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Dra. Mara Dierssen: “La ciencia y la sociedad en general siguen siendo institucionalmente sexistas”

Con motivo del Día internacional de la mujer, el CGCOM ha organizado para hoy, 4 de marzo, la jornada Avanzando hacia el liderazgo femenino en la profesión médica en la que participa la Dra. Mara Dierssen, quien afirma que “la ciencia y la sociedad en general siguen siendo institucionalmente sexistas” y que “seguimos sin conseguir la plena y efectiva participación de las mujeres”

La Dra. Dierssen, neurobióloga, investigadora, profesora universitaria y divulgadora científica, aborda en esta entrevista para Médicos y Pacientes la desigualdad de la mujer en el campo de la investigación y en el de la Medicina, la dificultad para lograr puestos de responsabilidad y el trabajo que queda por hacer en cuanto a la igualdad de género.

 
¿Cuáles diría que son los principales objetivos por alcanzar en términos de igualdad de género? ¿Y en el campo profesional de la Medicina, concretamente?
Pues seguimos sin conseguir la plena y efectiva participación de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles de la vida política, económica y pública, y siguen existiendo muchas formas, más o menos sutiles, de discriminación por género. Además, sigue sin reconocerse la labor de cuidados no remunerados ni la sobrecarga del trabajo doméstico, que sigue recayendo en gran medida en las mujeres, aunque por supuesto las cosas van mejorando. De hecho, la falta de consecución plena de estos objetivos ha promovido que sea uno de los objetivos de desarrollo sostenible.
 
En medicina, seguimos sin incorporar de forma explícita la perspectiva de género en investigación ni en la práctica médica. En ese sentido, hemos avanzado y las instituciones científicas punteras exigen una representación adecuada de ambos sexos, tanto en ensayos clínicos en humanos como en animales. Históricamente, los laboratorios han prescindido de las hembras animales, para evitar sus posibles cambios de comportamiento relacionados con su ciclo menstrual, lo cual se ha demostrado que de hecho es perfectamente manejable. La identificación de sesgos de género es una de las estrategias más necesarias para incorporar la perspectiva y el análisis de género en la atención sanitaria, en la educación médica y en la investigación.
 
En la actualidad en España tenemos prácticamente el mismo número de médicas y de médicos, sin embargo, no ocurre lo mismo con los puestos de dirección o gerencia, ¿cuáles crees que son las principales razones por las que las mujeres no ocupan más cargos de responsabilidad?
En el campo de la medicina se ha demostrado que las mujeres tienen mucho más difícil el poder llegar a ocupar posiciones de liderazgo tanto en el área clínica como en la académica, porque no avanzan tan rápidamente ni son recompensadas de la misma manera que sus colegas hombres con la misma preparación. A pesar de haber un número cada vez más elevado de mujeres en la práctica de la medicina, no siempre llegan a alcanzar rangos académicos o clínicos altos, o a pertenecer a los comités editoriales de las revistas.  Por ejemplo, la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) solamente cuenta con un 35% de miembros en activo que son mujeres.
 
Y de éstas, solo tres de cada 10 ejercen cargos directivos en organizaciones sanitarias (gerencias, direcciones médicas, direcciones de enfermería, etcétera), cuatro de cada 10 si se incluyen las que ocupan cargos en las subdirecciones de los hospitales o son adjuntas a alguna dirección, y hay que recordar que según un informe de SEDISA, solamente el 10% de esas plazas salen a concurso público, el resto son designadas por los políticos o por el órgano de gobierno de la organización, es decir, no es un tema de méritos. Además, muchas mujeres reconocen que el hecho de formar una familia enlentece su desarrollo profesional y que la brecha salarial sigue pesando. La última brecha salarial que hemos conocido se sitúa en el 21,41 %, la más baja de los últimos once años y corresponde a los últimos datos disponibles, de 2018, publicada en julio de 2020 por el INE. A pesar de ese descenso las mujeres cobran de media al año, 5.726,30 euros menos que los hombres.
 
