La tasa de mortalidad por cualquier causa puede ser de hasta un 70 por ciento menos en aquellas personas menores de 50 años que dejaron de fumar tras sufrir un ataque cardíaco, según estudio realizado por investigadores del Hospital Brigham and Women's, de Boston (Estados Unidos) sobre un amplio registro de estos pacientes publicado en la revista 'JAMA Network Open'
La tasa de ataques cardíacos continúa aumentando entre las personas menores de 50 años. Si bien los efectos protectores de dejar de fumar están bien documentados entre las personas mayores que han sufrido un ataque cardíaco, los beneficios no han sido bien estudiados entre los sobrevivientes más jóvenes.
Basándose en un análisis retrospectivo de los datos del registro de Partners YOUNG-MI, el equipo encontró que cerca de la mitad de los individuos que experimentaron un ataque al corazón antes de los 50 años eran fumadores activos. Entre aquellos que dejaron de fumar dentro del año de su primer ataque cardíaco, los índices de muerte por enfermedades cardíacas o cualquier causa de muerte fueron más de un 70 por ciento más bajos que entre los que no dejaron de fumar.
“Estos resultados son definitivos: entre los jóvenes que han sufrido un ataque cardíaco, dejar de fumar se asocia con un beneficio sustancial”, asegura el autor correspondiente Ron Blankstein, de la División de Medicina Cardiovascular en el Brigham.
“En cardiología, siempre estamos buscando formas de reducir el riesgo de eventos cardiovasculares, ya sea en forma de nuevos medicamentos u otras intervenciones. Nuestros hallazgos muestran la magnitud drástica del efecto que puede tener dejar de fumar en los adultos jóvenes. Pero, desafortunadamente, también encontramos que la mayoría de los pacientes jóvenes seguían fumando después de su ataque cardíaco, lo que refuerza que hay una gran oportunidad para mejorar”.
El registro de Partners Young-MI contiene datos de pacientes menores de 50 años que experimentaron un ataque cardíaco y fueron atendidos en el Hospital Brigham and Women’s y el Hospital General de Massachusetts entre enero de 2000 y abril de 2016. El registro incluye a 2.072 personas. Entre ellos, 1.088 eran fumadores en el momento de su ataque cardíaco. Entre las personas para las que había datos disponibles sobre el tabaquismo al año, 343 pacientes (38 por ciento) habían dejado de fumar y 567 (62 por ciento) continuaron fumando. Ambos grupos fueron comparables en términos de edad y raza.
En los siguientes diez años, 75 de los fumadores persistentes (13,2 por ciento) murieron en comparación con 14 (4,1 por ciento) de los que habían dejado de fumar dentro de un año de su primer ataque cardíaco. De los fumadores persistentes, 30 murieron de un ataque cardíaco u otro evento cardiovascular (5,3 por ciento) en comparación con seis (1,7 por ciento) de los que habían dejado de fumar.
Los autores señalan que, dado el diseño retrospectivo del estudio, pueden estar en juego factores no medidos, como otras opciones de estilo de vida saludable. Además, el diseño del estudio no evaluó el tabaquismo a largo plazo y, por lo tanto, no tuvo en cuenta a los que dejaron de fumar después de un año, pero luego recayeron.
“A pesar de sus limitaciones, nuestros hallazgos refuerzan la importancia crítica de dejar de fumar, especialmente entre aquellos que experimentan un ataque cardíaco a una edad temprana –destaca Blankstein–. Observando las trayectorias de los pacientes jóvenes que dejan de fumar en comparación con los que no lo hacen, muestra una imagen clara de la magnitud del riesgo en comparación con el beneficio de dejar de fumar”.