“El papel que puede otorgar tanto el Tratado de libre comercio entre la UE y EE.UU. (TTIP) como el Trade in Services Agreement, (TISA) a Instituciones como puede ser nuestro Parlamento, provoca un verdadero desequilibrio gravísimo entre el capitalismo y la democracia”, según puso de manifiesto el presidente de la Organización Médica Colegial, Dr. Rodríguez Sendín, durante la Presentación de la Campaña “No es Sano”, celebrada ayer en la sede de la OMC
Madrid, 22 de octubre 2015 (medicosypacientes.com)
“El papel que puede otorgar tanto el Tratado de libre comercio entre la UE y EE.UU. (TTIP) como el Tratado de Comercio de Contrato de Servicios (TISA) a Instituciones como puede ser nuestro Parlamento, provoca un verdadero desequilibrio gravísimo entre el capitalismo y la democracia”, según puso de manifiesto el presidente de la Organización Médica Colegial, Dr. Rodríguez Sendín, durante la presentación de la Campaña “No es Sano”, celebrada ayer en la sede de la OMC, con el objetivo de defender y promover el acceso universal a los medicamentos como parte indispensable del derecho a la salud.
El Dr. Rodríguez Sendín justificó dicha afirmación, señalando que “al elevar los acuerdos a un rango donde no puedan ser modificados por la legitimidad del poder que emana de los pueblos, se legitima la actuación de los mercados contra los gobiernos lo que constituye en sí una dictadura”. En este sentido, lanzó una serie de cuestiones a las que se necesita dar respuesta, entre ellas: “¿cómo se podría cambiar una legislación básica en materia de salud si no dependiera ya de nuestro Parlamento el poder hacerlo? ¿dónde iríamos a protestar entonces para cambiar las reglas de juego? ¿para qué serviría votar entonces?,…”.
Sobre este aspecto se mostró rotundo al afirmar que “es imposible que un acuerdo de liberalización comercial no afecte a la salud de forma determinante y especialmente a los más necesitados y más débiles”.
Alertó, además, de los riesgos derivados de dicho acuerdo de libre comercio, así como del TISA, en el que participan 23 países, incluyendo la Unión Europea y EE.UU. “No nos pueden convencer con declaraciones altisonantes sobre la exclusión de la asistencia sanitaria en los mismos”, remarcó.
Preocupado por que el libre comercio sea un valor predominante en detrimento del cuidado de la salud, señaló que “los intereses comerciales nunca deberán anteponerse al cuidado de la salud y de la gente”, aunque como lamentó, “lo estén condicionando todo en la actualidad”.
Criticó, al respecto, la protección comercial “por inhibición y miedo”: “La regulación de los controles en todos los productos que tienen relación con la salud va a impedir a los países más débiles que quieran hacer algo para proteger a sus gentes que lo realicen por miedo a las indemnizaciones, especialmente, por parte de los órganos de arbitraje”.
Patentes
Otro aspecto del Tratado UE-EEUU por el que mostró preocupación el Dr. Rodríguez Sendín es la denominada “evergreening” “Perennización“, mediante lo cual, según explicó, “los Gobiernos vinculados por el TTIP se verán obligados a conceder patentes adicionales a las compañías farmacéuticas por cambios que introduzcan en los medicamentos existentes, incluso, cuando estos cambios no proveen beneficio terapéutico alguno para los pacientes”.
Por otra parte, y desde su punto de vista, “las patentes no pueden ser ajenas al control de los Estados, pese a que nadie niegue que la Industria Farmacéutica deba ganar dinero”, la cuestión que, a su juicio, hay que plantearse es “cuánto y durante cuánto tiempo”.
Con el objetivo de garantizar el presente y futuro del SNS, ante posibles alteraciones no justificadas de los precios de los medicamentos, recordó la propuesta, por parte de la OMC, de una enmienda, que, finalmente, no fue tenida en cuenta en el proyecto de Ley de Patentes en su artículo 95 apartado 2, con una nueva letra d): “La patente de un medicamento no esté disponible para la población a precios razonablemente asequibles, de manera que se altere el normal funcionamiento del servicio público sanitario, y siempre que la invención sea determinante para la prestación del mejor tratamiento curativo existente en el caso de situaciones de riesgo grave”.
