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Dr. Terrero: “Los síntomas más habituales de un ictus son un inicio brusco de una pérdida de lenguaje, una desviación de la comisura bucal y debilidad en brazo y pierna”

Un ictus es un enfermedad cerebrovascular que tiene lugar cuando se interrumpe o se reduce mucho la llegada de sangre a una determinada zona del cerebro.

Esta patología afecta a más de 100 000 personas cada año, según la Sociedad Española de Neurología. ‘Médicos y Pacientes’ habla con el Dr. Rodrigo Terrero, médico adjunto de la Unidad de Ictus (servicio de Neurología) del Hospital Universitario de Getafe, para conocer cómo actuar ante una sospecha de ictus.

Síntomas de ictus

Entre los síntomas más habituales, el doctor destaca “un inicio brusco de una pérdida de lenguaje, una desviación de la comisura bucal, debilidad en brazo y pierna, y aunque menos frecuente, una alteración de la sensibilidad en medio de cuerpo, inestabilidad de la marcha o un dolor de cabeza muy intenso”.

Terrero señala también que es importante la educación poblacional para reconocer posibles síntomas, pues “actuar a tiempo es esencial».

Cómo actuar

En primer lugar, lo ideal sería llamar al 112 y pedir ayuda. Si está con otra persona, puede ser ese mismo acompañante quien realice la llamada, de modo que podrá dar más información a los servicios de emergencia.

Una vez que el paciente está en el hospital, hay dos tipos de asistencia: aquel paciente que viene de domicilio o de la calle o aquel que ya se encontraba en el hospital por otros motivos. En el primer caso, si se ha avisado a los servicios de emergencia estos avisan al centro y dan las características del paciente, los datos, etc., y así poder adelantar en este tipo de protocolos.

En el hospital

Cuando llega el paciente al hospital también están muy protocolizados los pasos que hay que seguir. “En principio una persona dejaría los datos y el personal médico introduce al paciente en el área de urgencias de críticos, que es la zona en la que se puede atender a este tipo de pacientes con mayor rapidez”, afirma el Dr. Terrero.

Ahí, de forma coordinada, el personal médico, de enfermería, auxiliares, celadores, …, participa en la toma de decisiones, explica. “Lo primero que se hace es explorar paciente, ver qué síntomas tiene y que nosotros podemos ver en la exploración, y se hacen determinadas pruebas como una prueba de imagen y una analítica. Desde ahí ya decidimos el siguiente paso”, afirma el médico.

Tratamiento

Hay dos caminos diferentes. Si el ictus es hemorrágico (por una hemorragia o una rotura de una arteria que produce la salida de la sangre al tejido cerebral) hay que tomar medidas “como puede ser una intervención quirúrgica si las características así lo recomiendan o dejar al paciente en observación en la unidad de cuidados intensivos o en la unidad de ictus, dependiendo de la gravedad de hemorragia”, señala Terrero.

Ante un ictus isquémico (por la obstrucción de una arteria que impide la llegada de la sangre a una determinada región del cerebro) “tenemos que ver si estamos a tiempo de poder hacer terapias que permitan intentar abrir la obstrucción”.  Se puede administrar un tratamiento intravenoso con un tipo de fármaco que intenta disolver ese ese coágulo, ese trombo. Además de eso, sí el tapón está localizado en alguna de las arterias del cerebro, se puede acceder con un cateterismo con una guía y se intenta extraer ese ese trombo.

Recuperación tras un ictus

«Tras una cirugía agresiva por un ictus, normalmente los pacientes permanecen en la unidad de cuidados intensivos o en la unidad de ictus, que es como una unidad con una monitorización muy estrecha en la que se vigilan el ritmo cardíaco, la respiración, la temperatura, …», afirma el doctor. Además, el personal de enfermería «está muy bien entrenado e intenta detectar de forma precoz si hay algún tipo de empeoramiento neurológico», además de vigilar arritmias, respiratorio o infecciones.

Desde el propio ingreso y de forma cuanto más precoz, mejor, se empieza el tratamiento rehabilitador. “Este incluye intentar recuperar el lenguaje, la movilidad, la estabilidad, el caminar, intentar desenvolverse en las tareas del día a día, etc.”. En función de las características y de cómo evoluciona la recuperación, algunos pacientes necesitan seguir ingresados en centros para trabajar en la recuperación funcional, y siguen con una rehabilitación más exhaustiva durante más tiempo que puede llegar hasta los dos o tres meses. Sin embargo, otros pacientes más leves pueden hacerlo de forma ambulatoria, e ir y venir a rehabilitación.

“Es importante saber que es posible recuperarse al cien por cien”. En ocasiones, ya desde las primeras horas después de hacer el tratamiento para disolver o extraer el trombo se puede ver si el paciente mejora. Después de la rehabilitación se ha visto que más del 70% de los pacientes alcanzan una independencia absoluta, y eso depende básicamente de actuar a tiempo.

El tejido cerebral es un tejido al que el daño que se produce, cuanto más tiempo se tarde en restablecer esa función, más daño irreversible y secuelas se provocan. Entonces siempre decimos que el tiempo es lo más importante y cuanto antes se restaure esa función del cerebro, menos secuelas y más rápida va a ser la recuperación.

Dr. Rodrigo Terrero
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