En este artículo, el Dr. José M.ª Domínguez Roldán, presidente de la Comisión de Ética y Deontología Médica de la OMC, analiza los prejuicios sobre el envejecimiento desde una perspectiva ética.
Los prejuicios negativos acerca del envejecimiento (edadismo) observable en nuestro entorno social pueden llevar a la discriminación en el trato de los adultos mayores. El fenómeno del edadismo se refiere a discriminación, estereotipos o prejuicios contra individuos sobre la base de su edad cronológica.
La expresión más explícita del edadismo en nuestra sociedad actual es el hecho de la obligatoriedad de las personas de abandonar su trabajo cuando llegan a una edad determinada sin tener en consideración otros aspectos de su desempeño profesional.
Aunque ello pudiera ser considerado un logro relevante desde el punto de vista social, la jubilación por edad puede ser considerada, en muchos casos, la evidencia de que existe una discriminación vinculada a la edad y no relacionada con la capacidad de productividad profesional que pueda tener la persona. De algún modo, puede considerarse que se emplean criterios etarios para discriminar y marginar a adultos mayores del resto de adultos de menor edad.
El edadismo dirigido a las personas mayores no es un fenómeno universal, sino que tiene una expresión más pronunciada en países con economías avanzadas, especialmente en países occidentales. En los países más pobres se constata que a los adultos mayores se les muestra más respeto que en los países desarrollados.
Existen diversos factores que inciden en el avance del edadismo. La inversión de la pirámide poblacional y sus consecuencias económicas y sociales ha tenido una gran influencia en ello. En estas economías occidentales, la proporción de población que envejece se está incrementando debido al menor número de nacimientos y, por otra parte, la longevidad y la vitalidad de las personas mayores, en términos de movilidad física y salud, ha mejorado considerablemente.
Uno de los fenómenos asociados al incremento de la edad poblacional es el hecho del aumento de la demanda de atención médica. Los sistemas de salud de aquellos países en los que existe mayor porcentaje de población de edad avanzada deben asignar dinero y recursos para su atención. Ello supone un desafío para estas economías si se pretende garantizar que los resultados en la atención médica sigan siendo buenos.
La inversión de la pirámide de población, con el aumento de las personas de edad avanzada, requiere que los trabajadores en activo contribuyan a mantener la asistencia sanitaria de los ancianos, así como las pensiones económicas de los mismos, asociándose esto a una menor contribución social y laboral de las personas de más edad.
El edadismo también tiene impacto en cómo las personas de edad avanzada se perciben a sí mismas. En un contexto donde la juventud es venerada y el envejecimiento se percibe como una carga, muchos adultos mayores sufren una disminución en su autoestima y confianza. Este impacto psicológico puede llevarlos a evitar actividades sociales, a no buscar nuevas oportunidades de aprendizaje y a limitar su autonomía.
Las actitudes negativas basadas en la edad no solo privan a las personas mayores de oportunidades que de otro modo tendrían, sino que también afectan negativamente
su salud. Cuando las personas de edad avanzada tienen actitudes edadistas hacia sí mismas, esto se correlaciona con tasas más elevadas de mortalidad por todas las causas, una deficiente salud funcional y una recuperación más lenta de la enfermedad.
El edadismo puede, además, asociarse a otros factores que incrementan la inequidad, tales como la discapacidad, el sexo, la identidad y expresión de género, o la raza. La existencia de discapacidad en adultos mayores puede afectar negativamente a la persona, ya que sus necesidades se incrementan, lo que puede conllevar que sean excluidas y víctimas de la inequidad en comparación con los individuos con discapacidad, pero más jóvenes. Los adultos mayores con discapacidad corren el riesgo de sufrir un doble enjuiciamiento (los efectos combinados de la edad y las discapacidades) incrementando el riesgo de sufrir discriminación institucional por edad, lo que les impide obtener derechos y adaptaciones similares a los que se otorgan a las personas más jóvenes con discapacidad para poder participar plenamente en su entorno social.
Se alcanzaría la equidad si la sociedad procurara en sus normativas mitigar los inconvenientes que padecen las personas a causa de su edad avanzada
El edadismo de género, o la mezcla de edadismo y sexismo, puede generar un riesgo doble: las mujeres de edad avanzada pueden ser objeto de discriminación tanto por su condición de mujeres como por su edad. No obstante, a pesar de que algunos hombres pueden estar relativamente libres del edadismo, los estudios sobre las percepciones culturales del envejecimiento en hombres han evidenciado que los hombres de edad avanzada suelen perder su poder y estatus debido a una disminución en su rendimiento en
el trabajo en comparación con el desempeño previo.
El edadismo presenta una serie de retos éticos que demandan un análisis meticuloso y una actuación coordinada. Al fomentar el respeto, la justicia y la igualdad para todos los grupos de edad, podemos edificar sociedades más éticas e inclusivas.
El concepto de justicia es un pilar fundamental y esencial en la práctica ética. La justicia abarca conceptos de igualdad para todos los involucrados, en particular si hay degradación del estatus por razones de edad, género, raza, etnia o estatus socioeconómico. Se alcanzaría la equidad si la sociedad procurara en sus normativas mitigar los inconvenientes que padecen las personas a causa de su edad avanzada.
La ética exige que las relaciones humanas, incluso entre generaciones, vayan más allá de la justicia estricta. Por lo tanto, las personas mayores que podrían asumir la responsabilidad de su propio futuro deberían hacerlo no solo por su propio bien, sino también como un acto
de solidaridad con toda la comunidad. Estas obligaciones morales particulares, tanto de las personas mayores como hacia ellas, se derivan del hecho de que todos los seres humanos comparten la Se alcanzaría la equidad si la sociedad procurara en sus normativas mitigar los inconvenientes que padecen las personas a causa de su edad avanzada responsabilidad del bienestar de todos los demás seres humanos.
Para atenuar el impacto del edadismo en las sociedades occidentales se deberían aplicar tácticas de sensibilización y modificación de actitudes tales como: fomento del contacto y la colaboración entre generaciones para ayudar a desmontar los estereotipos negativos y promover una visión más inclusiva del envejecimiento; fortalecimiento de las leyes contra la discriminación por edad en el empleo y otros ámbitos, asegurando su cumplimiento efectivo; y promoción de imágenes realistas y diversas de las personas mayores, destacando su contribución a la sociedad o la creación de programas que incentiven la inclusión de los mayores en el mercado laboral y en actividades comunitarias que puedan ayudar a cambiar las percepciones sobre el envejecimiento.
José María Domínguez Roldán
Presidente de la Comisión de Ética y Deontología Médica OMC