El Dr. Agustín Zamarrón, vocal de la Comisión Central de Deontología (CCD) de la Organización Médica Colegial (OMC) explica en una entrevista en ‘Medicos y Pacientes’, con motivo de la celebración el próximo lunes del Día Mundial de la Ética Médica, que “el Código de Deontología debe contemplar la relación de cooperación e interdependencia de los médicos en su trabajo, habitualmente institucionalizado”
El 18 de septiembre es el Día de la Ética Médica, ¿qué le sugiere esta fecha?
Ante los huesos de los guerreros atenienses Pericles pronuncio la oración fúnebre. Conmemoraba a los héroes, pero se extendía en las razones que los llevaron a la muerte, la defensa de los principios de la cultura ática a los que se debían como ciudadanos.
Al memorar la ética médica vindicamos los principios de la acción práctica de la profesión y hacemos memoria de aquellos que los observaron y nos los inculcaron con su ejemplaridad.
Pueden sobrar banderas y oropeles nunca la exaltación de los buenos y la predica del bien.
¿Hay una crisis de valores éticos en la sociedad?
Creo que, en todos los tiempos, nos acucia en los actuales, se ha percibido una quiebra de la voluntad al atender más a principios egoístas que a consideraciones éticas que son, siempre, el respeto a todos y, aun mas, a los menos. Pero la civilización occidental se asienta en principios morales y derechos, con especial observancia de las minorías. Y en los estados democráticos lo hacen las constituciones a las que debe acordarse toda ley.
Toda acción moral, y las acciones profesionales lo han de ser por excelencia, son críticas en la ocasión y en el modo. Criticas, pues han de darse con la oportunidad y prontitud debidas y atenerse al momento, pues críticamente la evolución de la patología las presenta. Han de establecerse siempre con criterio, las más de las veces con acordado consenso entre varios.
Los médicos somos falibles y podemos pervertir nuestros actos. No es necesario mirar lejos para detectar la corrupción y el egoísmo, la profesión por humana no es inmune a ello, de ahí la necesidad de atenerse a principios, observar las leyes y respetar las normas.
En cuanto a los principios, la Carta Medica 2000 a la que, como muchas otras asociaciones médicas, atendió el CGCOM, establece 3 principios: El Principio de la primacía del bienestar del paciente, el Principio de la autonomía del paciente y el Principio de justicia social.
El Código deontológico sigue estos principios en sus normas. En cuanto a las leyes, bien entenderlas y cumplirlas.
¿Qué aporta la ética a la hora de solucionar conflictos deontológicos?
La ética es el elemento radical de la deontología, su fundamento. En cualquier acto que plantee un compromiso moral, y raro es aquel que no deba contemplarse moralmente, debe atenderse a principios éticos.
En la Critica de la Razón Práctica se maravilla el autor de “el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mi» Debe ser preocupación del médico poseer una voluntad buena y contemplar un cielo moral estrellado que le guie a bien obrar; vera en él, que el Código de Deontología Médica es una polar certera.
¿Considera que bioética está cada vez está más presente en el día a día de la profesión médica?
La bioética, la ética asistencial, está cada vez más presente porque se ha hecho constitutiva del obrar de los médicos. Los médicos, en una decisión clarividente, no solo se comportan, como siempre han hecho, moralmente, además, se preocupan por dar fundamento ético a su profesión y explicitarlo. Por ello hoy es común comentario público lo que siempre fue común hacer. Si por diversos motivos se desvió, con espíritu fáustico de autosuficiencia, la atención solo hacia el conocimiento científico y técnico, se está de vuelta en los antiguos lares y costumbres.
Si hubo abandono de este hogar como hijo prodigo se vuelve y no es el mismo el que torna, se ha fortalecido y ya no sigue los usos antiguos de una moral tradicional, rígida, normativa y heteronimia, sino de una ética autónoma, discursiva y responsable.
¿Potenciar la formación en aspectos éticos ayudaría a mejorar la calidad de la asistencia al paciente?
