Madrid, 9 de enero de 2013 (medicosypacientes.com)
El libro, escrito por Jesús Millán Nuñez-Cortés, catedrático de Medicina de la Facultad de Medina de la Universidad Complutense de Madrid, y por Juan E. del Llano Señaris, director general de la Fundación Gaspar Casal, aborda los elementos de los principios de la medicina, de la práctica médica, de la calidad de la atención médica, de la medicina basada en la evidencia y de la medicina basada en la efectividad, que forman parte de la Cátedra de Educación Médica de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Lilly.
El Juramento Hipocrático original, un manuscrito bizantino del siglo XII, con que comienza el libro, pone de manifiesto que los valores de la profesión médica parecen haber contribuido a lo largo de la historia a preservar la integridad de los médicos y a orientar su práctica “incluso más allá de las presiones sociales, políticas o económicas propias del mundo convulso que nos ha tocado vivir en el momento actual”, según afirma Millán Nuñez-Cortés, que es también director de la citada Cátedra de Educación Médica.
Millán Nuñez-Cortés señala que no vale todo para cumplir con los fines de la medicina, que se centran en la prevención de las enfermedades y la promoción y conservación de la salud; el alivio del dolor y el sufrimiento humano causado por la enfermedad; la atención a los pacientes para curar a aquellos que sean curables y cuidad a los incurables; evitar la muerte prematura y buscar una muerte tranquila.
Asegura que el médico lleva a cabo su profesión mediante un compromiso con la ciencia médica y con los enfermos y esos compromisos se establecen a través de un contrato con la sociedad, cuya base es el profesionalismo que se basa en anteponer los intereses del pacientes por encima de los del médico, en mantener unos estándares de competencia profesional y en constituirse en un auténtico experto para la sociedad en el terreno de la salud.
Para el autor, ese principio básico es lo que otorga autoridad moral al médico, de la que se ha de derivar la confianza del enfermo en particular y de la sociedad en general al comprobar cómo el médico es íntegro en su pensamiento y quehacer, como individuo y como profesional.
Pero cumplir con ese compromiso ?asegura el autor- no resulta fácil en un entorno cambiante, acosado por problemas de distinta índole e incluso con diferencias de criterios que pueden resultar evidentes entre los propios profesionales ante la enorme variabilidad en las que se produce la práctica de la medicina. Quizás por este motivo ?añade- es preciso identificar los principios, valores y responsabilidades que son propias de la profesión médica y que representan el mínimo común denominador en nuestro desempeño profesional.
Considera que, para que el médico ejerza con profesionalidad los principios fundamentales del bienestar y autonomía del paciente y la justicia social dentro del sistema de salud, debe asumir una serie de responsabilidades y compromisos, entre los que destaca, la competencia profesional, honestidad con los pacientes, confidencialidad, mejora de la calidad de la atención y del acceso a la atención sanitaria, justa distribución de recursos, conocimiento científico, mantener la confianza en los conflicto de intereses y responsabilidades profesionales que incluyen velar por los principios de la profesión médica.
El autor aboga por el deber de los médicos de reafirmar su fidelidad a los principios y compromisos del profesionalismo que “nos permiten, manteniendo el espíritu eterno de nuestros principios, poder ejercer con dignidad nuestra profesión en el momento actual, en cualquier sitio y circunstancia”.
El libro incluye un capítulo escrito por Albert Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes, sobre la Medicina basada en la efectividad, en el que tras analizar el progreso alcanzado por la medicina en el siglo XX, propone alcanzar ahora la mejor combinación entre técnica (efectividad) y corazón (afectividad) en el cuidado de los pacientes e implantar un nuevo modelo de gestión basado en el conocimiento y en los valores, que tenga como ejes principales la formación como estrategia de capacitación, la documentación como estrategia de información, la evaluación como estrategia de provisión de evidencia y la deliberación científico-técnica como estrategia de abordaje de problemas de salud y de dilucidación de desacuerdos morales.
Este modelo, combinación de ciencia y humanismo, debería establecer, según Albert Jovell, cuál es el puesto de la profesión médica en la mejor de las condiciones para afrontar retos y cambios que se están produciendo ya en la sanidad del siglo XXI, consecuencia de la creciente innovación tecnológica, los cambios en la estructura demográfica, el aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas, la globalización de la economía, la mundialización acrítica de la información sanitaria y la necesidad de determinar prioridades, es decir, de tomar decisiones difíciles de racionamiento.