El brote de ébola en el este de República Democrática del Congo (RDC) que ya se ha cobrado la vida de más de 200 personas está previsto que se prolongue al menos hasta mediados de 2019, según señaló el jefe de respuesta de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Peter Salama
“Es muy difícil predecir plazos en un brote tan complicado como este con tantas variables que están fuera de nuestro control pero ciertamente planeamos al menos otros seis meses antes de que podamos declarar finalizado este brote”, reconoció.
El brote es ya el más mortífero registrado en el país, donde se detectó por primera vez esta virulenta enfermedad. Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Salud congoleño, desde el pasado 1 de agosto se han registrado 333 casos, 295 de ellos confirmados, y ha habido 209 muertos, 171 confirmados.
La localización de la epidemia es quizá la más difícil que se ha encontrado hasta la fecha la OMS, debido a la densa y móvil población local, la inseguridad provocada por dos grupos armados y su propagación por transmisión en centros de salud, ha subrayado Salama.
Uno de los principales motores de la propagación de la enfermedad han sido las visitas a los varios cientos de centros de salud “tradicionales-modernos” de la ciudad de Beni. “Estas instalaciones creemos que son uno de los principales vectores de transmisión”, ha señalado.
Este tipo de instalaciones sanitarias no están reguladas, son informales y varían desde una sala en una vivienda a una pequeña estructura y no fueron creadas para detectar el ébola, mucho menos para atajar la enfermedad.
Muchas carecen de agua potable para lavarse las manos y los pacientes, que generalmente optan por medicinas inyectables porque sienten que con ellos se les están administrando medicamentos más potentes, reutilizan las jeringuillas. “Con las inyecciones vienen los riesgos”, subrayó Salama.