El aumento del uso del cigarrillo electrónico entre los jóvenes causa preocupación entre los médicos de Atención Primaria que temen que se convierta en acceso directo al hábito tabáquico, revirtiendo el descenso de fumadores que se había logrado en los últimos años en esta franja poblacional. Así se puso de manifiesto en una sesión para actualizar las novedades del debate científico sobre el cigarrillo electrónicoen el marco del XXI Congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG)
Madrid, 3 de junio 2014 (medicosypacientes.com)
El aumento del uso del cigarrillo electrónico entre los jóvenes causa preocupación entre los médicos de Atención Primaria por si se convierte en acceso directo al hábito tabáquico, revirtiendo el descenso de fumadores que se había logrado en los últimos años en esta franja poblacional, según se puso de manifiesto en una sesión para actualizar las novedades del debate científico sobre cigarrillo electrónico en el marco del XXI Congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
“Mientras no se demuestre formalmente que los cigarrillos electrónicos son productos seguros, eficaces y de calidad aceptable, se debería advertir seriamente a los consumidores de que se abstengan de utilizarlos”, según se puso de manifiesto, recordando que La Organización Mundial de la Salud ya lanzó este mensaje el año pasado, pero parece que sigue vigente y así se reiteraba en la Mesa de Controversia “Cigarrillo electrónico: ¿solución o nueva adicción?
Los ponentes, Andrea Gallego, responsable del Grupo de Tabaquismo de la SEMG, y Esteve Saltó, vicepresidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) alertaron que el e-cigarrillo esté encontrado gran aceptación entre los jóvenes con el peligro que ello supone, dado que, en su opinión, “puede ser una vía de entrada natural para iniciarse en el hábito tabáquico”, y que calificaron de “lamentable si se diera, ya que echaría a perder la labor realizada en estos últimos años en relación a la disminución de la tasa de tabaquismo, en general, y especialmente en esa franja poblacional”.
Otras de las principales cuestiones abordadas sobre este tema giraron en torno a si los cigarrillos electrónicos o e-cigarrillos ¿son seguros? ¿son eficaces para dejar de fumar? ¿pueden ser una estrategia de reducción de riesgos? ¿suponen una amenaza desde un punto de vista de salud pública?
Los expertos coincidieron en señalar que, aunque desde el ámbito médico debe imperar la prudencia, el hecho de no disponer de suficientes estudios científicos al respecto no exime de que se pueda concluir alguna recomendación, la primera: la inocuidad de los e-cigarrillos no está probada científicamente, pero, aunque tampoco su toxicidad, sí que se conoce que algunos de sus componentes lo son, como también lo es la nicotina con la que algunos e-fumadores cargan los aparatos (más allá de las dosificaciones, que por otra parte pueden ser preocupantes, y de la adicción que, eso sí que está demostrado, esta substancia provoca).
Otra de las posturas de los ponentes fue descartar, como inicialmente se planteaba (cabe recordar que la introducción del cigarrillo electrónico en España acaeció en el año 2012), que este producto pueda utilizarse de manera generalizada como herramienta terapéutica en el tratamiento de deshabituación tabáquica.