, la educación y agricultura de Aragón, la Rioja, Barcelona y Madrid. También contamos con voluntarios de la sanidad que se suman en proyectos y campañas concretos.
Los fondos para acometer estos proyectos provienen de aportaciones privadas y, en menor medida, de subvenciones oficiales, como la Diputación de Aragón. También han colaborado con nosotros en estos objetivos, aportando conocimiento, dinero y material, fundaciones como El Larguero y Montañeros por el Himalaya. Debo resaltar que, al no tener una infraestructura grande y todos los participantes ser voluntarios, podemos emplear directamente sobre el terreno un 98% aproximadamente de todos los fondos que logramos recaudar. Y en lugares como Pakistán, con muy poco dinero, bien utilizado y un trabajo serio y riguroso, se puede hacer mucho. Creo que al tener ayudas privadas y no depender de subvenciones oficiales somos mucho más libres a la hora de desarrollar el proyecto y, además, en el ritmo que consideramos adecuado, algo que para un país tan cambiante y peligroso como Pakistán es vital.
-¿Qué necesidades sanitarias tenían los habitantes de Hushé cuando se inició el proyecto?
-Todas. La aldea de Hushé es la que está situada al fondo del valle, la más alta, la más umbría, la más fría y la que más necesidades tenía de todas las que están a lo largo del recorrido del río Hushé. Contaba, eso sí, con un dispensario aceptable, pero solo lo gestionaba un enfermero con estudios muy básicos y apenas sin recursos ni medicinas.
-En este lugar remoto del Planeta, a 3.200 metros de altitud, donde las temperaturas llegan a menos de 30º bajo cero, ¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes?
-Infecciones, problemas gastrointestinales, derivados de los problemas de higiene y alimentación, dolores articulares a partir de los 40 años, bucodentales, de deshidratación y falta de una dieta adecuada en los niños más pequeños.
-¿Qué cambios se han producido en la atención sanitaria desde que se puso en marcha este proyecto?
– Empezamos de cero con un proyecto de Salud e higiene que ha transformado radicalmente la salud de los 1.500 habitantes de la aldea de Hushé. Mejorando la higiene y la alimentación, conseguimos mejorar la salud global de la aldea. Pero además hemos llevado a cabo campañas de vacunación, de formación ginecológica básica para las mujeres, de salud bucodental, pediátrica y oftalmológica. Desde el año 2001, todos los veranos, y algún invierno, se desplazan a la aldea varios médicos y enfermeras que colaboran en la labor sanitaria de la aldea de Hushé y poblaciones cercanas, invirtiendo sus vacaciones de forma altruista en ayudar a estas pobres gentes. También se llevan medicamentos desde España y se invierten al menos 6.000 euros en tener bien dotado, en medicinas y material, el dispensario médico. Los resultados de Hushé en este aspecto son espectaculares: hasta el año 2000 los habitantes de la aldea debían desplazarse a la capital de la región, Skardú, para poder acceder a algo parecido a una atención sanitaria aceptable; hoy, tienen la mejor salud del valle y son el resto de las aldeas del valle quienes suben a Hushé a que los atiendan nuestros médicos.
-¿Con qué medios cuentan actualmente, de personal, servicios, centros/dispensarios y material?
-Todo el valle acoge a unas diez aldeas dispersas y pequeñas casas esparcidas por las montañas. En total, estaremos atendiendo de forma directa a unas 4000 personas, de Hushé y Kande, y de forma indirecta a unas 30.000 que se benefician de una u otra forma de nuestro proyecto. Hay 7 dispensarios médicos, aunque no todos cuentan con los mismos medios y medicinas, así como personal, que suele tener le grado de enfermería. En este sentido, el dispensario de Hushé es la joya de la corona del proyecto. Y desde el año pasado estamos trasladando el mismo modelo a la aldea de Kande, pues nuestra aldea ya funciona por sí misma, casi sin ninguna ayuda externa.
-¿Hay expediciones de profesionales sanitarios en servicio de cooperación y voluntariado?
-Como ya he contado antes todos los veranos y algún invierno un grupo de médicos y enfermeras, todos ellos voluntarios, se trasladan a Pakistán. Es un trabajo exigente y muy duro por el que no reciben ninguna clase compensación, excepto la enorme satisfacción de ayudar a la gente que más lo necesita y más se lo merece.
-¿Cuentan con la colaboración de sociedades científicas como la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA). Cuál ha sido su labor en este proyecto?
