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Dra. Cristina Linares: “Las políticas de salud pública que protejan la infancia son imprescindibles para reducir los impactos del cambio climático”

La Dra. Cristina Linares, científica titular y codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, participa en la jornada de Investigación en Cambio Climático que tendrá lugar el 30 de marzo en la sede del Consejo General de Colegios de Médicos, tras un año de andadura de la AMCC (Alianza Médica contra el Cambio Climático). Tal y como asegura en esta entrevista, “trabajar en políticas de salud pública que protejan a los grupos más vulnerables como los niños y niñas es imprescindible para garantizar un cambio de hábitos y un modelo de consumo sostenible a largo plazo que minimice los impactos en salud que genera el cambio climático”

La Dra. Cristina Linares es doctora en Medicina Preventiva y Salud Pública por la Universidad Autónoma de Madrid y forma parte del Grupo de Trabajo II del V Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en el campo de Impactos del Cambio Climático en la Salud Humana.

¿Cómo afecta el cambio climático a la salud infantil?

Entre los impactos directos del cambio climático sobre la infancia, se incluyen los que afectan directamente a su salud, especialmente a los niños y niñas que habitan en las regiones de pobreza extrema. Los efectos del calentamiento global dificultan el acceso a alimentos (debido a sequías, inundaciones, incendios y olas de calor) y también los relacionados con la seguridad de sus familias como eventos meteorológicos extremos, causando entre otros factores socio-económicos y políticos, situaciones de conflicto, desplazamientos, inseguridad, inequidades sociales y educativas, falta de acceso al agua y desestructuración de los sistemas sociales. Entre las consecuencias más relevantes que ello provoca destacan las enfermedades por deshidratación e infección, la muerte, la hambruna y otros efectos sociales colaterales, como el trabajo infantil, la separación familiar, las víctimas de conflictos y del tráfico de personas, o la reducción de las horas de escolarización.

En las regiones más favorecidas económicamente, los problemas se centran especialmente, en el aumento de la exposición a contaminantes atmosféricos incrementados por acción de las situaciones de bloqueo atmosférico que promueve el cambio climático (material particulado, dióxido de nitrógeno y ozono). Estas situaciones reducen de forma significativa la calidad de vida a corto y largo plazo de la población infantil, con mayor incremento del desarrollo de enfermedades relacionadas principalmente con el sistema respiratorio, pero también con otros trastornos como la falta de rendimiento escolar. Además, situaciones relacionadas con factores económicos como la pobreza energética de muchas familias determina la aparición de enfermedades en edades tempranas, incluso las relacionadas con la salud mental.

Trabajar en políticas de salud pública que protejan a los grupos más vulnerables como los niños y niñas es imprescindible para garantizar un cambio de hábitos y un modelo de consumo sostenible a largo plazo que minimice los impactos en salud que genera el Cambio Climático.

¿Cómo la salud del planeta impacta en la salud de la población?

Después del verano 2022 y el resto de records de eventos extremos batidos en los últimos años (olas de calor extremas, incendios devastadores, sequías e inundaciones nunca antes registradas, etc.) se pone de manifiesto más que nunca que el cambio climático es el reto ambiental y social más importante al que se enfrenta el conjunto de la población mundial. Incidiendo de forma más directa en las poblaciones más vulnerables y pobres, la salud se ve afectada de diversas formas y la propia OMS considera que la salud debe ser el eje de la acción climática.

En los países más empobrecidos los principales riesgos climáticos se relacionan fundamentalmente con pilares básicos de salud como son la disponibilidad del Agua y la de Alimentos, riesgos climáticos como el incremento de la sequía o la aridez del terreno o la variación del régimen global de lluvias ya están impactando de forma muy importante a la calidad y al suministro de agua y por extensión a la producción de alimentos y a la seguridad alimentaria en muchas partes del mundo lo cual está muy relacionado con que se intensifiquen las hambrunas, las enfermedades de tipo gastrointestinal e incluso al aumento de los conflictos violentos por el control de los recursos, esto provoca que muchas personas se desplacen de sus lugares de origen, lo que se conoce como migrantes climáticos.

En los países más favorecidos económicamente, la percepción de los riesgos es totalmente diferente, se centra principalmente en el incremento de la intensidad y la frecuencia de las olas de calor, incendios forestales, sequías y la redistribución de enfermedades infecciosas trasmitidas por vectores como mosquitos y garrapatas, o el aumento de la contaminación atmosférica química con su gran impacto en la carga de enfermedad y calidad de vida de la población.

Por otra parte, hay riesgos como el incremento en intensidad y frecuencia de determinados fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones o lluvias torrenciales que exponen de forma directa a la población afectada de igual manera, a mayor número de lesiones y traumatismos, pero también a mayores episodios de estrés postraumático, ansiedad y afectación general de la salud mental.

Además, otro de los grandes problemas de atribución de riesgos en salud al Cambio Climático es que unos impactos influyen en otros potenciándolos, por ejemplo, una ola de calor no solo supone un impacto en salud debido a las altas temperaturas, sino que se intensifica a su vez el impacto en salud de otros procesos que son simultáneos en el tiempo. Por ejemplo, las altas temperaturas intensifican los procesos de sequía que a su vez aumentan la magnitud de los incendios forestales cuya carga de enfermedad y mortalidad no se monitoriza adecuadamente ya que no sólo afecta a las poblaciones directamente afectadas por el incendio sino a poblaciones más alejadas donde llegan altas concentraciones de las partículas en suspensión originadas por la combustión de biomasa. Debiendo de abordar estos problemas conjuntos de una forma integrada desde la salud pública.

¿España está lo suficientemente concienciada?

Desde nuestro punto de vista, falta mucha educación ambiental en cambio climático, entendiéndose que la educación en este tema no debe considerarse únicamente a nivel escolar sino hacerse extensiva a toda la población, falta mucha información veraz y contrastada en la población general e incluso entre los diferentes profesionales y especialmente en la clase política y en los tomadores de decisiones. Creo que por parte de los científicos se está transmitiendo la magnitud real del problema, a través de informes internacionales como los del IPCC, pero los agentes encargados de trasladar esa información a la opinión pública, a veces por no alarmar o crear sentimientos de desesperanza no transmiten la urgencia real del problema.

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