La "Guía de práctica clínica para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa en el deporte" ha sido elaborada por un equipo de médicos del Hospital de Sant Pau, el CAR de Sant Cugat, el F.C. Barcelona, el Hospital Sant Joan de Déu y el Hospital de Barcelona
Según la guía, el ámbito del deporte y su entorno ofrece condiciones clínicas de riesgo que pueden ser factores que precipiten la trombosis. Entre los factores de riesgo de los deportistas y sus acompañantes, además de la predisposición genética, están las inmovilizaciones y las lesiones en miembros inferiores, la deshidratación y los viajes largos. La trombosis precisa un periodo de recuperación de 3 a 6 meses, y un diagnóstico tardío o no bien realizado puede ocasionar una enfermedad más grave e incluso un desenlace fatal, como ha sido el caso del reciente fallecimiento del mejor jugador de rugby del mundo, Jonah Lomu. La elaboración de la guía ha contado con el apoyo de la Asociación Cuida tus Venas (ACtV).
Un equipo de médicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, del CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Sant Cugat, el F.C. Barcelona, el Hospital Sant Joan de Déu y del Hospital de Barcelona han elaborado la primera guía clínica para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la trombosis en el deporte.
La “Guía de práctica clínica para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa en el deporte” concluye que, aunque el riesgo intrínseco de padecer una trombosis en el deporte es similar al del individuo no deportista, los deportistas se encuentran en condiciones que pueden resultar de la exposición a factores de riesgo no habituales o con una frecuencia diferente, como son traumatismos, viajes, inmovilización, intervenciones quirúrgicas, deshidratación y hemoconcentración.
La guía destaca que, además, “la presencia de un trastorno de hipercoagulabilidad genético (trombofilia) añade un riesgo adicional, que puede verse extraordinariamente aumentado en aquellos individuos que utilizan de forma fraudulenta ciertas sustancias dopantes”. El Dr. José Román Escudero, presidente de la ACtV y uno de los autores del documento, destaca que “aunque pueden parecer inmunes a la trombosis por su preparación física, los deportistas no están libres de riesgo y, desafortunadamente, tenemos pruebas de ello como el reciente fallecimiento por tromboembolismo pulmonar del mejor jugador de rugby del mundo, Jonah Lomu”.
La guía hace un análisis de los principales factores de riesgo en el deporte y propone un protocolo de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV), término en el que se incluyen varios procesos patológicos, entre los que se encuentran la trombosis venosa profunda (TVP), el tromboembolismo pulmonar (TEP), la hipertensión pulmonar crónica y el síndrome postrombótico. Los autores consideran que el principal paso para prevenir la enfermedad tromboembólica en los deportistas y en el personal acompañante es establecer los factores de riesgo. Entre estos se incluyen, tanto para los deportistas como para la población general, las causas genéticas, por lo que la guía considera “imprescindible evaluar la presencia de factores genéticos protrombóticos a la hora de evaluar el riesgo de trombosis de un deportista, especialmente si este presenta historia personal o familiar positiva de enfermedad tromboembólica”.
Tal como destaca el Dr. José Manuel Soria, coautor de la guía y director de la Unidad de Genómica de Enfermedades Complejas del IIB-Sant Pau, “existen evidencias científicas que demuestran que el 60 % del riesgo de padecer un evento trombótico se explica por una predisposición genética, de la que, obviamente, no están libres los deportistas”. El Dr. Soria añade que “la incorporación de la genética está revolucionando la práctica clínica para que la medicina personalizada sea ya una realidad, también en el ámbito del deporte”.
A los factores de riesgo genéticos se añaden, además en el caso del deporte, otras condiciones clínicas de riesgo específicas que pueden precipitar la trombosis como pueden ser las inmovilizaciones y las lesiones en miembros inferiores, la deshidratación, los viajes largos y, en el caso de las mujeres deportistas, el uso de anticonceptivos orales. Por ejemplo, en el caso de las lesiones, el riego de que el tratamiento de estas genere problemas es muy alto. Tal como se expone en la guía “hasta un 34% de las roturas de tendón de Aquiles cursan con una Trombosis venosa profunda (TVP), con independencia de si se operan o no”, mientras que “la incidencia de TVP en sujetos a los que se practica artroscopia para reconstrucción del ligamento cruzado anterior se observa una incidencia de TVP del 12%”.
El Dr. Franchek Drobnic, coautor del documento y médico del F.C. Barcelona, del CAR de Sant Cugat del Vallés y de la Unidad de Medicina del Deporte del Hospital Sant Joan de Déu, recuerda que la baja de un deportista con un episodio trombótico puede durar entre 3 y 6 meses y que para prevenirla es recomendable “una hidratación adecuada, caminar al menos 5 minutos cada hora durante los viajes largos y, por supuesto, realizar una ecografía vascular de las extremidades inferiores ante la sospecha clínica de trombosis”. La guía, además, advierte que “ciertas acciones como el uso de anabolizantes esteroideos, la hormona de crecimiento, las transfusiones de hemoconcentrados, o el uso de eritropoyetina, son considerados dopaje y no se espera encontrarlos, pero existen en algunos ámbitos del deporte competicional y no competicional, casi siempre adquiridos de forma ilegal, y que son causantes de un caleidoscopio de patologías serias, donde la enfermedad tromboembólica venosa está muy presente”.
Para el Dr. Drobnic uno de los objetivos principales de la guía es “aportar información para que los servicios médicos de los deportistas estén familiarizados con la enfermedad tromboembólica venosa y sean capaces de diagnosticarla a tiempo, ya que los síntomas pueden confundirse frecuentemente con lesiones musculares”. En este sentido, el Dr. Juan Carlos Souto, de la Unidad de Trombosis y Hemostasia del Hospital de Sant Pau y coautor de la Guía opina que “los médicos del deporte, por ejemplo, se enfrentan a un gran dilema a la hora de aplicar la descoagulación necesaria para tratar casos de TVP (Trombosis venosa profunda), ya que si se aplica de forma preventiva, sin que el deportista la sufra realmente, puede aumentar el hematoma, mientras que si tiene TVP puede ser peligroso que siga practicando deporte en situaciones de riesgo”. Además, continúa Souto, “evitar la participación en una competición a un deportista sólo por sospecha no confirmada, puede dejarlo sin opciones de ganar, trabajar o mejorar su caché”.
En los casos en que se ha confirmado, la descoagulación impedirá durante un tiempo la práctica de deportes, sobre todo de contacto. De ahí la necesidad de un diagnóstico precoz y certero para actuar de forma correcta