Este martes se cumplen 30 años del desastre nuclear de Chernóbil. Por este motivo, el Parlamento Europeo ha elaborado un informe en el que analiza la situación de la zona tres décadas después de que se produjera la tragedia medioambiental. En total, hasta 4.000 personas podrían morir a causa de la radiación a la que se vieron expuestas a raíz del accidente ocurrido en la central nuclear, siendo el cáncer de tiroides y la leucemia las principales patologías encontradas entre los afectados
El accidente nuclear sucedido en la central de Chernóbil, en la actual Ucrania, el sábado 26 de abril de 1986, obligó a aislar un área de 30 kilómetros de radio y amenazó la vida de millones de personas. La explosión del reactor envió una nube de lluvia altamente radiactiva a la atmósfera, que superó un centenar de veces las emisiones de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Los datos que maneja el Parlamento Europeo se basan en cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señalan que alrededor de 1.000 personas, entre los empleados del reactor que se encontraban en el emplazamiento y los trabajadores de servicios de emergencia, sufrieron una exposición intensa a altos niveles de radiación el primer día del accidente. Asimismo, de los más de 200.000 trabajadores de servicios de emergencia y de operaciones de recuperación que estuvieron expuestos a la radiación durante el período 1986-1987, se considera que unos 2.200 morirán por una causa relacionada con esa exposición.
Según las estimaciones, cinco millones de personas viven actualmente en zonas de Belarús, Rusia y Ucrania que están contaminadas con radionucleidos debido al accidente, de las que unas 100.000 se encuentran en zonas que en el pasado fueron clasificadas por las autoridades gubernamentales como “zonas de control estricto”.
La contaminación provocada por el accidente ha causado alrededor de 4.000 casos de cáncer, principalmente en personas que eran niños o adolescentes en el momento del accidente. Esta cifra comprende los casos conocidos de defunción por cáncer de tiroides y leucemia provocados por la radiación y una previsión estadística basada en estimaciones de las dosis de radiación recibidas por esos grupos de población. Puesto que alrededor de una cuarta parte de las personas mueren por cánceres espontáneos no causados por la radiación de Chernóbil, el aumento de tan sólo un 3% aproximadamente provocado por la radiación será difícil de observar.
Sin embargo, en los grupos más expuestos de los trabajadores de servicios de emergencia y de operaciones de recuperación ya se ha observado cierto aumento de algunas formas de cáncer (por ejemplo, de la leucemia) en determinados períodos de tiempo.
La estimación de la cifra final de defunciones que se da en el informe es muy inferior a las especulaciones que se venían haciendo y difundiendo sobre las decenas de miles de muertes que causaría la exposición a la radiación, pero no difiere mucho de las estimaciones que hicieron en 1986 los científicos soviéticos
La mayoría de los trabajadores de servicios de emergencia y de los habitantes de zonas contaminadas recibieron dosis de irradiación corporal relativamente bajas, comparables a los niveles de fondo naturales. Por consiguiente, no se han encontrado pruebas de una disminución de la fecundidad en la población afectada, ni parece probable que se produzca y tampoco se han hallado pruebas de un aumento de las malformaciones congénitas que pueda atribuirse a la exposición a la radiación.
Efectos en la salud mental
El traslado a otras zonas, según el informe, fue una “experiencia profundamente traumática” para las 350.000 personas que fueron sacadas de las zonas afectadas. Aunque 116.000 fueron evacuadas de la parte más gravemente afectada inmediatamente después del accidente, los traslados posteriores no sirvieron para reducir significativamente la exposición a la radiación.
Junto con las defunciones y enfermedades causadas por la radiación, el informe define los efectos de Chernóbil en la salud mental como “el mayor problema de salud pública creado por el accidente”, y atribuye este perjudicial efecto psicológico en parte a la falta de información exacta. Estos problemas se manifiestan en evaluaciones negativas de la propia salud, en la convicción de tener una esperanza de vida menor, en la falta de iniciativa y en la dependencia de la asistencia del Estado.