Trasladar a los estudiantes la realidad de cómo se hace Medicina en zonas de conflicto e informarles sobre intervenciones de cooperación internacional fue el objetivo de una Mesa Redonda a cargo de la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI), celebrada en el marco del reciente IX Congreso de Educación Médica, organizado por el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) en Córdoba
La mesa redonda “Intervención sanitaria en contextos de conflicto armado y/o violencia en Latinoamérica” fue moderada por la directora técnica de la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI), Yolanda López Bailón, en la que participaron, además, Javier Martínez Llorca, ex jefe de misión de Médicos sin Fronteras en Colombia; Esperanza Martínez, directora de la Unidad de Salud, del Comité Internacional de la Cruz Roja; y Juan José Martínez Solís, ex jefe de la delegación de Cruz Roja en Colombia y ex delegado regional de Cruz Roja en Prevención de Violencia en México, Centroamérica y Caribe.
En la presentación, la directora técnica de FCOMCI se refirió a la situación que se vive en Latinoamérica/Caribe, donde 42 de las ciudades más peligrosas y violentas del mundo se encuentran, precisamente, en esas zonas (Venezuela, Honduras, El Salvador, Colombia y México, entre otras), según datos de un reciente informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C. de México (ver anexo). Además, en esta zona es donde se registra la tasa de homicidios más alta del mundo en cuanto a ciudades fuera de contextos de guerra, según constata la OMS.
Esta violencia repercute directamente en la asistencia a la salud, como comentó López Bailón, al haber poblaciones que se ven atrapadas en estos contextos de violencia, a los que, en muchas ocasiones, ni siquiera el personal sanitario puede acceder, según explicó. “La propia violencia -añadió- produce desplazamientos de población que tiene que huir a otras zonas precarias sin infraestructuras sanitarias”.
Javier Martínez Llorca, ex jefe de misión de Médicos sin Fronteras (MSF) en Colombia, y ex coordinador logístico y de Seguridad en países como Níger, Rep. Centroafricana y Bolivia, además de director de operaciones en África y en Europa del Este, con el Movimiento por la Paz, expuso su experiencia personal y el trabajo que lleva a cabo la ONG MSF en Colombia.
Recordó, que el año pasado se registró un número superior a 60 millones de personas desplazadas y refugiadas, la cifra más alta desde la 2ª Guerra Mundial, mientras la capacidad de asistencia a esta población se muestra insuficiente, a lo que se suma, además, los ataques que se están realizando contra infraestructuras y personal sanitario en zonas de conflicto.
Explicó que la misión de MSF se centra en cuatro grandes colectivos: víctimas de conflicto armado, víctimas de enfermedades endémicas y epidémicas, víctimas de desastres naturales y afectados por la exclusión y violencia social, bajo los objetivos principales a corto plazo de la reducción de la mortalidad y aliviar el sufrimiento, además de ayudar a restituir las condiciones de vida en la población a medio y largo plazo. Martínez Llorca indicó que la identificación de estas parcelas de actuación es necesaria a la hora de tomar la decisión de intervenir en un territorio donde sea preciso.
El derecho internacional humanitario surge de los Convenios de Ginebra, después de la 2ª Guerra Mundial, del que emana cuatro principios fundamentales de acción humanitaria: neutralidad, imparcialidad, proporcionalidad de acción y humanidad, y que están presentes en todas las intervenciones de MSF, según expuso Martínez Llorca.
Trabajar en zonas de conflicto armado implica, además, un nivel de principios y de compromiso humanitario muy estricto, puesto que llevan a posiciones de grandes dilemas, a la hora de intervenir, dada la situación bélica que se da en ellos y del ataque a las infraestructuras sanitarias desplazadas hasta ese terreno. En este contexto, se centró en el caso de Colombia como ejemplo de zona de intervención en conflicto armado desde hace más de 50 años y donde MSF lleva trabajando desde 1994.
Allí, el conflicto armado ha tenido un impacto devastador en la salud de la población. En los últimos años, nuevos grupos paramilitares y cárteles de la droga se han sumado a la histórica confrontación del Ejército y con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), como explicó Martínez LLorca.
Las intervenciones realizadas por MSF en Colombia han ido más allá de las puramente médicas, agrupadas en violencia contra la población civil, que se encuentra muy estigmatizada; desplazamiento de poblaciones, no en vano Colombia es, después de Siri, el país que acumula mayor número de desplazados, con cifras que superan los seis millones; carencia y difícil acceso a servicios sanitarios, con tasas de mortalidad elevadas por homicidios; y desigualdad económica y pobreza.
El tipo de víctimas más habitual son los afectados por la violencia directa de traumas físicos y psíquicos, a los que se suman aquellos que han sufrido situaciones de violencia de distintas tipologías (urbanas, narcotraficantes, etc.), no en vano algunas de sus ciudades registran tasas de violencia de las más altas del mundo. Es por ello que las intervenciones de MSF, en un principio más enfocadas al ámbito rural, se han ido desplazando hacia las zonas urbanas y más centradas en salud mental y violencia sexual.
Martínez Llorca se refirió, en concreto, a uno de los programas de intervención en salud mental de MSF,dadas las necesidades de la población, fruto del clima de violencia que allí se respira. De hecho, de entre un número de 4.500 consultas de salud mental, un 67% están relacionadas con vivencias directas de hechos violentos como asesinatos, desaparición de familiares, malos tratos, amenazas, etc.
