Recién celebrado un «Homenaje in memoriam» al doctor Albert Jovell, en la Organización Médica Colegial, su vicepresidente, el doctor Ricard Gutiérrez, recuerda en este artículo publicado en Diario Médico lo fundamental del legado de este médico que se convirtió en una de las voces más sonoras a favor de los pacientes y de su calidad de vida, base de lo que concibió como «Medicina basada en la afectividad»
Madrid, 18 de febrero 2014 (medicosypacientes.com)
Algunos de nosotros hemos tenido la gran suerte de compartir muchas sesiones con el doctor Albert Jovell, siempre tan solicitado en foros sanitarios como gran conocedor de la Sanidad en su doble condición de médico y enfermo debido a un cáncer al que tuvo que hacer frente durante más de una década.
Esta amenaza constante sobre su vida, sin embargo, no le debilitó sino que, como reconoció en más de una ocasión, contribuyó a acelerar su proyección de este binomio médico-paciente que representaba, y que le convirtió en un defensor acérrimo de la sanidad pública como algo digno de sostener y perfeccionar, convencido de ser la mejor forma de mantener los elevados niveles del servicio, que durante años hemos sabido construir, y de representar la mejor herencia para las generaciones venideras.
Jovell fue consciente, además, de la necesidad de dar voz a los pacientes en todos los foros y situaciones posibles con el fin de aumentar la concienciación, por parte de la sociedad en general y también de las administraciones, sobre las necesidades de los enfermos españoles, sus familiares y los cuidadores y voluntarios que los atienden.
Todos estos méritos, y algún otro más, hicieron merecedor a Jovell de la máxima condecoración de la Organización Médica Colegial (OMC), hace ahora cinco años, Colegiado de Honor Nacional con Emblema de Oro, por su labor como médico y, fundamentalmente, por el desarrollo, a partir de 2004, del Foro Español de Pacientes. Se trata de una entidad que agrupa a más de 1.100 asociaciones y a cerca de un millón de socios, impulsando la voz del paciente y situándole como un elemento activo y colaborador en la mejora continua del sistema sanitario español. Es una plataforma de defensa de derechos de los pacientes, a la que supo colocar en un espacio de convergencia entre administraciones, asociaciones, empresas, sociedades científicas y ciudadanía.
Este Foro se integró, junto con la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, la Coalición de Ciudadanos con Enfermedades Crónicas y, más recientemente, el Cermi, al Consejo Social de la OMC, creado en 2009, con el objetivo de identificar las necesidades de los pacientes y diseñar acciones de colaboración conjunta.
Recuerdo que en el acto de entrega del galardón, en Madrid, en febrero de 2009, el doctor Jovell pronunció un extraordinario discurso en el que, bajo el título El orgullo de ser médico, desgranaba las verdaderas razones que le hicieron elegir la profesión de médico y reivindicar esta profesión que, como no se cansaba de reiterar, «tiene en los pacientes su verdadera razón de ser».
No fue la suya una generación de médicos fácil, «la generación del exceso», como así la denominó él mismo, de ahí que orientara su vida profesional hacia nuevos itinerarios vocacionales, como la salud pública y la sociología, inclinándose hacia una medicina más atenta, más afectiva, más humanizada, la que definió como la «medicina basada en la afectividad».
El profesional bueno
Hijo de médico de pueblo, de él heredó, sin duda, el concepto social de la Medicina, una medicina en aquella época pobre en tecnología pero rica en valores humanos. De ahí que valores como confianza, honestidad y compromiso eran una constante en su forma de pensar y actuar como profesional. «Esos tres valores caracterizan a un buen profesional y a un profesional bueno», como dijo en reiteradas ocasiones.
Sus publicaciones, libros y conferencias se han convertido en la principal vía de transmisión de uno de sus mensajes de mayor calado: «La importancia de escuchar al paciente y mantener la esperanza». Un ejemplo de su pensamiento queda reflejado en la novela Soledad es nombre de mujer, galardonada en el I Certamen Iberoamericano de las Artes, organizado por la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial, que, escrita en un estilo epistolar, narra cómo la vida puede dar un revés con la llegada de una grave enfermedad.
Y es en calidad de ese reconocimiento a la parte más humana de la profesión médica, que representó en todo momento el doctor Jovell, que la Organización Médica Colegial, a propuesta de su Comisión Permanente, presidida por Juan José Rodríguez Sendín, dedicaba el viernes pasado un homenaje póstumo a este modelo de profesional entregado al servicio del paciente, y al que, al cierre de esta edición, estaba previsto que asistieran numerosas personalidades, desde los consejeros de Sanidad de Cataluña, Boi Ruiz, y de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, hasta el Ministerio de Sanidad, representado por la directora general de Salud Pública, Mercedes Vinuesa. También el gerente de la Universidad Internacional de Cataluña, Alberto Canals, y la representante del Foro Español de Pacientes Begoña Barragán.