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Personas que sobreviven a un evento cardíaco pueden ver mermadas sus posibilidades de trabajar y de incrementar sus ingresos

Las personas que han sufrido un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o un paro cardíaco tienen significativamente menos probabilidades de trabajar que la población general, y, si lo hacen, tienen de media anual ingresos más bajos, según un estudio publicado en la 'Canadian Medical Association Journal'

Tres años después de la admisión en el hospital para cualquiera de estos eventos de salud, «las personas que sobrevivieron tenían menos posibilidades de trabajar y mayores pérdidas en los ingresos anuales», afirma el profesor de Medicina y Ciencias de la Salud Comunitaria de la Universidad de Manitoba, Allan Garland.

 
Además, «la pérdida en los ingresos fue sustancial, con reducciones que oscilaron entre el 8 y el 31 por ciento». Incluso si estas personas trabajasen, «sus ingresos en el tercer año después del evento serían entre un 5 y un 20 por ciento inferiores a los de antes», concreta el doctor.
 
Las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte en todo el mundo, estos eventos derivan en hospitalización, discapacidad y pérdida de ingresos. Un tercio de los ataques cardíacos, el 25 por ciento de los accidentes cerebrovasculares y el 40 por ciento de los paros cardíacos, se producen en personas en edad laboral, menores de 65 años, según datos de la investigación.
 
Tomando estas cifras como base, el estudio evalúa el efecto de estas condiciones en el mercado laboral comparando los resultados de personas de 40 a 61 años que trabajaban antes de su evento cardiaco con ciudadanos que no habían experimentado ningún accidente de este tipo.
 
Con el fin de descartar cualquier incidencia temporal que se produzca en el mercado laboral debido a problemas de salud, los investigadores analizaron el empleo tres años después del evento inicial. Los efectos del accidente cerebrovascular fueron los más altos, con una disminución de empleabilidad del 31 por ciento en comparación con el 23 por ciento para el paro cardíaco y el 8 por ciento para el infarto agudo de miocardio.
 
Por tanto, como resume Garland, «el desempleo y la pérdida de ingresos debido a eventos de salud comunes tienen una gran relevancia social, con consecuencias para los pacientes, las familias y los gobiernos», tales como «la quiebra, el deterioro de la salud y la pérdida de productividad».
 
Tener trabajo está asociado con el bienestar y la satisfacción de la vida diaria. Por este motivo, los investigadores han expresado su esperanza de que, con este estudio, se desarrollen leyes para ayudar a las personas a regresar al mercado laboral.
 
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