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Jacinto Bátiz: “Para cuidar hay que cuidarse”

El Dr. Jacinto Bátiz, secretario de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC), presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Bizkaia y director del Instituto de Sensibilización, Formación, Investigación e Innovación para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurce,valora en este artículo publicado en ‘El Correo’ cómo puede verse afectada la salud del cuidador de una persona dependiente, con motivo del Día Mundial del Alzheimer, que se celebra este viernes

Cuando se cuida a una persona dependiente, la propia salud puede verse afectada. Muy a menudo, el estrés aparece por el cuidado que se presta a la otra persona. La nueva situación de quien cuida a un familiar, con alzhéimer, por ejemplo, cambia la vida. Una parte importante de estas personas cuidadoras son mujeres que, en muchos casos, combinan el trabajo y sus obligaciones con el cuidado a estas personas, renunciando, con frecuencia, a buena parte de su tiempo libre y relaciones sociales. Además, si el papel de cuidador comienza al final de la madurez o al principio de la senectud –que es cuando su propia salud y sus energías empiezan a menguar–, supondrá un factor favorecedor del síndrome del agotamiento del cuidador.

El cuidado de las personas dependientes supone una gran carga física y emocional para el cuidador, que está sometido a un desgaste afectivo prolongado en relación con la evolución de la patología de la persona dependiente, y que puede estar influido por el desconocimiento de la enfermedad y la aceptación del deterioro y de la posible muerte de la persona cuidada.

El cansancio, el insomnio, la irritabilidad, el estado de ánimo deprimido, la frustración por los sentimientos de impotencia y de fracaso, el aislamiento social, etcétera, suelen ser los efectos más destacados. Su tiempo de aparición va a depender de la fortaleza física y emocional del cuidador y de la causa de la dependencia de la persona enferma. Lo que sí se puede destacar es que la duración de la enfermedad de la persona dependiente va a ser un factor muy relevante que afectará a la situación emocional y física del cuidador.

Es importante fijarnos en los primeros síntomas que nos pueden alertar de que el cuidador comienza a sufrir un desgaste en el plano físico o psicológico: por ejemplo, cuando se queja de cansancio continuado, de insomnio, o presenta signos de irritabilidad ante cualquier circunstancia por banal que sea, o detectamos que comienza a consumir psicofármacos de manera constante. Si su estado de ánimo es deprimido, reduce sus actividades de ocio y relaciones sociales, si manifiesta sentimientos de culpa, si tiene dificultad para concentrarse o si presenta cambios frecuentes de humor, debemos sospechar que estamos ante el síndrome del cuidador.

Si estamos ante esa situación, lo primero que tenemos que hacer es procurar entender los problemas, el estado de salud y el punto de vista del cuidador. Hemos dicho que el síndrome del cuidador se caracteriza con frecuencia por un elevado consumo de automedicación, ya que considera que no se puede permitir el lujo de enfermar en estas circunstancias, siendo importante animarles para que busquen consejo médico sobre sus síntomas físicos, así como ayuda psicológica.

Si no atendemos estos síntomas de alarma, la consecuencia puede ser muy complicada para el propio cuidador, así como para la propia persona dependiente que está siendo cuidada. El cuidado que ofrecería a la persona dependiente sería un cuidado posiblemente deficiente. El cuidador se preocupa fundamentalmente de la persona a la que cuida y no se preocupa por él, así que él no va a tomar la iniciativa de pedir ayuda. Por eso hemos de estar muy pendientes de los cuidadores, de su salud física y emocional. Ésta será una de las responsabilidades de los profesionales y de los familiares. El cuidador ha de ser atendido con el mayor esmero posible, de igual manera que el propio enfermo.

¿Cómo se puede ayudar desde el entorno más cercano del cuidador, desde la propia familia? No dejando solo al cuidador principal, a veces único, sino más bien ofreciendo un apoyo especial y continuo. La mejor ayuda que le podemos ofrecer es colaborar con él en su labor, tratando de distribuir el trabajo de los cuidados más equitativamente entre los distintos miembros de la familia. En el caso de que se detecten síntomas de cansancio que afectan a su salud física o psíquica, hemos de aconsejar al cuidador que acuda a un profesional y, si es posible, acompañarle.

Si usted, lector de este artículo, tiene a su cargo una persona dependiente, no dude en consultar con su médico si se siente cansado de forma continua, más irritable, no duerme bien, etc. Pida ayuda si no puede con todo. Dedique más tiempo para cuidarse. No se aísle de sus amistades. Cuide su alimentación. Procure descansar las horas necesarias. Acostúmbrese a delegar tareas de cuidados. Tenga en cuenta que sus necesidades personales también son importantes; si las resuelve, podrá cuidar mejor.

También la sociedad debe asumir su propio compromiso con los cuidadores, como podría ser reconociendo el trabajo que realizan como una actividad humana básica y, como tal, recompensada. Si este trabajo del cuidador pudiera llegar a convertirse en una amenaza para su independencia económica, se puede pensar en proporcionarles subvenciones económicas, desgravaciones fiscales, subsidios o bajas laborales mientras dure la enfermedad.

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