La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Comité Paralímpico Internacional (CPI) han activado la alarma para vigilar de cerca en estos Juegos Paralímpicos de Río 2016 las prácticas de dopaje entre los deportistas. El ‘boosting’ es una práctica de automutilación de diferentes miembros del cuerpo con el objetivo de aumentar la presión sanguínea y mejorar el aporte de sangre a los músculos en deportistas con lesiones de médula espinal
Además de la parálisis y de la pérdida de sensaciones de sus miembros inferiores, estas personas sufren a menudo problemas de tensión y de ritmo cardíaco. En consecuencia, durante un esfuerzo violento, las personas en silla de ruedas no ven aumentada su frecuencia cardíaca, por lo que su rendimiento es menor y la fatiga crece, así como su capacidad a realizar esfuerzos prolongados, tal y como recogen agencias y numerosos medios internacionales.
Por eso, algunos de ellos tratan de compensar esta desventaja automutilándose los miembros insensibilizados, en los que no sienten ningún tipo de dolor, para aumentar la presión sanguínea, mejorar el aporte de sangre a los músculos y, al final, obtener un mejor rendimiento deportivo.
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Comité Paralímpico Internacional (CPI) ya llevaron a cabo una investigación que concluyó, con datos de 2008 y 2009, que «pese a ser conscientes de los riesgos para su salud, el 16,7 por ciento de los participantes en el estudio admitieron haber recurrido al ‘boosting’ para mejorar su rendimiento durante el entrenamiento o la competición».
Acarrea problemas de salud
El problema es que el ‘boosting’ no es solo una trampa deportiva, sino que puede desencadenar un problema de salud grave, ya que los deportistas que recurren a esta práctica pueden sufrir hiperreflexia autónoma, una urgencia médica bien conocida de las personas paralizadas y que les puede afectar en su vida cotidiana tras una simple lesión, herida o inflamación.
Esta afección provoca un brusco aumento de la presión arterial que puede desencadenar, en los casos más graves, un ataque cerebral o cardíaco mortal. «Este método es excesivamente peligroso puesto que no es controlable», aseguró Jean-Claude Druvert, doctor y jefe médico de la delegación francesa en Río.
Por ello, el CPI prohíbe esta práctica desde el 2004. «Competir en un estado de hiperreflexia autónoma, sea intencionado o no, pone en peligro la salud de los atletas. Pero es también una manera de mejorar el rendimiento», manifiestó Peter Van de Vliet, director del servicio médico y científico del CPI.
En los Juegos Paralímpicos de Pekín 2008 se realizaron 37 controles y en Londres 2012, otros 41, sin que se registrase ningún caso. Pero en Rio, tras el análisis en profundidad de datos de 160 atletas en los últimos años, el CPI decidió aumentar los controles en el mes de abril y desde entonces se prohíbe participar a cualquier atleta con una tensión superior a 160 mmHg, por los 180 mmHg de antes (presión arterial sistólica).