Ciertamente. A esto dijo Celestina, que algo sabría de moral donde sentar su desvergüenza, que en una hora no se ganó Zamora. Tampoco ha de esperarse una adecuada formación de los médicos, ni de ningún otro, sino no viene de antiguo. Poco vale, mal logro tendrá la bioética si no se ha procurado una adecuada formación en los estudios medios, donde la ética tenía lugar en las Humanidades; mas por mor de dejar espacio a lo accesorio se retira lo fundamental y las humanidades se han proscrito como cosa vieja y arrumbada. Algo puede corregirse en los médicos, donde la necesidad para sus actos es grande y la preocupación mucha, si se hace en los estudios superiores. Y es importante, pues en aquellos que no se forman profesionalmente en estudios reglados, como los políticos, se echa de ver el triste resultado sino se han remediado por otras vías, pues es de ver, con consternación, como son algunos en la inclinación de la voluntad demediados.
¿Qué camino deben tomar las universidades sobre este asunto?
Convencido estoy que otros, más que yo, de esto saben y procuran y poco he de decir que no sea preocupación de los que a la formación de los médicos se dedican. Solo apuntar que, ética, conocimiento y practica médicas, han de caminar pareados. Tanto en la formación académica, como de postgrado, más en esta, en todo planteamiento referido a un enfermo, junto a la deliberación científica y técnica, se debe acompañar la deliberación moral de lo conveniente, que no otra cosa es que, la adecuación al caso y situación; y la observancia de los principios antedichos y subsecuentes corolarios.
Se están llevando a cabo experiencias que pretenden acercar la ética médica tanto a los estudiantes de Medicina como a la sociedad en general ¿Qué opinión tiene de estas iniciativas?
Todo apero es bueno si conviene a la obra. Cual sea oportuno afecta al que procura, a la materia que se trata y al destinatario, pues son las herramientas de la comunicación medios formales.
Las artes son modos de relación entre los hombres, acaso, se aventura en los orígenes de la tragedia, entre los hombres y los dioses. En ocasiones aligeran lo complejo, otras son el único modo de aproximación a lo inefable.
Incluso las simples aleluyas son medio de conocimiento, en la infancia de nociones elementales de limpieza (dos buenos amigos son siempre el agua y el jabón) o cosas más importantes, perentoriamente necesarias, como la ora marítima de Avieno, derrota para alcanzar el reino de Argantonio. Se ha de ser cuidadoso, cuando niño hablaba como niño, en elegir el modo del mensaje atendiendo al destinatario.
Del comic poco se, pongámoslo parejo del teatro. Este ha sido siempre medio de comunicación, múltiple para los hombres, polisémico para los contenidos.
En lo referido a los médicos toca acordarse de “El enemigo del pueblo”, cuya lectura dice más de esto que un tratado. Importa la cautela, distinto es el tratamiento del tema en “El medico de su honra” que en “Otelo”. Esto en cuando a la idea. En el acierto, pocos son llamados a lo sublime y si el genio llega a hacer lo complejo sencillo, el necio solo alcanza a lo simple
¿El Código Deontológico de 2011 necesita cambios?
Primero el Código de Deontología Médica del 2011. Los que lo hemos tenido como norma de orientación en el hacer profesional y como miembros de Comités Deontológicos, podemos afirmar con fundamento su bondad; y es obligado el reconocimiento de su mérito y el de quienes lo elaboraron.
Precisa modificaciones, pues como norma de una sociedad y una profesión vivas debe contemplar la evolución múltiple que en ellas se produce. La discordancia entre la sociedad y la ley no es solo manifestación de desarmonía, sino signo de degradación del necesario ajustamiento de los actores sociales; la inmovilidad de la ley, o es consecuencia de una sociedad inane o, si esto no sucede, de la desidia y vileza de sus dirigentes.
Nuestra sociedad cambia notablemente y la profesión también. El Código de Deontología Médica debe adaptarse. La diferente sensibilidad del sufrimiento en la enfermedad y la muerte, la necesaria intolerancia ante la violencia, la inclinación compasiva a los que más precisas, obligan a crear nuevos capítulos o perfeccionar los existentes. La comprensión y la tolerancia abundan el campo de su legitimidad en detrimento del de la intransigencia. La responsabilidad medica corporativa, los aspectos deontológicos de los nuevos modos de comunicación y de asistencia, la publicidad, son campos mudables que deben atenderse
Actualmente el Código de Deontología Médica se está renovando. No soy portavoz autorizado para exponer lo que todavía es propuesta no asumida por quienes ostentan la representatividad democrática de los médicos, ellos lo harán con acierto.