Efecto de los recortes
En otro momento de su intervención se refirió a los efectos de los recortes sobre la salud de la población. “Los recortes pueden ser lógicos pero nunca pueden ser justos. No se puede hacer justicia con injusticia”. La mayor injusticia no proceden de ellos en sí, sino de cómo han afectado a la gente de forma distinta”. Y es que durante la crisis “algunos han hecho mucho esfuerzo y, sin embargo, no les ha llegado para tener medicamentos destinados a sus enfermedades”, según dijo.
Así, como remarcó, “los recortes nunca pueden ser justos y más cuando afectan a cuestiones tan importantes como el cuidado de la vida. El problema es que cada vez se observan más desigualdades porque dichos recortes han permitido también que unos se enriquezcan más mientras otros, a su vez, se empobrecen”.
Al respecto, aseguró que las obligaciones de los médicos no cambian porque los recortes hayan llegado a los servicios públicos “no pueden cambiar pero sí puede dar pie a plantearnos si en estas circunstancias podemos ser más eficientes. Considera, en este sentido, que “es un gran atributo ser más eficientes pero teniendo siempre presente que nuestro primer gran objetivo es tratar bien a la gente y si es con eficiencia, mejor todavía”.
Respecto a la accesibilidad de los medicamentos, advirtió que la desigualdad en el trato y en el tratamiento en relación a la salud “puede acabar creando marginación social, que, por otra parte, es la antesala de la violencia y de la delincuencia”.
En este contexto, el Dr. Rodríguez Sendín recordó que “durante dos años no se ha podido disponer de medicamentos necesarios para tratar la Hepatitis C. por falta de recursos, y, sin embargo, “hay quien se rasga las vestiduras porque resulta que una Comunidad Autónoma decide adquirir los medicamentos al mejor precio en función de la oferta que hace el mercado”.
En otro momento de su intervención, reconoció llamarle la atención el debate generado entre medicamentos biológicos y biosimilares cuando el problema rea, en su opinión,l es que “si los resultados son iguales similares o superponibles y si con el precio que el Negocio quiere aplicar a los biológicos y el tiempo de duración del mismo, el sistema sanitario y la ciudadanía van a poder tener acceso a las ventajas que aportan para la salud o bien que, ante las restricciones de recursos que provoca su adquisición, se retiran de otros servicios fundamentales”.
“Intentar incluir nuevos y adicionales períodos de exclusividad de monopolio para los medicamentos biológicos para evitar la aparición de biosimilares, bloquearía el acceso a los últimos avances médicos a la gente que realmente los necesite”, a su juicio.
Otro tema por el que mostró preocupación es el relativo a la exclusividad de los datos, en el sentido, de que los Estados podrían acabar por no poder utilizar los datos recabados en los ensayos clínicos, o que se facilite el acceso a los datos de las historias clínicas de los pacientes de los servicios de salud “con la disculpa de poder tener acceso a los enfermos que se precisan a la hora de llevar a cabo un ensayo clínico”, lo que calificó de “una auténtica barbaridad y de un atentado contra la libertad”.
En línea con lo anterior, según comentó, “las autoridades sanitarias podrían verse obligadas a compartir más informaciones con las compañías farmacéuticas respecto a sus propias decisiones en materia de acceso a los medicamentos”, lo cual, en su opinión, “otorgaría más poder a las corporaciones para enfrentarse a políticas que percibieran como perjudiciales para sus intereses”.
Concluyó afirmando que “no tener control sobre el precio de los medicamentos y, tras proteger sus patentes, dejarlos al libre comercio y a las reglas del mercado es tanto como dar permiso para dejar morir a la gente que no tenga recursos tras ponerle precio a la vida”.