Expertos internacionales han abogado por dedicar al abordaje de la «epidemia» del Alzheimer los mismos recursos que actualmente se destinan a la lucha contra el cáncer, en una jornada que se celebra en Barcelona en la que más de 200 científicos internacionales ahondan en los retos de una enfermedad que afecta a 40 millones de personas en el mundo, cifra que se llegará a triplicar en 2050
Madrid, 9 de julio 2014 (medicosypacientes.com/E.P.)
Expertos mundiales han abogado por dedicar al abordaje de la «epidemia» del Alzheimer los mismos recursos que actualmente se destinan a la lucha contra el cáncer. Así lo manifestaron el científico de la Universidad de Cambdrige Christopher Dobson, la neuróloga del Hospital General de Massachusetts Teresa Gómez-Isla y la experta del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona Natàlia Carulla durante su participación en la Conferencia Barcelona Biomed sobre Alzheimer y Beta amiloide, organizada por el IRB y la Fundación BBVA en la sede barcelonesa del Institut dEstudis Catalans (IEC),
En esta jornada en la que más de 200 científicos internacionales ahondan, estos días, en los retos de una enfermedad que afecta a 40 millones de personas en el mundo, 600.000 en España, los expertos coincidieron en alertar que en 2050 se habrán más que triplicado las personas que sufren esta enfermedad, «fuertemente asociada a la edad y que se erigirá como la plaga del siglo XXI», teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población, algo para lo que no se están destinando suficientes recursos económicos y humanos -la inversión en cáncer es actualmente diez veces superior a la del Alzheimer-.
La doctora Gómez-Isla concretó que el Alzheimer es actualmente imposible de prevenir, se diagnostica habitualmente en estados avanzados y no existe ningún fármaco que ralentice la progresión: el 99,6% de las terapias ensayadas han fracasado, lo que frena buena parte de la industria a invertir en nuevas pruebas.
Ensayos clínicos fallidos
«No hemos hecho las cosas bien después de un siglo de investigaciones. Esperamos que no vuelvan a pasar cien años más hasta lograr una cura», según la experta, que ha admitido que la falta de financiación y la complejidad del proceso de destrucción de células neuronales han ralentizado los avances clínicos.
Pese a ello, la comunidad científica ha hecho «avances capitales» en los últimos años sobre el origen de la enfermedad, recordó Dobson, quien animó a invertir más en la lucha contra el Alzheimer para lograr detectar con antelación la enfermedad y combatirla con eficacia una vez manifestada, ha dicho Gómez-Isla.
Si los ensayos clínicos han fallado es, según los expertos, porque los estudios se han centrado en enfermos muy avanzados y en tratar las placas de proteína amiloide, cuando se sabe que causa la enfermedad, pero se desconoce si tiene un papel importante cuando ya se ha desencadenado.
Las últimas investigaciones apuntan a agrupaciones de amiloides más pequeñas «que no se ven ni si quiera con imagen y que podrían tener una implicación muy directa», por lo que Carulla ha pedido más recursos en ensayos orientados a este proceso, que se está investigando en el IRB.
Hallazgos recientes también han revelado que hay pacientes con grandes concentraciones de amiloides en su cerebro que mueren sin haber presentado síntomas, lo que genera muchas preguntas a la comunidad científica: los tres han admitido que «todavía queda muchísimo por hacer».
Gómez-Isla avanzó que recientemente se ha iniciado el primer ensayo preventivo de enfermos de Alzheimer con un fármaco antiamiloide que se aplicará durante tres años a pacientes que todavía no han desarrollado síntomas: «Poder detectar la enfermedad antes de que se manifieste es muy importante para mejorar los ensayos y crear fármacos más eficaces».
Asimismo, celebró que científicos británicos hayan ideado un análisis de sangre que permita identificar 10 proteínas y predecir el Alzheimer, pero se ha mostrado prudente: «No podemos olvidar que debe validarse todavía».
Por su parte, Dobson explicó que, además del Alzheimer, existen medio centenar de enfermedades causadas por la acumulación de amiloides descubiertas recientemente, que también podrían solucionarse si se avanza en la investigación de las primeras etapas del proceso destrucción celular, en las que se halla el mayor reto de los científicos.
Finalmente, destacó la importancia de hallar biomarcadores que permitan identificar los pequeños grupos de amiloides que se empiezan a formar en el cerebro unos 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas, además de entender el proceso por el cual acaban evolucionando y formando grandes concentraciones neurotóxicas.