Un aspecto menos urente, para mi tanto o más fundamental, es que el Código de Deontología Médica debe contemplar la relación de cooperación e interdependencia de los médicos en su trabajo, habitualmente institucionalizado. Ello porque, es derecho primero de los pacientes no otra cosa que el mejor conocimiento y habilidad y estos no se dan en uno solo sino de consumo en varios. El trabajo en equipo de los médicos obliga a la cooperación y consejo entre ellos para la seguridad de los pacientes y la óptima calidad científica y humana de la asistencia.
¿Considera necesario prestar atención a las redes sociales en este aspecto?
Las redes sociales son una realidad ineludible, pero creo más importantes las redes científicas y profesionales. Aquellas que son instrumento de consulta en la asistencia, potencian su capacidad y son medios de continuada formación.
Redes a las que atender y preocuparse de su mantenimiento, sutiles como el cendal, capaz de recoger quintaesencias, antes que redes de arrastre bentónico que, revuelven bancos de peces con pedruscos y todo confunden con tosquedad y violencia. No, redes cuyos nodos sean los mejores en saber y ordenar, esas son las redes necesarias.
¿Existe falta de transparencia a la hora de abordar las faltas éticas de los médicos?
Ciñéndome a la actuación de las Comisiones Deontológicas. En lo por mi vivido en el Comité del Colegio de Burgos y, últimamente, en el Comité Central, la claridad en los procesos es indudable, tanto en la aferencia de la información necesaria para las actuaciones, como en la libertad e independencia en las conclusiones e informes. Nunca he percibido pulsión ni impedimento de orden externo o interior que no sea la fuerza de la mejor razón.
En lo que después suceda, corresponde a otras instancias, aquellas a las que los Comités se deben como asesores y que son las legitimadas para proseguir los procesos y manifestar públicamente; así viene determinado por la ley y por ser representantes democráticamente electos de los médicos.
Ningún juicio por mi parte al respecto pues su independencia debe ser similar a la nuestra o mayor. Esta es la servidumbre de la libertad. No obstante, si alguna duda tuviera de la probidad de estas instancias superiores, no me cumpliría otra cosa que la discreción y el cese voluntario. Y ninguna duda tengo.
El reconocimiento público de las faltas éticas, ¿ayudaría a evitar otros casos?
Es de agradecer la pregunta por su claridad y sencillez. Y merece repuesta semejante. Ciertamente, el reconocimiento de los errores es lo más honrado, debido y posiblemente más cristiano.
Más esto, por desgracia, no es respuesta sino para posicionamientos individuales, que solo al actor de la falta afectan y corresponden.
Muy otro y complejo es el juicio y dictamen institucional. Este ha de encontrar base en el Código Deontológico. Los códigos pueden ser a manera de leyes o de normas o de ambas cosas. Las leyes vetan lo que no debe ser, las normas explicitan el proceder correcto; las primeras son tajantes, bien delimitadas, las segundas tienen mayor apertura y difícil concreción. Y el Código de Deontología Médica primordialmente son normas sobre el debido proceder profesional.
Indiscutiblemente, en muchas ocasiones se echa en falta un posicionamiento deontológico sobre asuntos que entretiene la prensa y ocupan los tribunales. Y siempre sobre temas complejos en que influyen creencias y convencimientos de fundamento vario, religioso, social o político. Opinar en estos casos debe hacerse. Y digo, en ocasiones, obligado, pero ha de hacerse, aunque se licite por caso concreto, desde la universalidad, con adecuado fundamento y por la instancia legitimada, con el concurso de deliberación preciso y en el momento, modo y medio conveniente; y no en otros. Si no se cumplen estas condiciones, mejor dar prioridad a una prudencia continente.