Expertos han alertado de un repunte "sin precedentes" de las enfermedades de transmisión sexual, debido a que los cambios sociales y culturales están incidiendo sobre el descenso conseguido tras los años "más duros" de la epidemia de infección VIH
Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en agosto de 2016, 131 millones de personas contraen clamidiasis cada año, 78 millones gonorrea y 5,6 millones sífilis. En total, se producen 357 millones de nuevos casos por alguno de los patógenos de transmisión sexual más prevalentes anualmente. Además, se calcula que hay más de 500 millones de personas con infección genial por el virus del herpes simplex (VHS) y más de 290 millones de mujeres están infectadas por el virus del papiloma humano (VPH).
En algunos casos, estas enfermedades pueden producir consecuencias adversas graves para la salud reproductiva como infertilidad o transmisión de madre a hijo. En concreto, según la OMS, en el último año, 900.000 mujeres embarazadas se contagiaron con sífilis, lo que se tradujo en 350.000 fetos con distintos grados de afectación, incluyendo mortinatos. Además, el la resistencia a los antimicriobianos supone una amenaza para el control de estas enfermedades a nivel mundial.
Los doctores Almudena Burillo y Emilio Bouza, del Servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid aseguraron, al respecto, que las causas del crecimiento de las ETS son complejas y se enraízan en cambios sociales y culturales, entre ellos, la pérdida de miedo por contraer una enfermedad considerada mortal como el VIH: “Su solución pasa por mejorar la educación y la cultura sobre el sexo desde momentos tempranos de la formación de los individuos, por mejorar los sistemas de detección rápida y por un acceso fácil a consejo y cuidados sanitarios de toda la población sin discriminación por su pertenencia o no al sistema sanitario”,
No obstante, recalcaron que “las ETS son enfermedades prevenibles y curables en su mayoría y todas las organizaciones sanitarias mundiales tienen como prioridad su prevención primaria, su diagnóstico rápido, el tratamiento de los infectados, el estudio de contactos y la comunicación de los casos a las autoridades de salud pública para su control”.
Desde la revista ‘EIDON’, de la Fundación Ciencias de la Salud, donde se recoge esta información, su responsable, Dr. Diego Gracia, señala que “uno de los mayores defectos de las aproximaciones más clásicas a los problemas éticos está en el abordaje directo de la dimensión moral de tales cuestiones, sin pasar previamente por un cuidadoso y detallado análisis de los hechos”.