En numerosas ocasiones se dice que la conciliación familiar es una de las principales trabas que se encuentran las mujeres para crecer como profesionales, ¿cree usted que es así?
Es, desde luego, una traba muy significativa, especialmente porque la maternidad sucede, incluso aunque se retrase, en etapas de la carrera profesional especialmente sensibles, en los que se generan las mejores oportunidades y cuando el currículum se está construyendo. La maternidad hace que no se generen tantos méritos o que se hayan de tomar decisiones profesionales muy influenciadas por la vida familiar, lo que a la larga acaba penalizando.
 
¿Y en su caso, se ha encontrado en alguna ocasión con obstáculos o discriminación por ser mujer en su carrera? 
Sí, por supuesto, desde discriminaciones sutiles y estereotipos hasta discriminaciones muy explícitas en concursos y evaluaciones. La desigualdad de género en las universidades y centros de investigación se sigue presentando bajo el espejismo de la igualdad formal y la creencia en la meritocracia. Pero en cambio yo nunca me planteé no tener familia, por ejemplo, o planear cuándo sería el momento más conveniente para tener hijos, porque consideraba que ese momento no existiría nunca y además dudo mucho que nadie sea capaz de tener una visión “objetiva” o una definición clara de lo que es un “buen momento” para hacer las cosas.
 
¿Piensa que nuevas leyes que promueven paridad en los organismos colegiales van a contribuir a que esta situación cambie?
No tengo mucha confianza, la verdad. Hace diez años que se desarrolló la Ley Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, lo que supuso modificar también la Ley Orgánica de Universidades. Éstas han desarrollado planes de igualdad para intentar frenar las diferencias entre hombres y mujeres, pero los cambios son muy lentos y si nos fijamos en el índice de techo de cristal, es decir, en el liderazgo las cosas no han mejorado nada. Los planes de igualdad en la mayor parte de los casos son “papel mojado”. Además, en 2015, la Comisión Europea publicó una resolución en la que instaba a los países miembros a crear mecanismos para poner fin a los techos de cristal existentes en las carreras profesionales de las mujeres en el ámbito científico y académico.
 
¿Qué consejo les daría a los estudiantes de Medicina y a los médicos y médicas jóvenes para que se logre la igualdad real y no exista un techo de cristal?
Yo creo que posiblemente existe voluntad de cambio, en la mayor parte de los casos. Es decir, la mayor parte de los profesionales acepta que el género no determina la capacidad de un individuo y que, en consecuencia, su género no debería ni allanarle ni interponerse en su camino hacia un puesto de trabajo. Pero, la realidad es otra y está conformada por múltiples dimensiones que se combinan en una tormenta perfecta que aboca a resultados pobres y discriminatorios. Y, de hecho, el problema es que la desigualdad de género en ciencia se presenta bajo el espejismo de la igualdad formal y la meritocracia mal entendida.
 
Desde esta perspectiva es evidente que, si de verdad queremos que la situación cambie, debemos considerar la discriminación positiva como una posibilidad de cambio real. Eso sí, siempre que se haga adecuadamente y con sentido común.
 
Usted es una investigadora experta, ¿por qué cree que existen tantas diferencias en cuestiones de género en su sector?, ¿cómo cree que se puede cambiar esta situación?  
La ciencia y la sociedad en general siguen siendo institucionalmente sexistas. A pesar de algún progreso, las científicas están peor pagadas, se las promociona menos, obtienen menos financiación y es más fácil que abandonen la ciencia a un mismo nivel de cualificación que los varones. Por muchas medidas que se tomen hay también una cuestión cultural de base que sigue fomentando los estereotipos de género, y el sesgo implícito. Cambiar la situación depende de que todos estemos convencidos de que romper la barrera entre géneros en el liderazgo de la investigación mejorará la eficiencia de la asistencia sanitaria y la investigación, lo cual beneficiará a toda la sociedad.
 
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