MSF cuenta en ese territorio con clínicas móviles y una red de puestos de salud, que proporcionan atención primaria, pediatría, salud mental y urgencias, entre otros servicios. Y es que como acabó señalando Martínez, la atención meramente médica “ya no es suficiente en este tipo de zonas asoladas por los conflictos armados”, se requiere, además, de expertos en salud mental, psicólogos y trabajadores sociales, como mecanismo interdisciplinar de atención a las víctimas.
Proyecto “ICRC Health Care In Danger”
Partiendo de un escenario mundial prácticamente fragmentado, Esperanza Martínez, coordinadora de los programas de Salud de más de 60 países, del Comité Internacional de la Cruz Roja, organismo que tiene como mandato fundamental trabajar en zonas afectadas por conflicto armado y otras situaciones de violencia, informó a los estudiantes de Medicina sobre el Proyecto “ICRC Health Care In Danger” (Asistencia de salud en peligro), una iniciativa del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que comenzó en 2012, con la finalidad de garantizar el acceso de forma segura a servicios de salud y a la asistencia sanitaria en zonas afectadas por conflictos armados u otras zonas de emergencia.
La FCOMCI se incorporó a dicho proyecto en 2015, tras la firma de un convenio de colaboración, el pasado mes de octubre, con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja Española (CRE), que incluye el objetivo de difundir e impulsar el “ICRC Health Care in Danger”.
Como explicó Esperanza Martínez, dentro de este programa se contemplan una serie de objetivos, entre los que cabe destacar, hacer frente a los ataques contra servicios de salud, personal sanitario o los propios pacientes. Reducir los obstáculos a los accesos a la asistencia de salud, dado que en zonas como en Siria, incluso, se convirtió en un arma de guerra. La no discriminación en el tratamiento de pacientes por parte del personal sanitario, además de impedir la introducción de armas en las infraestructuras y transporte sanitario.
A continuación, expuso una serie de principios éticos relativos a la asistencia de salud en zonas de conflictos armados y situaciones de emergencia, contemplados también en el proyecto ICRC Health Care in Danger, remarcando que dichos principios éticos “no cambian con respecto a los establecidos el resto del mundo”. De entre ellos, Martínez destacó que el personal de salud deberá actuar, en todas las circunstancias, de acuerdo con las normas pertinentes del derecho internacional y nacional, con los principios éticos de la asistencia de salud y con su conciencia.
Otro de los principios se refiere a que la función primordial del personal de salud es proteger la salud física y mental de las personas y aliviar el sufrimiento. Proporcionará los cuidados necesarios con humanidad, respetando la dignidad del paciente y sin discriminación de ningún tipo, sea en tiempo de paz o en tiempo de conflicto armado u otras situaciones de emergencia.
Se insta, además, a que el personal de salud jamás acepte los actos de tortura u otras formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes en ninguna circunstancia, incluso en conflictos armados u otras situaciones de emergencia.
La lista de principios también recoge que el personal de salud actúa en el mejor interés de sus pacientes y, en todos los casos posibles, con su consentimiento explícito. Si, al llevar a cabo sus tareas profesionales, los agentes de salud experimentan conflictos de lealtad, su obligación fundamental, en términos de sus principios éticos, es hacia sus pacientes. Martínez señaló al respecto que: “El médico de tu enemigo no es tu enemigo. El paciente no tiene color ni bandera ni afiliación alguna”.
En 2015, ICRC atendió a unas 4.200 personas, de las cuales el 50 por ciento hicieron uso de las instalaciones sanitarias, mientras 598 profesionales de la salud fueron atacados, perdiendo la vida o siendo heridos, mientras que unos 700 vehículos sanitarios fueron destrozados.
Martínez hizo un llamamiento a los futuros médicos para que el trabajo humanitario en salud continúe ante la amenaza, cada vez mayor. de conflictos armados en todo el mundo.
“Diplomacia Humanitaria”
El último de los ponentes, Juan José Martínez Solís, se centró en las consecuencias que provoca la violencia generalizada en zonas de México, Caribe y Centroamérica, más allá del conflicto armado.Y es que, según se desprende de un informe del Banco Mundial de 2011, se calcula que sólo en Centroamérica existen 900 bandas o “maras”, a las que pertenecen unos 70.000 miembros.
Martínez Solís habló, entre otras cuestiones, de “diplomacia humanitaria”, entendida como la acción de convencer a los responsables de tomar decisiones y a los líderes de opinión de que actúen en base a unos criterios enfocados al beneficio de las personas vulnerables, con pleno respeto de los principios humanitarios fundamentales. Todo ello con el fin de dar respuesta efectiva en acciones de urgencia y emergencia en el campo humanitario.
De una manera muy didáctica introdujo a los estudiantes de medicina en el ámbito de la cooperación internacional y ayuda humanitaria, a través de ejemplos concretos entresacados de sus propias vivencias.
Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI)
Desde su inauguración, la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI) se ha implicado en distintas actividades orientadas a dar a conocer la realidad de los profesionales médicos que trabajan en contextos de violencia y/o conflicto armado y promover la seguridad de los profesionales sanitarios en el ejercicio de su labor.
En 2015 se involucró activamente en el programa Health Care in Danger del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), firmando un convenio de colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja Española (CRE) en septiembre de 2015 con respecto a este programa.
Desde octubre 2015 forma parte del Grupo de trabajo de Health Care in Danger de la Asociación Médica Mundial (AMM), que depende del Comité de Asuntos Médico-Sociales de la AMM.
La FCOMCI nace en 2010, de la mano del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España -Organización Médica Colegial de España, para dar respuesta a las necesidades detectadas en el ámbito de la cooperación internacional y la intervención humanitaria sanitaria.