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La pandemia aleja los objetivos mundiales de salud infantil y adolescente para 2030

La crisis de la covid-19 amenaza con revertir los recientes logros de salud materna, infantil y adolescente, y aleja los objetivos mundiales en esta materia para 2030, recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible

Así lo advierte una treintena de expertos en un artículo publicado este jueves en la revista médica ‘The Lancet’, donde llaman a una reforma integral urgente de atención integral y coordinada desde la etapa previa a la concepción hasta la edad adulta con el fin de reducir la mortalidad infantil y mejorar la salud de niños y adolescentes.

 
Los autores califican de “desafío global” cumplir los objetivos para 2030 tras notificarse en 2019 un total de 8,6 millones de muertes en el mundo entre mortinatos (fetos que mueren durante las últimas 20 semanas de embarazo), niños y adolescentes de hasta 20 años.
 
Por ello, piden a los líderes mundiales y a los formuladores de políticas que sustituyan los actuales enfoques de salud de niños y adolescentes, a menudo fragmentados por grupos de edad o condiciones sanitarias específicas, para apostar por una atención integral que abarque la nutrición, la salud preventiva, la educación y el apoyo económico y comunitario en todos los grupos de edad desde antes de la concepción hasta los 20 años.
 
Además, apuntan que la pandemia de la covid-19 ha interrumpido los servicios de salud y educación, así como las economías y los sistemas sociales, lo que pone en peligro el progreso reciente respecto a la meta de los Objetivos de Desarrollo sostenible de que en 2030 se ponga fin a las muertes evitables de recién nacidos y de niños menores de cinco años y que todos los países intenten reducir la mortalidad neonatal al menos hasta 12 por cada 1000 nacidos vivos y la mortalidad de niños menores de cinco años al menos hasta 25 por cada 1000 nacidos vivos.
 
“Los desafíos que enfrentamos para responder a las necesidades de los niños y las familias durante la pandemia de covid-19 deben servir como una llamada de atención a la comunidad mundial, subrayando la necesidad urgente de transformar la agenda de salud de niños y adolescentes a escala mundial”, indica Zulfiqar Bhutta, del Centro para la Salud Infantil Global del Hospital for Sick Children (SickKids), en Toronto (Canadá), y la Universidad Aga Khan (Pakistán).
 
Bhutta agrega: “Tenemos menos de ocho años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y muchos objetivos de salud infantil y adolescente están fuera de lugar. Se necesita urgentemente un enfoque holístico que apoye a los niños y sus familias desde antes del nacimiento hasta la edad adulta temprana para volver a ponernos en línea, construyendo una base que dure toda la vida y mejore los resultados de salud, las economías y la sociedad”.
 
“Indicadores cruciales»
 
La probabilidad de mortalidad en los primeros cinco años de vida es un indicador comúnmente utilizado del capital humano y el progreso del país. Sin embargo, solo proporciona una visión estrecha de la salud y el desarrollo infantil.
 
En cambio, los autores del artículo consideran las condiciones de supervivencia, el crecimiento, la discapacidad y la educación en diferentes regiones del mundo y sus efectos en etapas cruciales de la vida, desde el tercer trimestre del embarazo hasta los 20 años.
 
En este rango de edad, hubo 8,6 millones de muertes en 2019, de las cuales 1,9 millones (23%) fueron decesos fetales y 2,4 millones (28%) resultaron ser fallecimientos neonatales.
 
Además, 2,75 millones (32%) de niños fallecieron cuando tenían entre un mes y cinco años. Entre las muertes de niños mayores y adolescentes, 506.000 (6%) ocurrieron entre niños de cinco a nueve años, 368.000 (4%) entre 10 y 14 años y 595.000 (7%) entre 15 y 19 años.
 
“Al observar la mortalidad y la nutrición desde el tercer trimestre del embarazo hasta los 20 años, podemos tener una comprensión más completa de la salud de niños y adolescentes. Nuestro análisis indica claramente que los primeros dos años de vida son indicadores cruciales de la salud futura, pero ese rango de edad es solo una pieza del rompecabezas”, recalca Robert Black, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg (Estados Unidos).
 
