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Dr. Sergio Minué: “Agentes dobles, dobles agentes”

El Dr. Sergio Minué reflexiona en este post de su blog “El Gerente de Mediado” sobre el acuerdo firmado hace unos días entre el Gobierno y Farmaindutria que vincula el gasto farmacéutico con el producto interior bruto (PIB). Tras un detallado análisis concluye presagiando dificultades para el SNS si, finalmente, la intención del gobierno “es reducir el gasto sanitario público al 5,6% del PIB en 2016 y no se puede ahorrar en fármacos”

 

Madrid, 12 de noviembre 2015 (medicosypacientes.com)

“Agentes dobles, dobles Agentes”

Dr. Sergio Minué, médico, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada

Blog “El Gerente de Mediado” (http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2015/11/agentes-dobles-dobles-agentes.html)

Hace unos días dobles agentes del gobierno del Sr. Rajoy (Alonso y Montoro) firmaron un acuerdo con la patronal de la industria farmacéutica (Farmaindustria) en el límite del tiempo reglamentario. Al igual que en caso de la aprobación de presupuestos para 2016, el citado gobierno pretende dejarlo todo “atado y bien atado” (siguiendo la senda ideológica de la que proceden), hipotecando a cualquier gobierno que pueda constituirse en diciembre a comulgar con las voluminosas ruedas de molino que han ido colocando en el terreno de juego político. Además, el acuerdo podría beneficiar personalmente a algunos de los rufianes que pueblan la administración, y que con el cambio de legislatura no sería nada raro ver como traspasan la puerta giratoria para comenzar una nueva vida profesional cargada de venturas (la historia está repleta de altos cargos populares, socialistas o convergentes, fichados con celeridad por los laboratorios en el momento de dejar el cargo).

El pacto se llevaba urdiendo desde hace un año, y los empresarios del sector comenzaban a mostrar signos de intranquilidad al ver como se agotaba el tiempo sin ver satisfechos sus intereses; afortunadamente ya en el tiempo de descuento el juego al primer toque de Alonso y Montoro, finos estilistas de la resolución en el barullo del área, han permitido ganar el partido.

Es interesante ver como “vende” el acuerdo el gobierno de España. En la página web de la Moncloa lo que se resalta es que “se garantiza el acceso de todos los ciudadanos a los medicamentos innovadores”, haciendo sinónimo innovador de bueno en sí mismo aunque sea el más potente raticida: también la talidomida fue en su día un medicamento innovador, cuyas consecuencias están a la vista de todo el mundo (y además permitiendo al laboratorio correspondiente, Grúnenthal, irse de rositas, en una de las sentencias más infames de la justicia española). Pero aunque lo innovador tenga efectos que puedan ser muy graves, y precise de un tiempo dilatado para confirmar que sea efectivo, y seguro, y necesario, ¿a quién le importa si de lo que se trata es de fomentar la inversión de la gran industria farmacéutica en nuestro país?

Tras señalar el gran objeto del acuerdo (el acceso a la innovación) el gobierno explica en letra pequeña algunos aspectos de “menor importancia”: “la vinculación del gasto farmacéutico público con el Producto Interior Bruto, para limitar el gasto, sin limitar la prestación”. Corolario este último digno de Yogi Berra (ya saben, el de “daría mi brazo derecho por ser ambidiestro”).

La habitual manipulación informativa del gobierno alcanza aquí otra interesante cota, dando por hecho que todos somos idiotas: si se vincula el gasto con el PIB habría que informar de lo sucederá tanto en el caso de que el primero supere el PIB como si no lo alcanza. La página de la Moncloa, sin embargo, solo informa del primero de los supuestos. Así, “si el gasto correspondiente al segmento de medicamentos originales (no genéricos) superase los niveles de la tasa de referencia del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de medio plazo de la economía española prevista en la Ley Orgánica 2/2012, se establecerán medidas compensatorias y correctoras en favor del Sistema Nacional de Salud”. Eso sí, se trata de medidas que no suponen transferencia monetaria, iniciativas tan relevantes para la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS) como “Programas de seguimiento de pacientes polimedicados, mejora de la variabilidad en la prescripción o programas de adherencia al tratamiento”, algo que podría ser realizado sin ningún tipo de participación de la industria.

Por el contrario, no aparece por ningún lado que ocurriría si el crecimiento del gasto farmacéutico aumentara por debajo del crecimiento del PIB, como debería ser deseable dado que (a pesar de crisis y recortes) España sigue dedicando cerca de un 20% de su gasto sanitario total a farmacia. De forma congruente con el acuerdo, en esa circunstancia el gobierno deberá compensar a la industria farmacéutica según reconoce el ministro Alonso. Este agente doble, tranquiliza indicando que esta compensación no será en ningún caso monetaria, sugiriéndose que podría ser en forma de incentivos fiscales (como si esta no fuera una fórmula de compensación monetaria, además de reducir aún más los ingresos de la hacienda pública).

Lo que no se entiende es por qué, llegados a este punto la industria del automóvil, la de la restauración y el turismo, por no hablar de la discográfica o editorial, no reclaman semejante privilegio de ajuste al PIB, posiblemente ámbitos no tan productivos como el farmacéutico como para poder permitirse disponer de agentes dobles.

Si la intención del gobierno es reducir el gasto sanitario público al 5,6% en 2016 y no se puede ahorrar en fármacos (muchos de ellos innecesarios y peligrosos), ya puede deducirse el pronóstico de este enfermo casi desahuciado llamado Sistema Nacional de Salud.

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