-La ayuda de la SEPA ha sido fundamental porque, en estas sociedades, los problemas dentales son muy importantes ya que ya han integrado en su alimentación el azúcar, los refrescos azucarados y las golosinas. Hasta no hace mucho, no habían visto un dentista en su vida y era un sacamuelas con unos alicates, literalmente, el que se encargaba de romper a pedazos las piezas dentarias que estaban podridas, provocando infecciones o dejando las raíces sin extraer. Durante dos veranos, la SEPA nos facilitó dos especialistas que se dedicaron, en jornadas agotadoras, a trabajar en estos problemas. Esta zona está muy lejos de contar con una salud bucodental aceptable y tardará mucho en tenerla pero, gracias a la SEPA y a las campañas de limpieza dental que todos los veranos llevamos a cabo, repartiendo cepillos y pasta dental, la situación ha mejorado considerablemente.
-¿Colabora alguna Sociedad Científica más?
-La Asociación de Pediatría de España también colaboró un invierno, enviando a un médico especialista. También el Hospital MAZ de Zaragoza, cuya implicación fue esencial al principio para poner en marcha el proyecto sanitario y un montón de empresas que nos facilitado equipos técnicos, como ecógrafos, y medicinas.
-¿Cómo es la atención sanitaria en general en Pakistán?
-En general, muy mala. Los que tienen recursos y viven en las grandes ciudades, pueden tener acceso a una buena atención sanitaria, pero la inmensa mayoría que son pobres y habitantes en el medio rural pueden morir por una enfermedad que en nuestro país se cura con un antibiótico. La esperanza de vida, aunque ha aumentado en los últimos años, sigue siendo muy baja mientras que la mortalidad infantil es de las más altas del mundo.
-Teniendo en cuanta la baja escolarización de la población y, por tanto, la falta de conocimientos de otros idiomas que no sean los suyos, urdu y/o baltí? ¿Cómo se comunican los voluntarios?
-Es uno de los problemas a los que tuvimos que hacer frente al principio. Varios de nuestros colaboradores en Hushé vinieron a España y aprendieron español, como el enfermero y algunos porteadores, guías y cocineros. Hoy, con un traductor de inglés al urdu tenemos resuelta la comunicación en Hushé con los hombres. Pero el problema todavía subsiste con las mujeres porque básicamente la mayoría sólo habla baltí, una especie de tibetano arcaico, que hay que traducir al urdú, luego al inglés y al español. En ese proceso, a veces se pierde información. Y todavía las mujeres con más edad son reacias a que las reconozca un médico varón. Todos esos problemas vamos resolviéndolos lentamente. La escolarización de las niñas es una pieza esencial y, en ese aspecto, estamos orgullosos de lo conseguido. Actualmente, están escolarizados al 93% de niños y niñas de la aldea. Todas las niñas mayores de 14 años que quieran seguir sus estudios profesionales que, desgraciadamente, no son muchas porque suelen casarlas a los 16, las becamos por completo durante los siguientes seis cursos. Ya tenemos las primeras enfermeras y matronas trabajando en la aldea, que fueron las primeras niñas becadas.
–¿Hay obstáculos en la atención sanitaria por su cultura y religión?
-Es evidente que existen y que sólo se podrán arregla lentamente a través de la educación. En eso estamos trabajando, pero no son problemas sencillos de arreglar debido al inmenso abismo que separa cultura, política y religiones.
–¿Además de la atención sanitaria, el proyecto incluye otros aspectos de la vida de esta aldea?
-El proyecto es global y lo fundamental pivota en torno a la educación, algunos de cuyos datos relevantes ya he señalado. Siempre tuvimos claro que sin cambiar la educación no iríamos a ningún lado. También hemos hecho un aporte muy interesante al desarrollo agrícola, que continuamos en la actualidad, y al desarrollo turístico y económico del valle, en torno a las actividades de montaña que en este lugar pueden tener una importancia vital. En la medida de nuestras posibilidades, estamos potenciando el valle de Hushé como el motor de toda la zona, incluyendo la caza y el vuelo libre y, para ello, hemos construido un pequeño refugio-hotel de montaña en Hushé, al pie de una montaña de casi ocho mil metros. No hay muchos lugares así en el mundo.
-Usted que ha recorrido el mundo, lugares donde apenas llega la civilización, como el Himalaya en Bután, Nepal, China e India ¿Cree qué el mundo occidental tiene compromiso social y conciencia de la necesidad de ayuda humanitaria en estos lugares?
– Se hace mucho, pero apenas es una gota de agua en todo lo que aún queda por hacer.