Tyler Vaivada, del Centro para la Salud Infantil Global de Toronto (Canadá), añade que “intervenciones como la mejora de la nutrición durante el embarazo y la infancia funcionan en conjunto con la educación y las redes de apoyo social que llegan a los niños y las familias a través de una amplia gama de intervenciones, desde ofrecer atención a las madres durante el embarazo hasta brindar servicios de salud mental y salud reproductiva a los adolescentes”.
 
Las intervenciones previas a la concepción, el embarazo y los bebés que abordan la supervivencia infantil y la nutrición tienen una gran influencia en el peso, la estatura y el desarrollo, y sirven como indicadores clave de la salud, la nutrición, el nivel educativo y los cocientes de inteligencia futuros.
 
Sin embargo, estas intervenciones deben ampliarse y continuarse durante la primera infancia y la adolescencia a través de plataformas escolares y comunitarias, donde los niños y las familias puedan tener acceso constante a las vacunas y los programas de detección para abordar áreas de la salud infantil a menudo desatendidas, como la anemia, la visión, afecciones dentales, enfermedades no transmisibles, enfermedades tropicales desatendidas y afecciones de salud mental (incluidas la ansiedad y la depresión).
 
Crecientes desafíos
 
Los autores también señalan los crecientes desafíos que enfrentan los niños mayores y los adolescentes debido a la pandemia de la covid-19, incluida la falta de apoyo social y los efectos en la salud mental, como sentimientos de aislamiento, soledad y ansiedad.
 
“La pandemia de covid-19 nos mostró los efectos devastadores que las brechas en el cuidado y la educación pueden tener en los niños. Los sistemas sociales y de salud deben estar mejor equipados para trabajar juntos y abordar las necesidades emergentes de los niños y las familias como parte del esfuerzo por reconstruir servicios equitativos y resilientes”, señala Maureen Black, de RTI International y la Universidad de Maryland (Estados Unidos).
 
Un análisis de datos de 95 encuestas nacionales en países de ingresos bajos y medianos confirma que persisten grandes desigualdades económicas tanto entre las naciones como dentro de ellas, con fuertes conexiones entre la pobreza en la vida temprana y la salud, la nutrición y el desarrollo cognitivo de los niños. y adolescentes.
 
De los países incluidos en el análisis, los niños en el extremo más bajo del espectro de riqueza tenían al menos el doble de riesgo de resultados perjudiciales para la salud relacionados con la pobreza temprana, como la mortalidad infantil, el retraso en el desarrollo, la maternidad adolescente y la escuela primaria incompleta, en comparación con los niños en la parte superior del espectro de riqueza.
 
El impacto a largo plazo de la pandemia de la covid-19 en los niños y las familias aún no se conoce por completo. Sin embargo, la evidencia sugiere que las interrupciones causadas por la pandemia, particularmente en el acceso de los niños a los servicios de salud preventivos y la educación, probablemente resulten en un exceso de mortalidad y morbilidad para bebés, niños y adolescentes, lo que socavará los logros obtenidos con tanto esfuerzo en los últimos años.
 
“En este momento especialmente peligroso de la historia, con conflicto y fragilidad en todo el mundo, todos los países deben priorizar la salud de los niños y los adolescentes, y adaptar los programas de salud y multisectoriales para satisfacer sus necesidades y factores de riesgo”, el director general de la OMS (Organización Mundial de la Salud), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y la directora general de Unicef, Catherine Russell, en un comentario vinculado al estudio.
 
Ambos advierten: “Es hora de que la solidaridad triunfe sobre la política, por el bien de nuestros hijos y de las futuras generaciones. De lo contrario, podrían morir cerca de 21 millones de niños y adolescentes de cinco a 24 años y 43 millones de niños menores de cinco años antes de 2030”.
 
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