El Foro Iberoamericano de Entidades Médicas (FIEM), integrado por médicos de España, Portugal e Iberoamérica, abordó en su IX Encuentro, celebrado, recientemente, en Coimbra (Portugal) el estado de la profesión médica y su relación con la defensa de los derechos del paciente. En la mesa dedicada a este tema se abordó la desigualdad en el acceso a los sistemas sanitarios según el contexto social, político y económico del país en el que se encuentran
El profesor Dr. Pablo Requena, moderador de la tercera mesa ‘Sistemas de Salud y Derechos Humanos relacionados con la Salud’, explicó lo que la prudencia exige, previa a su posterior introducción sobre los derechos sanitarios. Así, matizó que ser prudente no es no decir una cosa desagradable, “eso no es prudencia, es miedo o cobardía”.
En opinión del vocal de la Asociación Médica del Vaticano, ser prudente es algo que debe ir implícito en la profesión médica y que forma parte “de las virtudes que debe tener el médico”, pues explica que “el código deontológico nunca puede decir al médico lo que debe hacer en cada momento”.
Por otra parte, el Dr. Requena explicó que “se usa y abusa del término derechos humanos” porque el término, en su origen, se refería a “los pilares de la civilización” y, en la actualidad, esta expresión no es correcta, pues se relaciona con “cualquier pretensión más o menos legítima que un grupo de personas pueda tener”.
Sin embargo, el profesor de la Universidad de Santa Cruz, considera que el derecho a la salud no es estrictamente un derecho, pues “eso no lo puede garantizar nadie” y añade que lo que existe, en realidad, es “un derecho a ofrecer las condiciones para promocionar esa salud y ofrecer un mínimo de asistencia sanitaria”. Las circunstancias de cada país son las que determinarán “cuál es el mejor sistema de salud que se puede ofrecer”, concluyó el Dr. Requena para dar paso al ponente que lo explicó en profundidad.
El vicepresidente de la OMC, Dr. Serafín Romero, ponente de la mesa, comenzó su intervención citando una frase del Papa que explica que “el acceso a los servicios sanitarios, a las curas y a los fármacos es todavía un milagro. Los más pobres no pueden pagar y son excluidos de los servicios hospitalarios, incluso de los esenciales y primarios”, lo que pone de manifiesto las desigualdades en el acceso sanitario por motivos económicos.
La limitación económica también viene acompañada de una limitación social, explicó el Dr. Romero a través de una cita del Presidente de la Asociación Médica Mundial, que sostiene que “si los determinantes de la salud son sociales, las acciones a llevar a cabo deberán tener un sentido social”, con el sistema sanitario que tenga cada país: liberal, socialista o mixto.
Concretamente, y en relación al aspecto social, el Dr. Romero incidió en que los efectos de la crisis económico-financiera afectan a la sociedad con una limitación del acceso sanitario a aquellos que menos tienen y necesitan, explicando el riesgo de exclusión social que provoca el aumento de pobreza.
Durante la ponencia, también se hizo referencia a la influencia de la crisis en la práctica médica. La disminución de los recursos financieros ha provocado, a su vez, una escasez de recursos humanos y científicos. En las conclusiones expuestas, se aseguró que ello ha originado un aumento de los tiempos de demora en las pruebas diagnósticas y, en consecuencia, una demora de la administración de los tratamientos.
Asimismo, se resaltó la responsabilidad que tiene la profesión médica en anteponer el interés del paciente ante cualquier otro interés, incluido el del propio médico, así como denunciar los déficits asistenciales que puedan incidir en la calidad de la praxis médica y exigir responsabilidad en el uso de los recursos a los propios profesionales.
Los derechos sanitarios del paciente están todavía lejos de lo que debiera ser, motivo por el que recomiendan políticas sociales de protección al mismo y que aboguen por un acceso igualitario a los servicios de salud, con medidas centradas en el cambio político y la formación médica.