La Sociedad Española de Cardiología (SEC), considera que el uso del cigarrillo electrónico es un procedimiento de deshabituación tabáquica poco explorado, con pocas certezas de que funcione y sin seguridad de que sea inocuo para el consumidor. Por ello, ha recomendado una serie de técnicas y productos alternativos demostrados no perjudiciales para la salud
Madrid, 2 de junio de 2014 (medicosypacientes.com)
En pleno debate sobre la eficacia y los efectos secundarios del cigarrillo electrónico, la Sociedad Española de Cardiología se ha posicionado en contra al tratarse de “un procedimiento de deshabituación tabáquica poco explorado, con pocas certezas de que funcione y sin seguridad de que sea inocuo”.
El Dr. Enrique Galve, coordinador jefe de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Hospital Vall dHebron de Barcelona, asegura que los estudios realizados hasta ahora son “muy escasos y muy pobres” y ha recordado que el cigarrillo electrónico “apareció como si fuera la panacea para dejar de fumar, pero no hay estudios que avalen su inocuidad”.
Por este motivo, el Dr. Galve ha recomendado otras alternativas como son los cursillos de deshabituación tabáquica, el apoyo psicológico, y la ayuda del chicle o el parche de nicotina, o, incluso, el empleo de fármacos con efecto agonista parcial del receptor nicotínico, actualmente comercializados y aceptados. “Todas estas técnicas y productos han superado una serie de estudios científicos suficientemente amplios para saber, por lo menos, que no perjudican” afirma.
“Han surgido grandes dudas respecto a la posibilidad de que el propio cigarrillo electrónico sea un factor de riesgo tanto para quien lo emplea (el vapeador), como para quien está a su alrededor, es decir, el fumador pasivo”, añade.
Frente a “la gran incertidumbre de la comunidad científica”, como dice Enrique Galve, “la industria del cigarrillo electrónico ha puesto en marcha una activa estrategia comercial y comunicativa”. En los medios de comunicación y en las redes sociales aparecen titulares tan contundentes como: “Los cigarrillos electrónicos ayudan a los fumadores a dejar el tabaco”. Incluso, en la misma línea, The Washington Post publicó un artículo basado en una investigación realizada en una universidad de Londres.
También recientemente la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) ha publicado una encuesta, según la cual “el 90 por ciento de los españoles cree que el cigarrillo electrónico no debería usarse en espacios públicos cerrados, incluidos bares y restaurantes”.
Cada vez más aparecen estudios e investigaciones que avalan las dudas de los médicos como los que aseguran que “el cigarrillo electrónico puede aumentar aún más la resistencia de las bacterias a los fármacos”. Y, sobre todo, las publicaciones científicas internacionales ya han comenzado a preocuparse por este tema, como Circulation.
En consecuencia, las ventas de los cigarrillos electrónicos han descendido cerca del 70 por ciento en España, como indican los datos aportados por la Asociación Nacional Española de Vapeadores (ANEV), que defiende el uso del “e-cig” por “su menor toxicidad frente al tabaco”. Su presidente, Pedro Cátedra, sospecha que las críticas contra este producto provienen de las compañías que venden productos para dejar de fumar. La ANEV asegura que las sustancias químicas emitidas al vapear no afectan a la salud y no son cancerígenas ni para el vapeador ni para quienes le rodean.
Por el contrario, el Dr. Enrique Galve explica que “el gran problema del cigarrillo electrónico es que hay muchísimas modalidades”: “Es un producto comercial que se recarga con diferentes aplicaciones y distintas sustancias, como la nicotina y otros productos nocivos. Toda esa nicotina que se inhala puede perjudicar relativamente al vapeador; al fin y al cabo, él ya está acostumbrado a fumar, pero también hace daño a quien está a su alrededor. Lo ideal sería que la cantidad de nicotina fuese reduciéndose para que el individuo se deshabituara poco a poco. Esta es la teoría”.
El Dr. Galve indica que “se han presentado muchas iniciativas para vetar este tipo de productos hasta que aparezcan unos datos sólidos que garanticen que su empleo no es perjudicial”.
De hecho, indica que ya se ha prohibido su uso en ciertos lugares, como hospitales o centros educativos: “Todavía no está prohibido en los bares o restaurantes, pero puede que también llegue. Hay una cierta lucha para determinar hasta qué punto este producto se debería prohibir de la misma manera que el tabaco. No se podría prohibir su uso a un vapeador, pero sí que lo consuma en determinados ámbitos. Y es que, insisto, no está garantizado que el cigarrillo electrónico sea inocuo para el consumidor ni para el sujeto pasivo que esté a su lado”.
De hecho, últimamente han aparecido noticias que relacionan estos cigarrillos electrónicos con neumonías. También se ha producido aspiración de productos dañinos de una forma accidental o bien ingestión del contenido de los cartuchos de recarga.
“Hay todo un conjunto de problemas que suelen aparecer cuando no es un producto farmacéutico. Los fármacos sí que están muy regulados, muy estudiados. Salen al mercado después de superar unos estudios severísimos y controladísimos. Los productos como el cigarrillo electrónico tienen una legislación muy pobre y con escasos estudios. Se fundamentan, sobre todo, en una comercialización bastante agresiva y con mucha difusión publicitaria. Esto es lo que más nos preocupa”, afirma el especialista de la SEC.
A la vista de estas nuevas conclusiones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pasado en un año de pedir su regulación a aconsejar prohibir su uso, al menos hasta que se publiquen nuevos estudios científicos.
“Esto es un poco como adelgazar, hay mucha gente que consigue reducir peso a corto plazo, pero luego a medio y largo plazo vuelve a engorda”, explica el Dr. Galve quien asegura que existen muchas dietas milagro cuyo gran problema es que no consiguen la perseverancia del individuo. “Con el cigarrillo electrónico nos encontramos también con esta situación. Hay mucha incertidumbre, muchos interrogantes y poca normativa, frente a un producto que inicialmente se ha etiquetado como boom. En resumen, es necesaria la prudencia en todo lo que está alrededor del cigarrillo electrónico” concluye el doctor.