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Dra. Remedios Rico Urios: “Reflexiones en tiempos de crisis”

La Dra. Remedios Rico Urios, tesorera y vocal de Atención Primaria Rural del Colegio de Médicos de Tarragona e integrante del grupo de trabajo AP25 de la OMC, analiza en este artículo de opinión la actual situación que atraviesa España con el coronavirus en la que, según dice, “los recortes en sanidad y la falta de previsión ante algo que se veía venir nos han llevado a la triste realidad que vivimos. Somos el país con la mayor tasa de sanitarios infectados” 

Dra. Remedios Rico Urios, Tesorera y vocal de Atención Primaria Rural del Colegio de Médicos de Tarragona. Integrante del grupo de trabajo AP25 de la OMC

 
En estas fechas todo ha quedado eclipsado por la alerta sanitaria que estamos viviendo.
 
Nunca habíamos conocido una situación de crisis similar y es en estos momentos cuando aflora lo mejor de la naturaleza humana.
 
Ahora es el momento de dar el todo. Mis compañeros sanitarios demuestran que el aguante físico roza el infinito y que la profesionalidad está por encima de la falta de material, de recursos humanos, de espacio físico, de camas y de otras tantas otras cosas. Ahora la precariedad que se lleva años denunciando queda patente. Los recortes en sanidad y la falta de previsión ante algo que se veía venir nos han llevado a la triste realidad que vivimos. Somos el país con la mayor tasa de sanitarios infectados con todo lo que ésto conlleva. La situación, digan lo que digan, es caótica. Los médicos de atención primaria se están reclamando, se les moviliza para cubrir déficits en hospitales y, una vez más, la atención primaria se ve devaluada.   Debemos apostar por mantener abiertos todos los centros de primaria todos los días de la semana para frenar el aluvión de visitas a las urgencias hospitalarias y su colapso. Hay que tomar soluciones que ayuden a reducir la angustia de la población y del profesional. Hay que dimensionar de forma correcta los equipos y su ubicación. Y no olvidemos que la atención primaria es el primer filtro. Necesario. Imprescindible. Incuestionable.
 
Soy médico. Soy médico de familia pero mi propia salud me hace vivir este momento desde casa. Una intervención quirúrgica me obliga a no poder ayudar a mis compañeros en primera línea. Yo soy ahora otra persona de las que SE QUEDA EN CASA. Y es un duro reto ya que no me tocaría estar donde estoy.
 
Tengo el alma rota y hecha pedazos por no poder estar en activo, por no poder realizar actividad asistencial pero todos podemos aportar. Se es médico cada día, cada hora, siempre.
Todos podemos formar parte del movimiento de solidaridad y colaboración que ha nacido. Se puede prestar ayuda telefónica, solicitar y coordinar voluntarios, realizar acompañamiento por redes sociales, resolver dudas…querer es poder o querer es intentar.
 
Un aplauso a todo el movimiento de ayuda, de donaciones, de solidaridad y de responsabilidad. La población da ejemplo. 
 
Soy madre, soy hija, soy hermana, soy tía, soy sobrina y todo está empañado. Nos vemos a través de una pantalla, nos oímos por teléfono. El ordenador es el aliado necesario. Añoro los abrazos, los besos, los paseos. Añoro ver, besar y tocar a mi madre y a todos los míos.
 
Añoro la salud, echo de menos a mis compañeros. A TODOS MIS COMPAÑEROS. A todos los héroes que están perdiendo la vida para que el país viva.
 
Pienso en todos los que han perdido a algún familiar en estos días. En todos los que han tenido que anular bodas, viajes y celebraciones. En la soledad de muchos enfermos ingresados o en situación de aislamiento domiciliario. Hay muchas pérdidas en este camino. 
 
Tenemos obligación de ver la luz, mantengamos la esperanza como agradecimiento a los que se están dejando la piel. La vida sigue. Cada día nacen niños y cada día alguien se recupera y vuelve a tener salud. Cada retirada de respirador, cada alta hospitalaria, cada negativización del test es una fiesta.
 
Pero no entiendo como la irresponsabilidad y el egoísmo siguen presentes. La desobediencia al confinamiento hace que el riesgo asumido por todos los que están luchando por el resto sea un suicidio. Las detenciones, las sanciones diarias por incumplimiento de las normas excepcionales no deberían ser necesarias . Pero eso ya depende de la calidad humana de cada uno de nosotros.
 
Pasará. Seguro. Todo pasará. Pero el coste económico y en vidas dejará cicatrices. 
 
¿ Aprenderemos de los errores ¿ ¿ Morirá la sanidad pública en el intento ¿ Se reconocerá la precariedad en la que hemos trabajado durante tanto tiempo ¿ ¿ Recuperaremos el prestigio y el reconocimiento perdido?
 
La población, salvo excepciones, reconoce el esfuerzo colectivo pero, especialmente, la labor incansable de los profesionales sanitarios. Con el aplauso diario al que yo me sumo desde mi casa cada noche se refuerza mi esperanza, mi orgullo por todos los que se están dejando la piel para salir de ésto de forma incansable.
 
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